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Diario YA


 

Editorial: "La Navidad atea"

Confirmado: ha escocido, y mucho, tanto en la izquierda giliprogre como en cierta parte de la derecha liberal (centro-reformista, etc.) el exitazo de la concentración de las familias el pasado 28 de diciembre, con más de un millón de almas junto al banderón de España en la Plaza de Colón de Madrid. Porque claro, parece que la Iglesia en España son cuatro viejas yendo a misa los domingos, pero resulta que luego convoca un acto en pleno diciembre, con un frío que pela, y acude un millón de personas. ¿Será verdad que está acabada la Iglesia, como dicen los ateos, agnósticos y otras especies?

El caso es que, si uno reflexiona, no deja de tener su gracia que sean precisamente los descreídos quienes más empeño ponen todos los años en “celebrar” la Navidad, que es una fiesta cristiana. Bien es cierto que lo celebran a su manera, que es haciendo más rico al dueño de los grandes almacenes más famosos de España y saliendo mucho a bares, restaurantes, bingos y cines, si bien con esto de la crisis más de uno se ha visto obligado a una austeridad obligada, y no precisamente por razones espirituales.

Con la misma desfachatez, morro de oso hormiguero y cara dura como el cemento armado con que disfruta de su paga extra de julio, sabiendo (y si no lo sabe, gustosos se lo contamos ahora) que fue una creación del franquismo, la rojambre nacional agarra las panderetas, las zambombas y el confeti, se llena la boca de polvorones, deja la tienda para irse a esquiar o se pule en quince días el crédito que ha pedido en el banco ad hoc, con el fin de celebrar “las navidades”, así en plural, demostrando que la coherencia nunca ha sido su fuerte.

No conocerán ustedes a ningún ateo que, en señal de protesta y rebeldía ante una celebración en la que no cree, renuncie a sus vacaciones, devuelva la paga, cancele sus billetes de avión a Cancún, y se quede en la oficina, trabajando como un paria de la tierra, haciendo grande a este país con el sudor de su frente. Ni hablar. Me cachondeo de la Iglesia todo lo que puedo, blasfemo sin descanso, llevo una vida totalmente alejada del camino de Dios, pero luego soy el namberguan de “las navidades” y me falta tiempo para llenar de gorditos con barba y traje rojo la cocina de casa. La repera.

Hace años producían vergüenza ajena. Hoy, solamente risa. Su modelo de relativismo a ultranza hace aguas por todas partes. Les falta algo en que creer, algo por lo que luchar que no sean todas las vaguedades de la sociedad postmoderna materialista. Por eso, porque su modelo social es un pingue que no hay por dónde coger, no tienen más remedio que ilusionarse con celebraciones cristianas. Porque, aunque se nieguen a admitirlo, sólo la idea de Dios, aunque la tengan envuelta en dudas, les da más calor al alma que todas sus milongas juntas.

Viernes, 2 de enero de 2008. 

 

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