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Diario YA


 

En ocasiones el deber debe ir por delante de los cálculos personales

El señor Feijoo, la prensa separatista y el PP desahuciado

Miguel Massanet Bosch. A veces uno se puede encontrar ante un dilema, en la necesidad de escoger entre dos caminos sin estar muy seguro de cuál de ellos es el que le conviene. Esto, sin embargo, sólo se puede aplicar en el caso de que no existan causas de fuerza mayor, de lealtad a la patria o de fidelidad a una causa con la que uno se ha comprometido durante años. El PP, lo queramos admitir o no, se encuentra en una grave encrucijada que, seguramente, no depende solamente de los seis candidatos que se presentaron con el objetivo de aspirar al cargo de presidente del partido, tampoco del abandono del señor Mariano Rajoy para apartarse de la política, un acto que muchos alabamos dado que, durante los últimos años en lo que llevó la gobernanza del partido y de la nación, sin duda alguna, contribuyó, quizá involuntariamente, pero de una forma determinante a que el grave problema del nacionalismo en España fuera aumentando, tanto en número de soberanistas como en cuanto a desprecio por las leyes, los tribunales y el Gobierno de la nación, que la mayoría de ellos han adoptado como forma de expresar sus preferencias políticas; llegando a unos límites que, precisamente ahora que estamos gobernados por los socialistas, vienen cada vez adquiriendo tintes de dramáticos.

Sin duda, el señor Núñez Feijoo, es muy dueño de hacer de su capa un sayo, como cualquier hijo de vecino. Pero el señor Núñez Feijoo ha dedicado una parte importante de su vida a servir al PP y ha ocupado importantes cargos dentro de él. Incluso tuvo momentos en los que parecía que no le hacía ascos a ser el sustituto del señor Rajoy si llegaba la ocasión. El actual presidente de la comunidad gallega debió de meditar sobre su responsabilidad, su deber y su lealtad al PP, antes de tomar una decisión que, en cualquier otra persona hubiera sido aceptable e incluso merecedora de alabanzas, pero que, en su caso particular, en atención a las circunstancias que concurrían y en la repercusión, en esta ocasión sumamente grave, en lo que iban a ser las consecuencias para el antiguo partido de Manuel Fraga, de su negativa a tomar las riendas del mismo y a conducirlo, precisamente en unos momentos en los que requerían un capitán experto y bien preparado para atravesar las duras condiciones de la mar política, después de haber sido apartado del gobierno de la nación a causa de una moción de censura exitosa, hacia una recuperación de sus valores de siempre.

La dura realidad es que, su negativa a sustituir al señor Rajoy, ha puesto a la vista una serie de carencias de los populares que han acabado, si es que se puede decir así, por enviarlo al purgatorio del olvido, donde las formaciones políticas que han dejado de ser votadas por sus habituales sostenedores, deben intentar regenerarse para aspirar a recobrar la confianza del pueblo o bien, y ahí está el peligro de que pueda suceder: que acabe yendo a parar a manos de quien ha tenido una gran parte de culpa del gran batacazo del PP, la señora Sáez de Santamaría, precisamente la mano derecha y la principal “influencer” y consejera, con gran predicamento sobre el Presidente en temas tan punzantes como ha sido el catalán y la derrota que ha seguido a sus poco afortunadas gestiones en Cataluña, para intentar arreglarlo.

La continuidad de la señora vicepresidenta al frente del PP es tanto como firmar el acta de defunción de este partido que, si de algo anda necesitado sin duda alguna, es lo que todo el mundo unánimemente recomienda, una reforma integral, un regreso a sus valores fundamentales y unos dirigentes que no estén relacionados, ni de lejos, con los innumerables casos de corrupción que se han constituido en el cáncer con metástasis que ha acabado de espantar a los fieles votantes del partido. Si el señor Feijoo hubiera puesto por delante lo que era su deber como miembro destacado del PP, se hubiera olvidado de sus raíces gallegas y hubiera conocido cuál era su verdadera responsabilidad hacia todos aquellos que han puesto su confianza de mantener a España unida y fuera de las garras de los comunistas bolivarianos; no hubiera dudado y hubiera aceptado el cargo aunque, evidentemente, no se trataba precisamente de una perita en dulce. Resulta, si se me permite, un poco pueril, argumentar que el PP de Galicia lo necesita porque si hay algo evidente es que, por mucha popularidad de la que goce en su tierra, si el PP cae, el de Galicia le seguirá en la caída. Sí, señores, mirémoslo por donde queramos, el tropezón de este señor, don Alberto, puede ser de una sola persona pero puede influir de forma determinante en el futuro de todo el país.

