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Diario YA


 

Encendamos la luz

A raiz del don de la oportunidad de Arturo Pérez Reverte

Emilio Durán. Nadie discute, porque es indiscutible, el don de la oportunidad de Arturo Pérez Reverte. Precisamente ahora ha decidido sacar a la luz una novela sobre el viaje a París de dos académicos de la lengua para comprar la primera edición de L'Encyclopedie de D'alembert y Diderot. Un viaje de dos hombres buenos para traer la luz a un país en blanco y negro. De hecho, la novela se llama así: “Hombres buenos”. Precisamente ahora que la incultura campa a sus anchas, de nuevo, por las calles de una España infestada de incultos, malvados y parásitos. Siendo los malvados todas esas élites que dirigen la cultura del país, para fabricar sistemáticamente un pueblo inculto que los mantenga en el poder. Gracias a los servicios prestados por supuestos intelectuales, que son los parásitos de esta sociedad, que les hacen el juego convirtiéndose en sus propagandistas a cambio de prebendas y subvenciones.

La revolución de las luces de la que habla el libro es, por lo tanto, tan necesaria hoy como antaño. Porque, si bien es cierto que ahora la "cultura" así entrecomillada, es accesible a todos, no lo es menos que tal como nos llega para digerirla está manipulada, ordenada y dirigida por aquéllos parásitos. Por eso entrecomillamos la palabra cultura porque, para satisfacer las bastardas necesidades de malvados petimetres apoltronados con el objeto de continuar en el trono de su parcela de poder, la sirven adulterada para adoctrinar al pueblo. En España no olvidemos que hay diecisiete parcelas de poder desde donde se dirigen los ataques a la cultura de manera ordenada. Pues se dieron cuenta de que, cuánto más culto más libre será el pueblo. Eso no interesa.

La élite absolutista a combatir sigue existiendo aunque ha cambiado tronos absolutistas por presidencias autonómicas e Inquisición por periodistas e intelecutaloides comprados. De este modo se consigue embrutecer al pueblo para que no se pregunte por su destino. Si, paradójicamente tenemos la mayor población universitaria de nuestra historia, en nuestras universidades lamentablemente se les adoctrina en lugar de enseñarlos a pensar en libertad. Interesa un pueblo estúpido, uniformado y autómata mucho más que uno libre y contestatario. De modo que utilizan la cultura porque saben que, al ser incapaz de pensar, el pueblo no podrá comprender el marasmo de necedad y oprobio en que reboza su triste existencia.

Del mismo modo que han descubierto que, si se le corta las alas del intelecto, el pueblo será incapaz de diagnosticar los males de su tiempo. Igual le dará vivir en democracia o, como ahora, en una elitocracia cruel y sádica. Cuánto más inculto sea el ciudadano, más fácil será polarizar la ideología del país. Lo más sencillo de todo es hablar de malos y buenos sin entrar en matices. Para poder matizar hay que pensar y pensar no está a la altura de estultos. De modo que, al no pensar no seremos capaces de acabar con esa polaridad, lo que hará que continúe existiendo el bipartidismo corrupto que nos gobierna. Un bipartidismo que, por sí sólo, no tiene por qué ser malo. Ahí tenemos el ejemplo de Estados Unidos. Lo que sí es malo, empero, es que lo utilizan, para cubrir las bastardas necesidades, no sólo económicas, sino de poder de ambos polos de la sociedad. Estos polos no son sólo partidos políticos, pues también son dos grupos empresariales enormes conformado por todo tipo de empresas, que se necesitan y retroalimentan intercambiándose así el gobierno en una espiral infinita de subvenciones, pagos a terceros y corruptela. En pago de los votos emitidos por un pueblo pobre e inculto, se le dará un chusco de pan y así, de este modo tan barato, se le mantendrá contento y el gobierno garantizado. Chuscos a cambio de que no formulen preguntas incómodas. Chuscos a cambio de una defensa a ultranza de sus fines y de los de sus líderes. Garantizándose una parcela de poder para sí y sus protegidos a cambio de la estulticia popular y la destrucción (o, al menos, el resquebrajamiento) del país. Pues no les interesa que tengamos unas bases sólidas intelectuales, culturales que devendrán en mejoras sociales.

Se hace más necesario que nunca que haya una verdadera lucha intelectual y, por lo tanto, contestataria, al poder establecido. Con la mirada puesta en el bien común. Una lucha intelectual y patriótica. Ha llegado el momento de discutir de manera sosegada y razonable el diseño patrio. Es imprescindible que el ariete que abra el muro opaco de la ignorancia sea derribado por unos intelectuales que fomenten el librepensamiento e iluminen la sociedad. Tenemos, por lo tanto, que encender las luces de un país inabarcable culturalmente, para acabar con este oscuro papanatismo impuesto. Tenemos un país que es artísticamente inmenso y que, por un complejo provinciano e inculto, nos obstinamos en destruir. Un complejo fomentado por esas supuestas élites para mantenerse así en cada una de sus diecisiete poltronas. Encendámosle, pues, las luces a España de una santa vez. Cansa ver que, trescientos años después seguimos siendo un siniestro país en blanco y negro manejado por oscuros intereses. Porque que nadie dude que el problema de España es que siempre a las élites les ha interesado que seamos un país atrasado, hortera y provinciano. La misión pues de nuestros intelectuales debe ser encender las luces de nuestra patria destruyendo el oscuro lodo de la ignorancia en que esas malditas élites, obstinadamente, nos quieren mantener sumergidos.
 

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