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quisiera completar el artículo de García de Cortázar con algunos relatos históricos que el historiador no cita

El anarquista Joan Peiró

José María García de Tuñón Aza. A últimos del pasado mes, el historiador Fernando García de Cortázar, publicó en el diario madrileño ABC un magnífico artículo sobre José Antonio Primo de Rivera,  reproducido más tarde en varios medios. Ahora, en el mismo diario, ha dedicado un artículo al anarquista Joan Peiró que fue ministro de Industria en uno de los Gobiernos de Largo Caballero, y que en este momento, si el lector me lo permite, quisiera completar el artículo de García de Cortázar con algunos relatos históricos que el historiador no cita y que para la historia de Falange son muy importantes.

Peiró representaba en aquellos años a uno de los sectores moderados de la CNT, aquellos que a punto estuvieron de unirse con los falangistas si Ángel Pestaña y José Antonio se hubieran entendido. Peiró que una vez terminada la guerra huyo a Francia fue capturado por la Gestapo y devuelto a España donde sería sometido a juicio y condenado a muerte a pesar de que  antes de cumplirse la sentencia, nos dice  García de Cortázar, sin citar nombres –los citaremos nosotros más adelante̶ – dirigentes del sindicalismo vertical intentaron de que se uniera al régimen como más tarde lo hizo su compañero Juan López que también fue ministro con Largo Caballero.

Joan Peiró, nos sigue diciendo García de Cortázar, pertenecía a esa generación de sindicalistas, salidos de los espacios más humildes de la clase obrera, duros negociadores en su lugar de trabajo -porque nunca se «profesionalizaron» para abandonarlo-, ambiciosos en la adquisición de saber y en la voluntad de construir redes culturales al servicio de los trabajadores. La revista en la que escribió con más asiduidad, precisamente en los momentos de mayor conflicto con los sectores insurreccionales de la FAI fue «Cultura libertaria».

Lo que no nos dice García de Cortázar son los nombres de aquellos falangistas que intentaron salvar la vida del anarquista durante el consejo de guerra  celebró en Valencia. Entre otros podemos dar el nombre Miguel Primo de Rivera , según cuenta el que fue abogado en la zona republicana Pérez Verdú en su libro Cuando Valencia fue capital de España. También Luys Santa Marina, y en torno a él falangistas intelectuales de Barcelona, Luis de Caralt y Martín de Riquer, que  intervinieron activamente en defensa del hombre que estaba siendo juzgado y así lo recoge el antiguo miembro de las Juventudes Libertarias Antonio Téllez en su libro La red de evasión del grupo Ponzán, donde dice que el falangista Luys Santa Marina llegó incluso a ofrecerle cargos en los sindicatos franquistas y obtener así inmediatamente el indulto, pero Peiró prefirió el fusilamiento. Asimismo el propio abogado defensor, el capitán Luis Serrano, relata en una carta reproducida en el libro Juan Peiró, teórico y militante del anarco-sindicalismo español, editado en 1978 por su hijo José Peiró, dice haber mantenido un cambio de impresiones con Luys Santa Marina y con el también falangista  Adolfo Rincón de Arellano (éste había tenido a su padre condenado a muerte en la Prisión Militar de Monteolivete por los nacionales), con el objeto de  ponerse de acuerdo y no fallar en las preguntas que iban a hacerle al primero porque actuaría como testigo de descargo.

De nada sirvieron las declaraciones a favor del reo, por parte de las personas mencionadas. Tampoco sirvieron las palabras del abogado defensor  que basó su defensa en la tesis de José Antonio sobre el sindicalismo obrero. «¿Cómo podía condenarse a un hombre por su único pecado de ser verdadero sindicalista cuando esta condición la incorporaba a su bandera la revolución redentora de España que predicó ilusionado el fundador de la Falange?», termina preguntando Francisco Pérez Verdú en su libro citado.

Peiró fue fusilado el 24 de julio de 1942 y que según nos dice el autor de La muerte de Durruti, Joan Llarch, formaba parte del grupo Salud  y que gracias a uno de ellos, Juan Saña, fue posible que José Antonio Primo de Rivera tuviera una entrevista con Ángel Pestaña con el objeto de atraer hacia Falange a la organización sindicalista CNT. No pudo ser en ese momento ni nunca porque como muy bien dijo Luys Santa Marina, otros «vinieron después cuando el sol doró el agosto, cuando ya había una segura y ancha calzada que unía el pasado y el porvenir de la Patria hecha con huesos de Caídos, de nuestros Caídos». O como también escribió Rincón de Arellano::«Peiró no murió por haber dicho que no a aquel ofrecimiento (se refiere al que le hizo el falangista Luys Santa Marina), sino que murió porque alguien trataría de evitar, que en un futuro él y su gente pudiesen colaborar con una Falange, que decía que no era de derechas ni de izquierdas».

                                                        
 

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