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Diario YA


 

Editorial: "Hermano Neira"

La razón por la que la opinión pública sigue con atención la evolución médica del profesor Jesús Neira es porque no se trata de un simple enfermo que intenta sobrevivir a la brutal paliza que le propinó un salvaje. Es mucho más que eso. El “caso Neira” es un aldabonazo a nuestras conciencias, la evidencia de que quien va contracorriente en la sociedad actual termina pagándolo muy caro. Nos llega, nos estremece y nos interesa porque cualquiera de nosotros podía haber terminado ese 2 de Agosto en un hospital.

Ni siquiera es nuevo que por la calle circulen diariamente asesinos en potencia, bestias antropomórficas. Los ha habido siempre. La cuestión es qué hacer cuando uno observa que se está cometiendo una injusticia con una persona a la que no conoce de nada. La inmensa mayoría de la gente lo tiene claro: pasar de largo. Neira decidió que no, que era necesaria la audacia, que no podía mirar hacia otra parte, que esa mujer agredida podía ser la suya, o una hermana, o una hija. Las consecuencias fueron terribles.
 
En una sociedad tan terriblemente individualista, donde las relaciones interpersonales son siempre comerciales o de interés, en un mundo tan descaradamente inhumano, tan realmente insolidario, el gesto de Neira tiene un valor incalculable. No sólo porque pusiera en juego su vida (probablemente nunca imaginó que iba a recibir tal paliza), sino sobre todo porque se preocupó por una desconocida como si fuera un familiar. Ahí hay hermandad, ahí está la mano del Señor…, y también su Cruz.
 
Todo acto de amor verdadero implica casi siempre un sacrificio. Un hombre no sabe nunca dónde le aguardará la muerte, pero sí debe saber, a cierta edad, dónde tiene la mano derecha. Debe saber distinguir entre el bien y el mal, debe estar seguro de que cuando mueve un dedo por el prójimo es porque tiene la obligación moral de hacerlo, aunque no le vaya a reportar beneficio alguno. Un hombre que alcanza su madurez con esa determinación puede estar orgulloso de haber hecho un recorrido vital envidiable.
 
Gracias a Dios, Neira se recupera lentamente. Su mujer ha confirmado que, aunque sigue en coma, ya mueve ligeramente la cabeza y desvía su mirada hacia el lugar desde el que le hablan. El Padre está con él. Y cuando salga de ese hospital debe llevar su cabeza muy alta porque se ha comportado como un hombre de bien. No como un héroe, no, mucho más que eso: como un hombre de bien. Feliz de regresar a esta vida maravillosa en la que las personas podemos demostrar que somos, ante todo, criaturas de Dios.

Domingo, 12 de Octubre de 2008.

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