Principal

Diario YA


 

Editorial: "Bermejo y cía"

Nos equivocamos los periodistas, se equivoca el principal partido de la oposición (también en esto) y se equivocan los ciudadanos que crean que aquí el problema de los problemas y el mal de los males es Bermejo. Se confunden también los pocos que aún se empeñan en pedir su dimisión, cuando todo el mundo sabe (o debería saber) que en España no dimite absolutamente nadie pase lo que pase, porque simplemente el umbral de la vergüenza ha bajado hasta las alcantarillas de la moral. De manera que, si les parece a ustedes, no perdamos mucho el tiempo con nimiedades.

Bermejo es una herramienta más de Zapatero para desesperar (o, al menos, intentarlo) a quienes no están de acuerdo con su forma de desgobernar. Una simple herramienta, un ser de usar y tirar, como Malenie, como Aído, como Pepiño, como toda la pléyade de incompetentes y bufones que le rodean, de chulapos con maneras de comisario político (y cara de matón de checa), cuyo único fin es proteger al Jefe de las inútiles críticas que hacemos los "rebeldes" a su régimen. ¿Echar a Bermejo?, ¿para qué, para llevarse él los golpes? Zapatero es retorcido, pero no idiota.

España está para cogerla con guantes, porque pringa. Huele a corrupción por todas partes, sufre una descomposición interna que le da un aspecto fétido e indeseable, y eso es mérito de Zapatero en un porcentaje muy alto. Él lo sabe. No puede tener ministros competentes y educados, porque entonces claramente el que sobraría sería él. Por tanto, procedía, y aún procede, tener por ministros a personajes de opereta, de comedia de Lope: el chulo, la tonta, el golfo, el ladrón, la "fresca"...Gente que sólo cumple una función: poner de los nervios a todos los que conservamos un miligramo de cordura, y vemos que son lo que realmente son.

Más preocupante es esa otra parte de la población que, esclava de su ideología izquierdista, traga lo que haga falta con tal de salir cada mañana a la calle sabiendo que su partido está en el poder. Esas personas que han echado el cierre al cerebro, malvendiendo sus neuronas, cambiando su condición de ciudadanos por la de hooligans, con todo lo que ello representa. ¿Qué dirán en la oficina cuando les pregunten por la titular de Fomento?, ¿que dirán acerca del episodio cinegético, de la venta de la Justicia en un puesto de baratillo en medio del campo?

Háganos caso, Rajoy. Desengañaos compañeros editorialistas de nuestra triste España: aquí no dimite ni el Tato. Perdemos el tiempo y las fuerzas al perseguir un objetivo completamente imposible, y que además no resolvería ninguno de los grandes problemas que tiene este país. ¿Qué ganamos con echar a Bermejo, si su sustituto fuera Garzón, por ejemplo?, ¿es que hay alguien en el entorno de esta izquierda irresponsable y desvergonzada, amoral y traidora, cainita y chekista, que nos pudiera transmitir un poco de tranquilidad?

Jueves, 19 de febrero de 2009.

Etiquetas:editorial