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¿Qué diría Cervantes a la Ministra de Defensa, al de Interior y al de Exteriores; y a Francisco?

Daniel Ponce Alegre. Teólogo. Coincidiendo con el IV Centenario de la muerte de D. Miguel de Cervantes Saavedra, el Instituto de Historia y Cultura Militar del Ministerio de Defensa en colaboración con otros organismos, como por ejemplo los Institutos Cervantes del Ministerio de Exteriores, ha organizado diversas iniciativas culturales y educativas con diversos enfoques, en algunos casos dirigidas a colegios e institutos y en otros de investigación, auditoría y consulta histórica, militar y de política internacional o diplomática.

A pesar del sobrenombre con el que ha pasado a la Historia D. Miguel de Cervantes, " El Manco de Lepanto ", se ignora no sólo hasta qué punto fue determinante la acción y el heroísmo de Cervantes en esta crucial Batalla a las órdenes de D. Juan de Austria y de Felipe II, sino también las diversas expediciones, previas y posteriores a la batalla, y en las que destacó por sus dotes para las tareas de inteligencia, de obtención de información clave para la seguridad en el Mediterráneo y para la libertad e independencia de la Iglesia Católica en su labor misional, y con la que Cervantes se veía comprometido como devoto cristiano e hijo de la Iglesia, y por sus votos de Cruzada, de los que nadie habla y que explican toda su vida literaria y militar. Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares el 29 de Septiembre de 1547, en la Fiesta de San Miguel Arcangel, y fue bautizado en la Parroquia de Santa María la Mayor.

Sus estudios, que no llegaron a universitarios, pero fueron profundos y sólidos académicamente, se realizaron entre Sevilla, Toledo, Valladolid, Valencia y Alcalá de Henares en la Compañía de Jesús, vanguardia de la Iglesia y acote de herejes paganos y protestantes cismáticos y corruptores de la Verdad de Cristo. Con 19 años ( 1569 ), su vida dio un brusco vuelco al descubrir su vocación a la milicia que compaginó, a través del voto de Cruzada y de defensa de la Cristiandad, con su principal vocación: el servicio a la Iglesia Verdadera de Cristo y a su Señor. En ese mismo año se encuentra en Roma al servicio de Giulio Acquaviva, que es creado Cardenal al año siguiente. Se pone a su servicio especial, discreto y desconocido incluso por el propio secretario del Cardenal y otros miembros de la Curia, y viaja por Milán, Florencia, Venecia, Parma y Ferrara, lugares clave en el Mediterráneo para la defensa de la Cristiandad y frente al musulmán turco.

En esos años no sólo desempeña una labor clave para la Iglesia y el Imperio Español de Felipe II, sino que también aprende una serie de habilidades y conocimientos que le serán clave en el futuro para su vida de fe y para su servicio a la Iglesia y a España, además de tener un amplio abanico de experiencias que después narrará con variaciones en sus escritos. En un momento dado se le pide que ocupe la plaza de soldado en la compañía del Capitán Diego de Urbina, del Tercio de Miguel de Montada, embarcando en la Galera Marquesa. La lucha final entre turcos y cristianos iba a decidirse sobre el Mediterráneo.

Después de que los turcos conquistaran Chipre, último bastión de la Cristiandad y que estaba en manos de la Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén ( después Orden de Malta ), se comprendió la necesidad de contener la embestida musulmana turca pues era evidente que no tenían límites: la conquista del Mediterráneo era necesaria como paso previo para recuperar toda la Península, el norte de África y ascender hacia el norte de Europa. De este modo, y con esta grave situación a las puertas, el Papa Pio V, el último de los heroicos papas medievales y santo, dio " la Voz de Cruzada ", constituyendo La Santa Liga, a la que España respondió con Celo y gran Fe en Cristo Jesús, y Miguel de manera especial. La negativa de Francia deja a España como única potencia, a la que se unieron las repúblicas italianas, Génova y Venecia, dejando el peso y la responsabilidad a Felipe II.

