Hay ciertos elementos que nos pueden llevar a tener la sospecha, más o menos cierta, de que nuestra pareja nos está siendo infiel.

En ocasiones nuestra sensibilidad al respecto del comportamiento del otro aumenta de repente y, actuando a modo de un sexto sentido, nos transmite todo tipo de señales que hacen que nuestro estado de alarma se incremente.

No me atrevería a afirmar que existe un patrón típico de pareja infiel. Bien es verdad que existen multitud de encuestas y estudios al respecto que pueden llevar a componer una especie de foto fija de la persona infiel, pero creo más acertado afirmar que no hay dos infieles iguales.

Sí hay, no obstante, algunos elementos que pueden hacernos sospechar. En cuanto al caldo de cultivo, la infidelidad surge en situaciones de pareja en las que la rutina, y la desatención mutua que provoca, predisponen a la búsqueda de un aliciente que introduce emoción en una vida anodina.

A partir de ahí pueden detectarse comportamientos tales como un repentino cambio en la rutina diaria de nuestra pareja: de vez en cuando llega más tarde de lo habitual, empieza a tener actividades que antes no tenía como apuntarse a un gimnasio, puede volverse más vigilante y celoso, reducir aún más el contacto sexual o las situaciones de intimidad, estar muy pendiente del teléfono móvil…

En cualquier caso, si bien estos comportamientos pueden ser demostrativos de que nuestra pareja nos está siendo infiel, no será posible que lo sepamos a ciencia cierta si no contamos con alguna ayuda exterior.

La ayuda que un

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Y, por cierto, no espíe el móvil de su pareja. Es un delito.

Pedro A. Pérez Navarro

Detective privado – TIP 2413

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