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Dios salve la razón: el Papa de lo esencial

Pablo Velasco. 22 de abril.

Hace unos meses pudimos leer en este mismo diario un lúcido artículo del profesor Escandell titulado “Fideísmo, el mal de nuestro tiempo”, en el que se denunciaba el peligro que supone “pensar que a la fe pertenece en exclusiva algo que en realidad la pura razón puede alcanzar”.
Este año, a más de diez años vista de la publicación de la encíclica Fides et Ratio, de Juan Pablo II, la cuestión sigue siendo un punto clave para entender correctamente el mensaje cristiano, y responder a la falacia del supuesto enfrentamiento entre fe y razón, desmontando la presunta idea de que seguir a Cristo es algo irracional.
Un tiempo el nuestro, como afirmaba Escandell en el citado artículo, en el que hemos permitido que el fideísmo haya tomado posiciones en la Iglesia. Un tiempo marcado y etiquetado de postmoderno que enarbola una razón cercenada, mermada. Una razón identificada con la ideología del cientifismo que ha renunciado a conocer la verdad. Una auténtica paradoja: por un lado se trata de una época que se jacta de haber entronizado a la razón, pero por otro lado, esa misma corriente acuña un concepto de razón sumamente débil, imposibilitada para todo acceso honesto a la realidad. 
Este paisaje es el que ha recibido a Benedicto XVI, al que ya llaman “el Papa de lo esencial”, porque como un humilde servidor en la viña del Señor, se ha puesto manos a la obra y ha comenzado su enseñanza desde lo fundamental. En esta línea se disponen discursos y alocuciones de los que ni una línea son en balde: Ratisbona, el discurso no pronunciado de la Sapienza, Verona, su última visita a Francia y la respuesta al discurso del presidente Sarkozy junto con el discurso a los intelectuales, o su intervención en la asamblea general de Naciones Unidas.
Todos ellos van constituyendo un corpus doctrinal que exige un posterior estudio. En esta línea aparece el volumen Dios salve la razón, que a partir del histórico discurso en Ratisbona, “Fe, verdad y universidad”, reúne textos de pensadores que representan distintas respuestas y propuestas al reto lanzado por el Papa. Porque las intervenciones de Benedicto XVI, sus tomas de posición, provocan y suscitan reflexión. Y así ha sucedido, y de ello es testigo Dios salve la razón. En él encontramos a pensadores creyentes, agnósticos y ateos; cristianos, judíos y musulmanes; todos ellos hombres de actualidad y reconocidos ensayistas. Nombres como André Glucksman, Rober Spaemann, Joseph Weiler o Sari Nusseibehd, Jon Juaristi o Gustavo Bueno. Así se suceden a partir de Benedicto XVI cada uno de los mencionados, girando sobre tres pilares fundamentales: Dios, la salvación y la razón.
La crisis del mundo moderno no es una crisis de fe, de creencia, sino de pensamiento, de razón.
 

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