Principal

Diario YA


 

“El resto de España es tan culpable como Cataluña del separatismo”, Pérez Reverte.

El comunismo y separatismo catalán, sosteniendo el gobierno de Sánchez

Miguel Massanet Bosch.
Ya tienen lo que han estado buscando desde que llegaron a España de la mano y subvencionados por el gran sátrapa de Venezuela, señor Maduro. Ni en el mejor de sus sueños el señor Pablo Iglesias, de los Iglesias de siempre, hubiera llegado a imaginar que La Vanguardia el periódico del soberanismo catalán, le iba a dedicar un espacio tan grande y un título tan llamativo en la portada de este domingo. Para este nuevo miembro de la burguesía española (no todos los comunistas ni trabajadores españoles disponen de un chalet en lo más selecto de la sierra madrileña, ni un sueldo tan suculento como el que el Estado les proporciona a él y a su pareja, la señora Montero) ha llegado el momento de poder ejercer toda su maléfica influencia desde el lugar donde mejor está en condiciones de promocionar sus alegatos filocomunistas: el gobierno de la nación. Sabe perfectamente que su mejor aliado en estos momentos no es, precisamente, el señor Pedro Sánchez que sólo lo utiliza para garantizarse el poder y su mantenimiento en la presidencia del Gobierno. Sus verdaderos compañeros de viaje hacia este lugar al que quieren, unos y otros, conducir a la nación española, se encuentra en una alianza con los separatistas catalanes y vascos.
Hay que reconocer que se trata de una persona hábil, astuta, versátil y carismática para este sector de la población que podríamos calificar como antisistema, progre, ácrata, revanchista y esencialmente anticapitalista y contraria a cualquier tipo de liberalismo y, por supuesto, crítica con la religión, especialmente la católica por aquello de que, en cierta manera, pueden llegar a ser sus más directos competidores en su influencia en las clases peor dotadas de la sociedad. Y ya que comentamos lo de la laicidad de Podemos y su evidente rechazo a todo cuanto pueda estar relacionado con la religión católica y, evidentemente, con la competencia que la enseñanza impartida por los colegios religiosos con la que se ven imposibilitados de luchar debido a que, la enseñanza pública en España adolece de vicios capitales, como la indisciplina, un problema del que está exenta la enseñanza religiosa.
Por ello su interés en acabar con la enseñanza concertada en un intento, baldío creemos, de volver al sistema implantado por el gobierno del señor Manuel Azaña y la expulsión de las órdenes religiosas de la enseñanza en España (la famosa Ley de Congregaciones Religiosas de 1936). En todo caso deberían los actuales gobernantes, antes de tomar medidas parecidas a las del célebre político de reconocidas fobias hacia el catolicismo, tomar nota de lo que sucedió a la enseñanza a partir de aquella prohibición que, como es habitual en medidas de parecido calado, no se valoraron los efectos ni los maestros con los que la II República contaba para poder sustituir a los numerosos centros de enseñanza religiosa que dejaron de impartir enseñanza a partir de aquella Ley, lo que desembocó en una carencia de escuelas que motivó que una parte importante de los pueblos de España quedaran desasistidos o sin una enseñanza de una mínima calidad.
Estos días hemos tenido ocasión de ver como la vicepresidenta, señora Calvo, recibía “efusivamente” al nuevo nuncio del Vaticano, monseñor Bernardito Cleopas Auza lo que, en apariencia podría dar una falsa impresión sobre la realidad de los planes del nuevo ejecutivo con relación a la Iglesia católica. En realidad, suponemos que gracias a la presión de los ministros de Podemos, parece que se está moviendo de nuevo el tema del pago de impuestos por los bienes inmuebles que posee la Iglesia en España y, según noticas recientes, da la sensación como si el Estado pretendiera una coparticipación en la administración de los bienes eclesiásticos y en las distintas fuentes de financiamiento de las que se nutre la Iglesia católica, para poder financiar todo el conjunto de actividades de toda índole, educativas, asistenciales, misioneras etc. que forman parte esencial de las funciones propias de la iglesia vaticana. No podemos dejar de pensar en los resultados de la Ley de Azaña respeto a la enseñanza en España y a la imposibilidad de la República para suplir la enseñanza religiosa. Seguramente vamos a tener ocasión de ver cosas extraordinarias en esta legislatura que nos aguarda.
Verán ustedes, hay cosas que parece que se las ha inventado una criatura de dos años. Recapitulemos un poco y veamos lo que sucedió en los pasados comicios legislativos  del mes de noviembre pasado. Sí es cierto que, los asesores del señor Sánchez le habían prometido unos resultados esperanzadores que le iban a permitir gobernar prácticamente sólo o con el apoyo de otros partidos de los considerados como constitucionalistas, lo que le hubiera permitido gobernar con más comodidad y menos amarrado por los pactos que ha tenido que contraer para conseguir los apoyos necesarios para poder gobernar. La realidad, no obstante, no sólo dejó en mal lugar a quienes impulsaron a Sánchez a tomar la decisión de ir a las elecciones, sino que dejó una situación mucho más enrevesada que la anterior. El PSOE no sólo no ganó escaños, sino que perdió 3 y 700.000 votos (¿Cómo es posible que se les haya llenado la boca presumiendo de haber sido los más votados, si lo que sucedió fue uno de los descalabros más sonados desde que Sánchez ocupó la secretaría general del PSOE?)
