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Diario YA


 

Editorial: "De Atenas a Pinto"

Lo que ocurrió ayer en Pinto es una parodia perfecta de la política española postmoderna. La política precocinada a fuego lento durante la idolatrada Transición y escalfada al gusto separatista y marxista, o sea traidor a España, para vergüenza de los pocos españoles que aún conserven la suficiente lucidez como para indignarse. Después de este suceso, ya nadie podrá hablar en nombre de la democracia española, porque la democracia en España sencillamente no existe.

¿Puede ser democrático un sistema en el que se permite que tres individuos, asociados a última hora con el único factor en común de su ambición por el poder, echen de la alcaldía de un pueblo a quien ha sido libremente elegida por la mayoría de los votantes, sin que medie ningún delito que pueda invalidar el resultado electoral?, ¿es democracia contemplar a un sujeto que fue condenado por prevaricación mientras estuvo en la alcaldía, y que ahora vuelve, tras ser indultado por el socialismo felipista, imaginamos que con parecidos métodos y valores?

Ésta es la izquierda que va repartiendo certificados de buena y mala conducta, de carca o de progre, ésta es la izquierda que ha engatusado a la inmensa mayoría de las personas de buena voluntad y al 100% de los malvados. A este sistema pútrido e infecto, en las antípodas de lo que quiso Pericles en la Grecia clásica, pero también de lo que soñaban los más ilusos del postfranquismo, la giliprogresía le llama alegremente “democracia”. Y el resto, damos palmas con las orejas.

Ya es poco decoroso, aunque totalmente legítimo, preparar una moción de censura contra un partido que gobierna con una minoría exigua que le hunde en la debilidad de una gestión ruinosa; pero gobernar sabiendo que uno ha perdido las elecciones, apoyado en un comunista condenado judicialmente en su día y luego indultado, y por un señor que ayer apoyaba al PP, hoy al PSOE y mañana al que mejor le trate, simplemente repugna la moral y certifica que este simulacro de Estado de Derecho hiede.

Y a todo esto, ¿qué opinan los vecinos de Pinto?, ¿alguien se ha molestado en hacer encuestas, ya que el referendum parecía excesivo? No saben y no contestan. A nadie le importa lo que piense el pueblo de este mamoneo-choriceo consuetudinario, porque al pueblo de Pinto hasta dentro de tres años lo que le toca es comer (o sea, consumir) y callar. Ya se encargan sus representantes de “gestionar democráticamente” sus votos.

Martes, 23 de diciembre de 2008.

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