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Diario YA


 

Cacofonías sindicales y peligro de involución hacia la izquierda

“Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema” Wiston Chuchill. 

Miguel Massanet Bosch.Es evidente que, los Sindicatos, en España, ya son incapaces de mover, como hace años conseguían, a las masas obreras; seguramente desengañadas por haber confiado en ellos para que les solucionaran sus reivindicaciones laborales ante los empresarios y haber comprobado que, en definitiva, lo que hacían eran solucionar sus propios problemas económicos a costa de ellos y de la patronal. Por ello, no es de extrañar que las manifestaciones sindicales del 1 de mayo hayan estado compuestas, en la mayoría de ellas, por los propios sindicalistas, los que viven a su costa y algunos representantes de empresas que están tramitando ERE’s para despedir personal o para bajar sus persianas al haber resultado insostenibles, en la actual situación de crisis económica, por la que estamos pasando en este país. Pero, si la concurrencia ha sido escasa, no lo han sido los excesos verbales de sus dirigentes sindicales, los señores Toxo y Méndez, representantes del sindicalismo más rancio y caduco, propio de finales del siglo XIX, que no han sido capaces de asimilar el nuevo sindicalismo europeo capaz de modernizarse, aprender a distinguir el grano de la cáscara y de sustituir los obsoletos agitadores revolucionarios de la hoz y el martillo por técnicos expertos y hábiles negociadores, idóneos para razonar con las mismas armas y conocimientos que los representantes de la patronal y, por ende, utilizando el mismo lenguaje que les permite valorar, con idénticos parámetros, aquello que se puede pedir a favor de los trabajadores sin que, con ello, se perjudique la rentabilidad de la empresa, logrando así conjugar los intereses de unos y otros. Escuchar, en nuestros días, alusiones al general Franco después de 75 de que terminara la Guerra Civil; hablar de empresarios opresores o criticar al Gobierno por haber reformado las leyes laborales; cuando todos somos conscientes de que, sin que se hubiera tomado esta decisión, en estos momentos había sido Europa la que se hubiera encargado de hacerlo, con más dureza y menos contemplaciones, mediante un rescate mucho más extenso y opresivo para todos los trabajadores y pensionistas. Lo curioso es que, después de 7 años de grave crisis, cuando los socialistas dejaron el poder y a España endeudada, en grave situación de financiación y con la amenaza del rescate sobre nuestro país; se sigan empeñando en acusar el actual Gobierno de que, en dos años, se hayan producido 800.000 parados más si, desde el inicio de la crisis ( que no quisieron admitir), ellos consiguieron con su mal gobierno y sus despilfarros, que se alcanzaran los cuatro millones de parados, amén del cierre de cientos de miles de empresas pequeñas y medianas. ¿A que viene ahora el extrañarse de que, el estropicio que crearon, no sea fácil de reparar y se precisen grandes esfuerzos; después de que dejaran a la nación sin un duro, endeudada y con un déficit público cercano al 12%? El que ahora hablen de que se constituya un fondo de 50.000 millones de euros para invertir en los parados, es como si pidieran un milagro del Cielo, cuando saben positivamente que las naciones ricas de Europa, que sustentan el BCE y el propio FMI, no van a pasar por el aro y que lo probable sea que nos pidan más ajustes, para activar la producción industrial y la actividad empresarial, situarnos en condiciones de competitividad con el resto de empresas de la CE y que, con ello, se pueda empezar a crear nuevo empleo en un periodo relativamente breve. ¿Cómo se puede entender que, con un endeudamiento que, para dentro de un año, se cree que llegará al 105% del PIB; ante la necesidad de seguir rebajando el déficit fiscal público (tanto estatal como el de nuestras CC.AA); a los sindicatos se les ocurra pedir aumentos salariales para aquellos trabajadores que tienen empleo cuando, a duras penas y a costa de seguir endeudándonos, se puede seguir pagando a los casi seis millones de parados existente en España? Todavía estamos esperando los planes milagrosos que nos anunció el PSOE, que suponemos serán similares a los planes que los sindicatos europeos, adoptados por UGT y CC.OO; basados en una UE convertida en una especie de ONG, recaudando dinero de los países comunitarios para ir dando cobertura a 26 millones de parados. ¿Cómo es posible que existan mentes tan cerradas, actitudes tan absurdas o proyectos tan cerriles que puedan pensar que, en una economía global, en la que todas las naciones del planeta compiten para vender sus productos, se pueda actuar con tanta irresponsabilidad? Una economía en la que los costes de producción se han convertido en la principal preocupación de cualquier industrial y el recurso a la telemática, la ofimática, la robótica o cualquier otra técnica, que contribuya al ahorro de salarios caros, se está imponiendo en todos los países; no puede asumir, y menos en una UE que aspira a competir con China, la India, el Brasil o los mismos EE.UU, el crear un fondo, como el de los 80.000 millones que se han dotado para el rescate de los países con problemas económicos o bancos en dificultades, precisamente para evitar que sean los ciudadanos, como ha ocurrido en anteriores ocasiones, los que acaben siendo los paganos de estos fracaso comerciales. La política debe dar preferencia, llegado a este punto de la reestructuración de la CE, el comenzar a conceder créditos a las empresas, en especial a las pequeñas empresas y autónomos. La base del tejido industrial, para que sean ellos, los emprendedores, los que, con sus ideas y asumiendo riesgos, reactiven la demanda y empiecen a producir puestos de trabajo y sean ellos los que den los primeros pasos para ir generando confianza, desarrollo y oferta que, poco a poco, vayan haciendo girar las pesadas ruedas del engranaje industrial que, una vez que han comenzado a rodar, es posible que la creación de empleo sea cada vez más rápida y vayan llegando las mejoras salariales. El que pretenda que este proceso se adelante, utilizando para ello medidas como la de ir ahogando a las empresas, exigiendo salarios que no se pueden pagar, reclamando al Estado subvenciones que no se pueden atender y creando problemas en las calles, soliviantando con falsas promesas, engañando con utópicos sueños de igualdad o fomentando los desórdenes callejeros y los enfrentamientos con las fuerzas del orden; no van a conseguir otra cosa que desaprovechar todos los sacrificios que el pueblo español ha tenido que soportar durante estos siete años y echar a perder las incipientes señales de una recuperación que, naturalmente, no estará exenta de momentos difíciles pero que será el único camino hacia a la estabilización de la nación. O así es, señores, como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, temblamos por el porvenir de España.

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