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Diario YA


 

Editorial: "Progresistas"

Sería bueno que los progresistas empezaran a explicar de una vez qué quiere decir eso de "progresista". Porque la palabrita se repite sin cesar, hoy en día es raro el individuo que no se define así (mientras dibuja una estúpida sonrisa de autocomplacencia), pero la realidad es que cuanto más intenta uno imaginar a qué se refiere ese pretendido "progreso", más se da cuenta de que en el fondo se trata de un camelo como un piano. Se da uno cuenta de que quienes se definen como progresistas lo único que no quieren es que progrese la especie humana.

Porque, veamos. Son progresistas (o progres, o giliprogres, dependiendo de la variante) aquellos que se muestran a favor del aborto y de la eutanasia. O sea, los que se muestran a favor de la muerte. ¿Y qué tipo de "progresismo" es ese que consiste en aniquilar al objeto de ese progreso? Porque en esos casos, el único "progreso" que se nos ocurre es el que lleva hasta la tumba, no lo hay en ningún otro sentido.

Otro ejemplo. Nos informan que Ángel Juanes es el nuevo presidente de la Audiencia Nacional. Un disgustazo para el inefable Garzón, que soñaba con poder cazar gaviotas desde tan privilegiada atalaya. De todas formas, no se aleja mucho del "modelo garzonista" el recién llegado, que trae el cartel de "progresista" y de tener posiciones muy próximas "a Moncloa y a Ferraz". Uy..., lagarto, lagarto. Y con la mayor inocencia y candidez nos preguntamos: ¿Qué significa, en la práctica, que el presidente de un tribunal como la Audiencia Nacional sea "progresista"?, ¿qué tipo de "progreso" va a propiciar este señor a aquellos que no comulguen con sus declaradas y archiconocidas tendencias políticas? El progreso hacia la cárcel, suponemos.

En general, ponerse el barniz de "progresista" equivale a poseer un plus de legitimidad y credibilidad personal, en oposición directa, claro, a los conservadores, fachas, nazis, filonazis, falangistas y otras especies en vías de extinción. El progre camina enhiesto, orgulloso de sí, encantado de haberse conocido, seguro de que está en el bando correcto, en el de los buenos. Ser de izquierdas viste, equivale a "apertura", a "consenso", a "tolerancia" y a "talante", equivale a "respeto" y a "equilibrio", a palabras que evocan paz, justicia y solidaridad. ¿Puede, pues, haber algo en la vida mejor que ser progresista?

Ahora, eso sí: no les lleves la contraria. No digas que te opones a algo que mantengan con cierta vehemencia, porque puedes salir por la ventana. No les demuestres lo errados que están (algunos, con h) que te lloverán epítetos largocaballeristas y azañescos. Y no defiendas lo humano, porque el progresismo no desea el progreso del ser humano, sino sólo de ciertos colectivos rentables electoralmente. Progresar, sí..., pero sólo los que nosotros digamos, que para eso estamos ungidos democráticamente. Menudo negocio se han montado.

Viernes, 27 de marzo de 2009.

Etiquetas:editorial