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cartas al director

¿Educación mixta?, ¿educación diferenciada?

José María Solanes. Huesca.

    La educación mixta o coeducación fue una necesidad en un determinado momento histórico en España, en el que la mujer estaba relegada a un segundo plano y su educación iba destinada a convertirla en un ser dependiente y débil. La educación mixta empieza a ser propuesta a finales del siglo XIX, cuando la mujer tenía una posición sumamente debilitada en la sociedad. Y fue Emilia Pardo Bazán la que propuso la coeducación a todos los niveles en el año 1892, propuesta que no fue admitida.

     Por fin, la enseñanza mixta se impuso desde el gobierno en el año 1984 en todos los centro públicos, sin debate y sin una fundamentación pedagógica.

     A la vista del abrumador fracaso escolar que estamos padeciendo, en los países desarrollados de nuestro entorno comienza a ser seriamente cuestionado este sistema de educación. La razón de esta nueva tendencia se encuentra en décadas de estudio que demuestran que las diferencias entre sexos en sus aptitudes, formas de sentir, de trabajar, de reaccionar, no se deben a unas circunstancias externas, son innatas. En Francia, el sociólogo Michel Fize, en su libro “Las trampas de la educación mixta”, expone que la educación mixta no ha conseguido asegurar la igualdad de oportunidades ni de sexos.

     Hay un informe presentado en Suecia cuyo título es ya muy significativo: “Todos somos diferentes”, en el que, entre otras cosas, se dice: “A igual edad y condiciones, el rendimiento escolar es muy superior entre las niñas”; “Los varones tienen otros tiempos de desarrollo diferentes a los de las chicas”; “Pretender igualar organismo desiguales es injusto y trae nefastas consecuencias”.

     En países como Francia, Canadá, Suecia, Reino Unido, Alemania, Australia, Japón, Estados Unidos, se propugna como moderno y progresista la instauración de los colegios públicos diferenciados. Sin embargo en España se considera intrínsecamente mala y machista la existencia de colegios de un único sexo, son calificados sin fundamento como sexistas, discriminadores y antisocializantes.

     La educación diferenciada, aunque no es ni muchos menos la única solución del fracaso escolar en España, sí puede ser un paso más hacía una enseñanza de calidad. A pesar de ser la opción por la que están apostando los países más desarrollados de nuestro entorno, aquí en nombre de una neutralidad laica el sistema educativo no deja espacio para las diferencias. En España, lo moderno es lo obsoleto.

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