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Diario YA


 

Con el progresivo deterioro y final ruptura de la coalición de gobierno UPN-PSN

¿NAVARRA INGOBERNABLE?

Pedro Sáez Martínez De Ubago.   A lo largo de esta semana se ha venido asistiendo a un progresivo deterioro y final ruptura de la coalición de gobierno UPN-PSN que aparentaba regir los destinos de Navarra desde el pasado 1 de julio. Una efímera etapa de once meses que se ha cerrado este fin de semana  después de que consejeros socialistas del Gobierno de Navarra, Elena Torres (Consejera de Política Social, Igualdad, Deporte y Juventud) y Anai Astiz (Fomento y Vivienda) junto con algunos directores generales, presentaran su dimisión a la presidenta de la Comunidad Foral Yolanda Barcina tras anunciar esta su decisión de cesar “por deslealtad” al socialista y vicepresidente Roberto Jiménez.

Cabría preguntarse hasta qué punto puede hablar de deslealtad un partido como UPN que, según como y donde, tan pronto apoya al PP como al PSOE; que dice defender la identidad de Navarra y parece poner trabas a la interlocución con la CAV pero se coaliga con ésta en entelequias turísticas como el Fondo Común de Cooperación Aquitania-Euskadi-Navarra o educativas como la red universitaria Aquitaine Euskadi - Navarra (AEN) que reúne siete universidades por ambos lados de los Pirineos; o que, al tiempo que se declara defensor de la vida permite que se abra impunemente el centro abortivo de Ansoáin.
 
Bien es verdad que, desde que se constituyó el nuevo gobierno, las cosas no podían ir peor en Navarra. Y, aunque quepa hablar de herencia envenenada, como los 271 millones de euros comprometidos con el gobierno de la nación para completar el tramo navarro de la autovía A-21 de Noáin a Jaca, cuyo impago ocasionó que las cuentas de 2011 se cerraran en Navarra con un déficit del 1,8% en vez del 1,2% previsto, esta herencia no dejaría de ser de los hasta ahora socios de gobierno de UPN.
 
Pero las cifras hablan y el hecho es que la deuda de Navarra aumentó un 44% interanual en el primer trimestre, el mayor incremento de las diecisiete comunidades españolas,  ascendiendo a 2.725 millones de euros, el 14,5% del PIB navarro, según el Banco de España.
 
Igualmente, el paro, que cerró 2001 en el 13,8%, muy por debajo de la media nacional, ha subido en 6.800 personas en 2012, un 19 por ciento más, y el número total de desempleados se situó en 50.300, es decir el 16,34%, a decir del Instituto Nacional de Estadística (INE).
 
Todo ello a pesar de los ajustes del gasto que el Gobierno de Navarra llevó a cabo el pasado septiembre, reduciendo el gasto final a 3.852,5 millones de euros, lo que significa una reducción de 313,45 millones (-7,37%) sobre el Presupuesto inicial de 4.166,4 millones, donde los departamentos los menos afectados fueron los de Educación (-1,91%) y Salud (-2,20%), frente a la media del -7,37% para el resto de los servicios e inversiones del Gobierno.
 
Y en estas circunstancias, los políticos navarros, hacen un alarde de irresponsabilidad y, con el visto bueno de Rubalcaba, quien no ha vacilado en afirmar que “expulsar al secretario general del PSN es expulsar al Partido Socialista en pleno”, protagonizan una crisis que imposibilita un gobierno serio y estable en Navarra, con 19 parlamentarios de UPN, 9 del PSN, 8 de NaBai, 7 de Bildu, 5 del PP y 3 de IE. 
 
A día de hoy, tras el resultado de las elecciones griegas, donde los conservadores de Nueva Democracia podrían formar Gobierno con los socialistas del Pasok que reuniría 162 de los 300 escaños que componen el Parlamento; y cuando parece que con el  rescate, línea de crédito o como se le prefiera llamar al préstamo que España ha obtenido de Europa para sanear en la medida de lo posible ese sistema financiero que no ha mucho jugaba en la Champions League de la economía mundial y hoy hace más agua que el Titanic hace un siglo; tenga que sumarse Navarra a las comunidades que aumentan la desconfianza que el resto de Europa y las autoridades de la economía mundial sienten por la jaula de grillos de las 17 taifas que, aunque nominalmente componen el estado de las autonomías, realmente  desintegran esa gran nación en otros tiempos llamada España. Pero cuando el afán de protagonismo lleva a preferir ser cabeza de ratón que cola de león, no  podemos esperar de los políticos sino la nobleza a que se refería Oscar Wilde cuando escribió que “Cuando una persona hace una cosa soberanamente estúpida, siempre lo hace por los más nobles motivos”.

 

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