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Diario YA


 

Editorial: "El cacique venezolano"

El referéndum celebrado en Venezuela que pretende convertir en cacique permanente del país a Hugo Chávez es una noticia muy preocupante, no sólo para los habitantes de aquella nación hermana, principales víctimas de un régimen despótico que provoca grima a estas alturas, sino para el conjunto de la población mundial. El tirano, que desde su llegada al poder se ha comportado como un auténtico dictador populista de izquierdas, quiere prolongar el tiempo del marxismo en el mundo algunas décadas más.

Porque no es otra cosa Chávez que el continuador del castrismo. Sólo hay que ver el suceso ocurrido al periodista y europarlamentario Luis Herrero para ver lo que es hoy Venezuela: el chiringuito particular de un sátrapa que no respeta nada ni a nadie, y que sólo tiene un objetivo, que es mantenerse en el poder hasta el fin de sus días. Causa verdadero espanto, conociendo el recorrido sangriento que Castro ha seguido durante medio siglo en Cuba, pensar que en Venezuela sucederá lo mismo, o cosa parecida.

Y no debemos echar balones fuera a la hora de buscar responsables: Europa, con su inexplicable pasotismo, con su tendencia a la burocratización inútil y cara, con esa seña de identidad casi exclusiva que es el desinterés por todo lo que no sea recaudar dinero, es uno de ellos. El Viejo Continente tiene el dudoso honor de haber estado cuatro décadas sin mover un dedo para acabar con el régimen dictatorial de Cuba, y de tener una actitud más que comprensiva con un cacique de vía estrecha como Hugo Chávez.

Los socialistas españoles, eternos amigos de cuantos dictadorzuelos y tiranillos se escondan en el planeta siempre que empuñen la hoz y el martillo, son también responsables del ascenso al poder y de las pretensiones totalitarias de este personaje. Los socialistas, esos demócratas que nunca han defendido la democracia, esos demócratas que han generado dictaduras por todas partes, esos demócratas que hasta no hace mucho amenazaban en el Parlamento a sus rivales políticos para después asesinarlos en la calle, tienen que explicar por qué apoyan a Hugo Chávez; qué esperan de él, en qué quieren imitarle, por qué desean seguirle.

Venezuela no puede ser abandonada a su triste suerte. Si nadie hace nada, si Estados Unidos responde con indiferencia a los permanentes ataques que recibe de Chávez, si Europa sigue siendo igual de cobarde, miserable e hipócrita que hasta ahora, si los ciudadanos no tomamos conciencia de lo que supone que un sujeto como éste se pueda mantener en el poder de por vida, estaremos condenando de facto a millones de personas a la ruina personal y a la desesperanza. Si ha de convertirse en sátrapa perpetuo, sea; pero no con nuestro silencio cómplice.

Lunes, 16 de febrero de 2009.

Etiquetas:editorial