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El despilfarro de Florentino

Abel Hernández. El nuevo presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, en su segunda etapa, parece empeñado en abusar de su prepotencia provocando un escándalo que amenaza la competición deportiva y la ética más elemental. No es una anécdota. En tiempos de penuria, con más de cuatro millones de parados, con excelentes profesionales sin trabajo a la vista, él se gasta cientos de millones de euros en contratar futbolistas: Kaka, Cristiano Ronaldo, Albiol, Benzema... y, si no hay quien lo pare, seguirá tirando de chequera. Pretende arrasar, apabullar, ganarle desde luego al Barcelona, no dejar respirar a los demás -¡pobrecitos!- dominar la copa de Europa de cabo a rabo, hacer el gran espectáculo... Sueña con que todos se postren a sus pies. Mal asunto. Me parece que por este camino logrará, junto a oleadas de admiración universal, que el histórico club del Bernabeu se convierta en el club más odiado de España. ¡Otra vez los galácticos! ¡Otra vez el negocio por encima de todo! ¡Otra vez el abuso, la competencia desleal, las cuentas oscuras, la perversión de la sana competencia deportiva entre iguales o parecidos! Este es el triunfo del capitalismo salvaje.

Este modelo del deporte-espectáculo, del deporte-negocio, del deporte-dinero, del no-deporte, que se ha convertido en una burbuja a punto de estallar, llevándose consigo la sumisa prensa deportiva, que aplaude entusiasmada -interesada- tanto despilfarro, es un mal síntoma de la salud moral de nuestra sociedad. Es verdad que la opinión de la calle, si eliminamos a los forofos y a los insensatos, además de a los interesados, no ve bien semejante demostración de despilfarro, avalado por los Bancos y las Cajas de Ahorro, que niegan créditos a las familias y a las pequeñas empresas y se los dan a manos llenas a Florentino, con el respaldo del Gobierno socialista, que mira hacia otro lado. La aritmérica parlamentaria ha impedido que llegara a buen término el intento de apretar las clavijas a los grandes clubes de fúfbol -en especial el Real Madrid- en estas operaciones escandalosas. La Fiscalía Anticorrupción y Hacienda tienen tarea por delante.

El club del Santiago Bernabeu y el Barcelona -que todos los días salen en el telediario y dominan con gigantescos titulares la primera página de los periódicos deportivos- se han convertido en un verdadero grupo de presión, que domina la prensa y el poder político y, por lo visto, el poder económico, aunque éste tenga que ser sostenido por el Estado (o sea por todos los contribuyentes).

Los abusos son siempre detestables. Los abusos deportivos, entreverados de intereses de todo tipo, también. La obligación de cualquier periodista o escritor con sentido ético es denunciar los abusos.
Este de Florentino Pérez y el Real Madrid lo es. Si con esto aspira a hacer un mayor negocio, peor aún. Se está jugando con la buena fe de la gente. Se está jugando con la felicidad de millones de españoles, seguidores de los otros equipos, que pierden la esperanza de poder vencer en igualdad de condiciones. E incluso con la de los seguidores más sensibles del histórico Real Madrid, partidarios de vencer con equidad, sin prepotencia, sin apabullar a los demás. Lo otro no tiene mérito, ni gracia. 

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