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Diario YA


 

El momento adictivo

Pilar Muñoz. 17 de diciembre.

La clásica doctrina de la causalidad o etiología lineal de las enfermedades regía los estudios de la patología tradicional; se basaba en la ocurrencia de una causalidad eficiente en la aparición del trastorno o disfunción. Los modos de considerar la enfermedad psíquica y sus efectos han experimentado un viraje, apuntando una causalidad múltiple y al dinamismo de la personalidad. La distribución de estos factores influyentes está sometida a una compleja organización con algún factor o variable en su cúspide. En ocasiones no es tan nítida la influencia destacada de un factor sobre otros; entonces hablamos de una constelación de riesgo o vulnerabilidad.

Llegan a su cita las Navidades, y con ellas una sinfonía de impulsos y desórdenes pueden acompañarnos, e instalarse o acentuarse en aquellos sujetos de mayor disponibilidad psíquica. La probabilidad que un individuo quede encadenado a una actividad social, se incrementa a medida que los factores de riesgo se vuelven más intensos o numerosos. Junto con estas variables externas intensas se concita el dinamismo de la propia personalidad, facilitando o inhibiendo la entrada de los vectores externos que pudieran eclosionar en la patología adictiva.

Analicemos algunos factores que pueden incidir en la aparición del trastorno adictivo. De un lado, la sociedad tecnificada y consumista favorece el enganche psicológico a un objeto o actividad social: degradación del sistema familiar, acceso inmediato a multitud de objetos de placer o deseo y sobreestimulación del individuo en su vertiente posesiva y acaparadora. De otro nos encontramos con perfiles de dinamismo personal excesivamente vulnerables y proclives a un trastorno adictivo: sentimientos de soledad, depresiones, desórdenes afectivos y la caída de los valores morales.

El individuo integrado, no crítico, resulta asediado día a día, y en estos días de modo extenuante. El sujeto hace esfuerzos por mantenerse en una triple dimensión: social, laboral y económica. Esta situación le supone en la actualidad una sobreexigencia, ante la cual opta por la docilidad de dejarse programar y hacer suya esa falaz exigencia. El esfuerzo estresante por mantener día a día el autocontrol consciente para seguir la línea programática de otros, encuentra su legítimo oasis en los momentos de relajación o evasión, viviéndose como una liberación. La vivencia de liberación posee una gran fuerza posesiva, y por lo tanto adictiva. El nuevo tipo “hombre-consumo” se constituye en una presa fácil para quedar enganchado a una afición y transformarla en una necesidad absoluta: adicción.

Las próximas fiestas navideñas son un momento ideal para general o intensificar tradicionales y nuevas adiciones: la ludopatía o adición desmesurada al juego (cuyo ejemplo más notorio es el acariciado “gordo” de la lotería). Los regalos de videojuegos o aparatos interactivos a los más jóvenes facilitan la nueva adición a las tecnologías. Los múltiples móviles que se regalarán facilitarán la mayor incomunicación de todos los tiempos, las nuevas soledades y la inhibición de habilidades sociales. La “consumopatía” es el trastorno estrella de este momento del año: regalos por doquier, compras impulsivas, adornos chillones y estridentes, objetos de lujo, comida en exceso…nadie se puede quedar fuera del consumo feroz. Por último, la sobredimensión corporal facilita las fagoadiciones en un extremo (estadístico) de la población, y en el otro los desórdenes alimentarios como la bulimia o la anorexia. Es el momento óptimo de poner el cuerpo a punto cueste lo que cueste.

A continuación se detallan las características psicopatológicas del síndrome adictivo actual:
 
Organización existencial centrada en una incontrolable apetencia del objeto.

Conducta posesiva del objeto mediante un acto impulsional.

Recompensa positiva, vivida como una autorrealización y negativa en forma de relajación y liberación.

Repetición de la conducta impulsional con intervalos no demasiado largos.

Efectos negativos sobre el individuo y su entorno sociofamiliar.

El momento del año que nos corresponde vivir no está relacionado con la dimensión impulsiva, sino espiritual. Las navidades facilitan el asentamiento en una dependencia, mientras la Navidad nos ofrece la Libertad y el Amor más gratuitos con los que el hombre actual puede crecer y sanar. 

 

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