Se les cayeron los palos del sombrajo encima y tuvieron que improvisar. Podemos tampoco pudo revalidar resultados perdiendo 7 escaños respecto a la anterior votación, una situación comprometida para el señor Pablo Iglesias que acababa de pasar por el mal trago de tener que explicar a sus camaradas el haber adquirido un casoplón enorme, con piscina y 2.000 metros de terreno en una de las zonas más exclusivas de Madrid, para él y su flamante esposa, su compañera de Gobierno y cama, la señora Inés Montero. Solución para parar el desastre que amenazaba con caer sobre su candidatura: una reacción rápida, apenas sin pensarla, un cambio radical respeto a los posible compañeros de viaje que había considerado Sánchez que le podrían  acompañar en su nuevo gobierno. Del insomnio que le causaban los de Podemos a la unión más fraternal, efusiva y cariñosa que se pudiera considerar como el límite máximo respecto a lo que podrían considerarse otro tipo de relaciones más personales.
Y ya tenemos a este señor, que ahora presume de estadista, instalado en el consejo de ministros, al lado del señor Sánchez con el que, al parecer están a partir de un piñón. Pero este señor, este prócer del linaje comunista venezolano, es un verdadero maestro en la mudanza de tácticas y, ahora, toca la sumisión, pero ya habla de una “Agenda” para el año 2030. ¿Tan largo me lo fiais? Si apenas sabemos lo que va a ocurrir dentro de una semana; si España va a tener que soportar algún tipo de parón económico; si los separatistas deciden apoyar a Torra o si en Cataluña se van a convocar nuevas elecciones que paralicen los cambios previstos o si Europa, según vea cual sea el desarrollo de la política progre del nuevo gobierno, la acepta o por el contrario, decide apretarnos las tuercas para que nos ciñamos a aquellos acuerdos que convinieron con el gobierno del señor Rajoy. Pero ¿si ustedes ya están hablando de acabar con la reforma laboral que permitió invertir el signo del desempleo en España y empezar la recuperación?
Siguen soñando, en pleno éxtasis de estupidez intelectual, en la idea utópica de poner en práctica un sistema de gobierno que, aparte de los muertos que ha venido causando en cada ocasión que se ha querido implantar, siempre ha fracasado en su gestión económica, como ocurrió con los países situados detrás del famoso muro de Berlín. En realidad, no seamos tan tolerantes con ellos, lo que tienen en mente todos estos activistas y las feministas que forman parte de semejante mezcolanza, no es más que llegar al poder (algo que, como se ve, ya van consiguiendo) para, una vez situados en la cúpula del mando empezar a presionar a los socialistas para que se avengan a tocar aquellos aspectos de la política ( hablamos de la lucha contra la iglesias, la promoción de la  homosexualidad, los recortes del derecho de propiedad, la limitación de las libertades individuales y todos aquellos aspectos que va a significar una mayor intervención del Estado en la vida particular de los ciudadanos.
Claro que esto supone que más de la mitad de los españoles que votaron opciones de centro derecha, más de los que votaron a las izquierdas pero que, por el efecto maléfico de la Ley D´Hont que otorga un valor distinto al voto de las pequeñas circunscripciones, que al de las grande aglomeraciones de personal; ahora, después de exprimir a base de sobornos, concesiones y dejaciones de autoridad, el apoyo de todos estas pequeñas facciones de votantes que, apenas se ven dentro de los 47 millones de españoles; pero con el efecto catastrófico de poner el poder en manos de aquellos que lo que han estado intentando hasta ahora ha sido la división de España, el cambio del sistema de Monarquía parlamentaria a lo que, con toda posibilidad y dentro de los planes secretos de los socialistas con los comunistas y los separatistas, querrán convertir en República comunista, sin más aditamentos.
O así es como, señores, desde la óptica de un simple ciudadano de a pie, tenemos que escuchar, con paciencia, pero indignados, como un periodista de La Vanguardia, un tal señor Amat, que habla de un canal televisivo (sin duda, el de Jiménez Losantos)  con las siguientes palabras: “Hay un canal que permite el tránsito de la base electoral conservadora hacia la amenaza a la libertad”. Y lo dice tan tranquilo, sin que se le caiga la cara de vergüenza, sin enterarse de que escribe en un periódico que lleva la delantera a todo el resto de periódicos, en favorecer las tesis independentistas, que es lo mismo que intentar traicionar a España vulnerando la Constitución,  y que es algo que no entra en las obtusas mentes, sectarias y fanatizadas de esta serie de rémoras nacionalistas que no son capaces de entender que, España, es una y que si hay un millón de catalanes que desean irse de España, pues que cojan el petate y se vayan, porque el resto de catalanes, que somos más, y españoles no vamos a consentir que se salgan con la suya.