Otro de los grandes errores, garrafal y con una parte de incomprensible para cualquier persona medianamente inteligente que desee acabar con una propaganda artera que sigue cosechando separatistas gracias a las infamias, falsedades, insultos, desinformaciones y mal intencionados mensajes, ha sido el no cortar de raíz la propaganda demagógica de los medios de comunicación catalanes, principalmente la de la TV3, un semillero de ideas independentistas hábilmente manejadas por sus presentadores y tertulianos, de forma que usando el truco de organizar tertulias sin que haya nadie que se oponga a los disparates que se dicen en ellas, cualquiera que las escuche se pudiera creer que aquellas personas en lugar de traidores a la patria, son los verdaderos “ salvadores de la patria catalana” cuando, en realidad son los que con sus engaños son capaces de conducir al pueblo catalán a la peor de las situaciones que se puedan imaginar, aislados del resto de España, fuera de Europa y sujetos a aranceles en sus transacciones comerciales con el resto del mundo y todo ello suponiendo que fueran capaces de resistir sin caer en quiebra por su endeudamiento con el Gobierno español, que, por añadidura, ha sido el que ha venido avalando su importante deuda pública externa debido a que, según las agencias de rating  su deuda está calificada como lo que, familiarmente, es conocido como “deuda basura” o lo que es lo mismo, de esta que nadie quiere adquirir.

Nadie ha sido capaz de cortarles el grifo de la financiación a ninguno de estos medios que vienen colaborando activamente en el tema del separatismo catalán. Ni la TV3 ni Cataluña Radio ni periódicos como La Vanguardia, han dejado de percibir las ayudas de la Generalitat para que sigan en su función de esparcir la demagogia soberanista por todas las provincias catalanas.

Y un último tema. La situación en la que, entre unos y otros, han situado al PP mientras sus votantes se van retirando convencidos de que será muy difícil que, especialmente con estos de la “vieja guardia rajoyista”, si es que consiguen hacerse con el mando de lo que quede la partido, que alguien ponga en marcha la tan necesaria regeneración que tanto necesita y de la que depende su futuro que, en todo caso, deberá pasar por un periodo de catarsis al que se verá obligado a someterse antes de que, si los nuevos dirigentes tienen éxito y logran convencer a los hijos pródigos de que se ha vuelto a las esencias de aquel partido que luchaba contra el caos comunista, los resabios de la Guerra Civil y los intentos de abolir la moral y la ética que, durante tantos años, fueron la característica del pueblo español.

No sabemos si el señor Casado, la señora Cospedal y los otros aspirantes que no han salido elegidos, van a tener el acierto de dejar a parte sus pequeñas diferencias respecto a su concepto de la nación española y, en un esfuerzo de humildad y de sentido de responsabilidad, van a ser capaces de ponerse de acuerdo para sacar adelante lo que todavía queda de este partido de la derecha, sin el cual es evidente que el país está condenado al caos y a la recaída en aquella crisis que tantos años y penurias ha costado a los españoles el conseguir sobrepasarla.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tememos que lo que puede sucederle a España, si el señor Sánchez no recapacita y cambia de orientación o si, por los motivos que fueren, el PP sigue perdiendo comba, nos van a quedar unos años en los que puede que los españoles tengamos tiempo para reflexionar sobre lo que, unos insensatos ansiosos de poder, hayan hecho con nuestra nación.