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Diario YA


 

Editorial: "La serpiente y sus amigos"

Tras las últimas acciones propagandísticas de ETA (que algunos medios se apresuraron a poner en portada, facilitando, sin duda involuntariamente, la labor a los asesinos), ayer compareció el ministro de Interior para explicar que muy probablemente la banda no tenga un comando estable en Andalucía (región donde estallaron los artefactos explosivos, por suerte sin víctimas). La mala noticia es que, siempre según Rubalcaba, los etarras pueden seguir poniendo bombas en próximas fechas.

Naturalmente, claro que sí. ¿Qué esperaba el ministro que hiciera una banda de asesinos? Pues atentar, por supuesto. Atentar con el dinero que recaudaron durante la vergonzosa tregua en la que hubo agentes que presuntamente avisaron a miembros de la banda para que huyesen de una redada policial (el famoso “chivatazo”). Atentar contra personas cuyos datos personales están en manos de los proetarras en los ayuntamientos vascos donde se les ha permitido entrar.
 
Lo que produce escalofríos en este gobierno es su permanente negativa a aceptar responsabilidades o a pedir perdón por sus errores. Rubalcaba comparece ante la prensa para hablar de las últimas acciones armadas de la banda mafiosa como si fuera un mal endémico, o como quien habla de una tormenta o de una granizada. ETA, que llegó a estar contra las cuerdas a finales de los ´90, hoy vuelve a tener plena capacidad operativa porque ha dado con la horma de su zapato: un gobierno débil sin más proyecto para España que su partición.
 
Los dos grandes partidos (porque también el PP tiene mucho que decir al respecto) deberían preguntarse qué han hecho durante el último cuarto de siglo en relación al separatismo vasco y catalán. Qué parte de culpa tienen en el advenimiento de esa cultura profundamente antiespañola (y, por tanto, nihilista) que se resume en las siglas “Galeuzca”. Deberían reflexionar sobre si es lógico alimentar con una mano al nacionalismo “moderado” (ninguno lo es) para lamentarse luego de lo que hace el “radical”.
 
Pero ya lo ven: Ibarreche sigue con su pulso al Estado, sin nadie que le tosa. Jugando de tú a tú con la nación más antigua de Europa. Apelando a la democracia, mientras en la región donde gobierna se vive la mayor falta de libertades de todo el continente. Y por supuesto, los encargados de mover el árbol lo seguirán moviendo, faltaría más. Es parte fundamental en la estrategia.

Miércoles, 20 de Agosto de 2008.

Etiquetas:editorial