En la primavera de 1571 se formalizó la Santa Liga, dando la dirección de la Empresa a un español: D. Juan de Austria. El 7 de octubre de 1571 comenzó la Batalla de Lepanto que, en palabras de Cervantes sería: " la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros ". La Armada Católica, el 7 de octubre, al amanecer, se encontraba con la turca en el golfo de Lepanto para dejar en la Historia de España uno de los más grandes encuentros navales de todos los tiempos, no sólo porque estuviesen implicadas más de 91.000 almas sino por que la pérdida hubiese supuesto no sólo la muy probable pérdida de España a la Cristiandad sino también el efecto serpentín que se hubiese producido en el resto de la Cristiandad. Poco antes de la Batalla, se puso de rodillas D. Juan y oró a Dios, por medio del Único Señor de la Vida y de la Muerte, Jesucristo, pidiéndole la victoria para los suyos y para la Cristiandad.

Lo mismo hicieron todos los de la Galera Real y del resto de la Armada. Tras eso les fue dada la absolución por los padre jesuitas ( de nuevo el papel clave en la defensa de la Fe Verdadera de los jesuitas ) y capuchinos franciscanos enviados por su Santidad con el Jubileo de Cruzada. Cuenta D. Juan de Austria en su Diario que " el mar fue aquietado de tanta bonanza, cuanta se pudo desear y forzó, a la armada enemiga a plegar sus velas y venir a remos ". D. Juan era plenamente consciente de la difícil situación y de la importancia de mantener el espíritu, la moral y el valor en todos: " Deben tener mucho cuidado los que gobiernan la Armada de mantener vivo en sus gentes el Espíritu de Cruzada, a tal que Dios nuestro Señor nos ayude en la Justa y Santa Empresa que llevamos ". Respecto a Miguel de Cervantes " De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano de la que quedó estropeado ".

Estuvo 6 meses en un hospital de Messina y al cabo de ellos reanudó su vida militar en 1572 en tareas de inteligencia nuevamente en las expediciones navales de Navarino, Corfú, Bizerta y Túnez, en todas ellas estuvo bajo las órdenes de mi antepasado Manuel Ponce de León, y en el Tercio de Lope de Figueroa. El 26 de septiembre de 1575 fueron Miguel y su hermano Rodrigo presos por una flotilla turca a la altura de Cadaqués y llevado a Argel. Tras 5 años fueron liberados por las gestiones de fray Juan Gil, de los padres trinitarios, que pagó los 500 escudos que pedían. Durante ese tiempo no só demostró gran fortaleza de espíritu y profunda Fe sino que aprovechó para escribir parte de su gran obra, como antes que él hicieron otros ilustres presos como San Juan en la isla de Patmos con el libro del Apocalipsis.

Miguel murió a la edad de 69 años de diabetes en su casa de la Calle León en el barrio de los Austrias de Madrid y deseó ser enterrado en el Convento de las Trinitarias Descalzas como gratitud eterna por la liberación de prisión debida al pago que hicieron los trinitarios. Como conclusión dice D. Miguel de Cervantes Saavedra: " No hay otra cosa en la tierra más honrada ni de mayor provecho que servir a Dios, primeramente, y luego al rey y señor natural, especialmente en el ejercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, sino más riquezas, a lo menos, más honra que por las letras, como yo tengo dicho muchas veces ".

Esto es lo que diría Cervantes a la Ministra de Defensa cuando por ejemplo visite el Acuartelamiento Miguel de Cervantes de la Misión de Naciones Unidas " Operación Libre Hidalgo ", o a los Ministros de Interior y Exteriores cuando visiten los Institutos Cervantes o a los funcionarios dependientes de sus ministerios. Y también mucho han dicho a Francisco, Miguel de Cervantes y los jesuitas, respecto a la defensa de la Fe Verdadera en Cristo Jesús. De este aspecto concreto profundizaré, Dios mediante, en un próximo artículo pues como en el caso de Cervantes la primera vocación de este Diario es la defensa de la Fe en Cristo Jesús, por encima de quien sea y con su ayuda hasta su Vuelta. Amén.

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