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Diario YA


 

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Lo del CNI no es cosa para pasar el rato

Rafael González. Parece ser que ya se ha superado el mal trance que nos ha hecho tragar el señor Alberto Saiz, al frente del Centro Nacional de Inteligencia, donde, según todas las denuncias y fotos publicadas, se pasaba él tan buenos ratos. Con su dimisión, sugerida, obligada o motu propio, se abre una nueva etapa para tan sensible organismo del Estado.

 

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El Gobierno arrecia sus ataques contra la Iglesia católica

Rafael González. Lo que los católicos estamos aguantando en este país pasa ya de castaño oscuro. Hemos sufrido una semana de ataques durísimos de esa gente del Gobierno a la Iglesia Católica. Incluso socialistas que hacen protesta pública de su fe católica se unen al grupo de insultadores para poner a los obispos cual no digan dueñas.

 

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¿Será útil el voto útil?

Rafael González. No sé si el lector que me honre leyendo este artículo habrá ya depositado su voto. O ha decidido abstenerse, formando parte de ese elevado porcentaje que estiman las encuestas. Si es así, y aún están abiertos lo colegios, me permito animarle a que acuda a las urnas. Y que vote en conciencia.

 

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El Tribunal Constitucional nos deja perplejos

Rafael González. Es lo que a muchos nos ha ocurrido con la sentencia favorable del Tribunal Constitucional a la candidatura de Iniciativa Internacionalista (II-SP): nos ha dejado perplejos. El ciudadano común no entiende por qué existen dos altos tribunales: el Tribunal Supremo, el de toda la vida, y el Tribunal Constitucional, que no sabe bien a qué dedica su tiempo, porque ahí tiene el Estatuto de Autonomía de Cataluña y no parece que se atreva a meterle el diente.

 

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Los sindicatos, en vez de al Gobierno, atacan a la oposición

Rafael González. Cuesta trabajo comprender a qué juegan los sindicatos españoles. Ni siquiera los sindicatos verticales del régimen anterior eran tan sumisos a los diferentes Gobiernos de Franco. Los altos cargos, claro, eran adictos incondicionales, como falangistas que eran; pero en las bases, incluso entre los líderes de las distintas secciones sindicales, había gente muy capaz, muy contestataria y crítica al Gobierno.

 

A raiz de una artículo de Jiménez de Parga

Creciente presencia de las religiones en la sociedad moderna

Manuel Jiménez de Parga Rafael González. En un excelente artículo en ABC, titulado “Del laicismo a la democracia”, don Manuel Jiménez de Parga se ocupa de la influencia que sigue ejerciendo la religión en la vida social, y no sólo, claro está, en la sociedad española. No es verdad que es laico el régimen político formalizado aquí por la Constitución de 1978. Y no lo es porque no debe confundirse laicidad con aconfesionalidad.

 

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El mito de la convivencia de las tres culturas

Rafael González. Llevan muchos años creyéndose el mito de la idílica convivencia de las tres culturas en el Califato de Córdoba. Y han exportado la falsa creencia. Recuerdo que en los inicios de la Transición un político andaluz viajó a Teherán a rendirle pleitesía al Ayatolá Jomeini. Y le llevó de regalo, a un fanático que consideraba la música un pecado, unos discos, seguramente de cante “jondo”, como vestigio de la cultura andalusí. Sin saberlo, fue el precurso de eso que Zapatero llamaría decenios después la “Alianza de Civilizaciones”.

 

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El verdadero interés de las elecciones europeas

Rafael González. La campaña electoral para el Parlamento Europeo me recuerda a canción del pirata: “Asia a un lado, al otro Europa / y allá en su frente, Estambul”/. Sólo que en posiciones distintas. La que está allá lejos, que casi no se la ve en la campaña electoral, es Europa, y a un lado y al otro, el PSOE y el Pepé. Claro que con estos mimbres no podrían enjaretarse dos octosílabos como los de Espronceda.

 

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La reiterada mentira del aborto

Rafael González. Estoy seguro de que si el Gobierno se hubiese empeñado en solucionar los grandes problemas que tiene España planteados, el principal de todos, el paro… (pero hay otros más, como el de la enseñanza, o la reforma de la ley electoral, causante principal de esa gran desazón que cada vez, con mayor intensidad, nos va invadiendo a todos); si el Gobierno, repito, se hubiese empeñado en resolver esos problemas con la tenacidad que está empleando en la implantación del aborto libre, en fomentar el libertinaje sexual y la desvergüenza totus plenus (o dicho en román paladino, el fornicio a tutiplén), mediante la píldora del día después, seguro estoy de que no estaríamos padeciendo las crisis que estamos padeciendo: crisis económica, financiera, de competitividad, de productividad; crisis moral y de principios sobre los que se han fundamentado nuestra idiosincrasia como pueblo; crisis de identidad nacional, educativa, etcétera, etcétera.

 

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Lo que le faltaba al PP: censurar al Papa

Rafael González. 

De Celia Villalobos podía esperarlo. Es una aventada sin grandes principios, que va por la vida presumiendo de progre y de graciosa. Es, sí, una de esas andaluzas que se han creído que todos los andaluces son graciosos. Y que ejercen como tales. Craso error, no todos los andaluces son graciosos; algunos somos muy sosos. Y los hay muy malajes. Y más aún: hasta los hay muy siesos.
Claro, en el Partido Popular no van a hacer distingos. En él cabe todo el mundo, suelen decir. Hasta Celia Villalobos, que incluso llegó a ser ministra de Sanidad, y ya me dirán qué tiene que ver lo que va diciendo y hace doña Celia Villalobos con los principios que creíamos inspiraban al Partido Popular.