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Diario YA


 

Editorial: "Expulsados del poder"

Pocas veces se ha retratado el nacionalismo mejor que en las últimas horas, las que van desde el domingo a las ocho de la tarde hasta el mediodía de ayer. Pocas veces ha quedado tan clara su concepción de la política y de la democracia, del ejercicio del poder como negociete particular, como forma de perpetuar la casta privilegiada. El PNV ha dicho rotundamente que es una agresión inaceptable desalojarle del poder, aunque sea con un respeto riguroso de las reglas del juego democrático; lo que equivale a creer que, como partido, está por encima de las instituciones.

A un partido tan antidemocrático como el PNV, que algún día tendrá que explicar a la sociedad por qué su fundador se dedicó siempre a hacer una exposición pública de su racismo intransigente, así como otras curiosas anécdotas relacionadas con el nazismo alemán, sólo le faltaba un medio de comunicación como El País haciéndole el juego permanentemente. Ayer, el diario del Grupo Prisa utilizaba en su antetítulo de primera la palabra "expulsión" para referirse al hecho de que el PNV pueda perder el poder en Vascongadas. ¿Expulsión?, ¿perder el poder después de treinta años de ejercerlo equivale a "ser expulsado"? Curioso criterio periodístico, muy curioso.

Más allá de que, como decíamos ayer, el nacionalismo es un hecho ridículo y lamentable en un mundo que es ya una aldea global, y en el que carece por completo de sentido estar inventando nuevas fronteras, resulta especialmente penoso comprobar cómo la casta nacionalista, en Vascongadas como en Cataluña o Galicia, una vez asentada en el poder, se cree con derecho a conservarlo eternamente, seguramente porque cree ser la elegida por la Divinidad para conducir a su pueblo. Todo por el pueblo pero sin el pueblo, parece ser su eslogan existencial, poco compatible, desde luego, con sus halaracas sobre la democracia y los derechos humanos.

Vascongadas es hoy una región más pobre, con una ciudadanía más atemorizada, con unas estructuras más corruptas y con un futuro más incierto gracias, fundamentalmente, al nacionalismo vasco, en cualquiera de sus variadas modalidades, la de Neguri High Class o la de la herrikotaberna candidata number one a ser reventada por la maza de España. Y el PNV, que nació en la mente enfermiza de un lunático racista, es hoy un partido que odia la democracia porque no entiende que el pueblo al que ha gobernado decida que desea un cambio en el poder.

Por eso, es de vital importancia que Pachi López deje a un lado sus desacertados flirteos con el mundo proetarra y aberchale, sea consciente de la grave responsabilidad que debe asumir tras el resultado electoral del pasado domingo, y construya un proyecto político de auténtica libertad para los ciudadanos, que arrincone a los terroristas, disuelva las fuentes de las que bebe ETA y haga que España esté presente cada día en cada rincón de aquella tierra espléndida. Sólo así merecerá el apoyo de quienes deben darle la gobernabilidad de Vascongadas.

Miércoles, 4 de marzo de 2009.

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