Sergio Dugenest. Redacción del  “Manicomio”. A lo largo de la historia se han puesto apelativos a diferentes monarcas;  “Hermoso”, “Loco”, “Cruel”, “Sol”, “Católico”, “Tartamudo”, “Cocodrilo”, “Santo” al que viene a unirse la del Rey Felipe VI bajo la denominación de origen de “El Sordo”.
Este apelativo entre otros , que también pudieran retratar a esta estatua de terracota, viene a colación por la suposición bienintencionada, que debida a esta, no escuchase la pitada con la que se obsequió  al himno de España en la final que lleva su nombre.
En el caso de que el monarca no padeciera sordera, su actitud como Jefe de Estado y Comandante de las Fuerzas armadas es inadmisible.  Aguantar que se vejara el sentimiento de todos los españoles, de cuantos dieron su vida por construir una España que ha sido envidia de todo el mundo, que ha logrado en varias ocasiones que los europeos no llevaran ni chilaba ni burka y que nuestros paisanos no vivieran rodeados de otro “muro comunista”  le inhabilita de su puesto.
Para aquellos que pudieran objetar “es que no podía hacer otra cosa”, “que bien aguantó”, “¿qué  podía hacer? ,les doy una sencilla solución que hubiera sido portada de los medios de comunicación de todo el mundo:
Su majestad , iniciada la pitada y las risitas del sr.Mas , se levanta del palco, se encamina hacia la copa y puesto que el trofeo lo otorga a su nombre, coge del asa “su Copa” abandonando el estadio y dejando en su lugar una sota de bastos que es lo que identifica a todos los cavernícolas que llenaron el estadio de futbol.
Estos actos, en el que el ingenio, saber estar y tener la conciencia de lo que esta o a quienes está representando, son los que pasan a la historia; usted D. Felipe a lo único que va a formar parte es a las de la galería de grandes…Sordos de la humanidad.