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El Teatro Nacional de la Zarzuela estrena, por fin, el drama lírico de Sorozábal, “Juan José”

Luis de Haro Serrano

Este drama lírico popular en tres actos, como lo quiso llamar su autor, basado en la obra homónima de Joaquín Dicenta, ve por fin, su primera versión escénica en una nueva producción del Teatro de la Zarzuela preparada por José Carlos Plaza, bajo la dirección musical de Miguel Ángel Gómez Martínez y la presencia de un extraordinario elenco.
En 1968 Sorozábal hizo el siguiente comentario sobre este título: "Creo sinceramente que he acertado y que “Juan José”, junto a mi “Adiós a la bohemia” es lo más importante que ha salido de mi pluma....Musicalmente las partituras son hermanas. Las dos se desarrollan en el paupérrimo Madrid de fin de siglo. Los personajes son reales, auténticos. He tratado de compenetrarme con ellos sin brochazos efectistas, apuntando ligeramente algún rasgo de humor que sirva de contraste a su fuerte simbolismo dramático... Es un sainete madrileño cantado. No tiene coro ni ballet, todo es magro; sin relleno espectacular. Parte de nuestro género chico para darle la dimensión de ópera.

Christopher Webber, crítico, considera que "Aunque el modo de emplear el lenguaje hablado, constantemente entrecortado, recuerda la línea de su obra más antigua, “Adiós a la bohemia”, en su tratamiento armónico. A pesar de la sencillez con que está desarrollada, no hay nada superfluo. Sorozábal ha preparado una música centrada en el momento escénico específico, vagamente unida por diversos leitmotifs que describen situaciones o representan a personajes individuales dotados de un perfil instrumental, melódico o rítmico concreto. Por ejemplo, el de la celestinesca Isidra, en su tenaz insistencia para que Rosa muerda el anzuelo, se asocia con un ritmo marcial. En cambio al desdichado héroe se le define musicalmente con una línea más convencional exenta de sentimentalismo que, a semejanza de la ópera italiana, da lugar a que pueda hablarse de un verismo español. El acto central, desarrollado en el modesto ático de Rosa y Juan José, tiene una enorme carga emocional y la escena inicial entre Rosa, su amiga Toñuela y la interesada Isidra, es otro de los momentos más conmovedores de la obra al hacerse énfasis en el noble sufrimiento de los protagonistas, realizado con una estructura musical novedosa para ese tiempo en una obra lírica.

Su desarrollo melódico, para todos los intérpretes -vocales e instrumentales-, está lleno de dificultades musicales. Es una obra muy exigente, con un gran peso orquestal y un abanico de recursos dramáticos y armónicos poco comunes, resaltándose con ello que la música de “Juan José está realizada con una gran calidad y belleza. Su desarrollo transcurre como un gran recitativo cantado muy bien acompañado por la orquesta. Ese es su gran mérito. A pesar de que su música no esté realizada con la agilidad y efectividad más sencilla de obras como «Katiuska», o «La tabernera del puerto», la imaginación de Sorozábal es claramente reconocible gracias a la inconfundible estructura de sus melodías y, sobre todo, por la belleza general de su orquestación.
Tras diversos intentos, “Juan José” es la primera ópera de Sorozábal A lo largo de sus tres actos se identifican múltiples motivos que evocan zarzuelas preparadas con un lenguaje más dulce y pegadizo. En ella da un paso más adelante , al afrontar el formato de la ópera dotada de un marco sonoro más amplio que le permite desarrollar una instrumentación con mayor envergadura.
En su día, la crítica apenas se preocupó de la obra literaria que dio pie al trabajo de Sorozábal que, identificado con su carácter de crítica social, se entusiasmó con ella por contar con la estructura de un drama de honor tan característico del siglo de oro español, al que se incorpora la problemática social. “Juan José” puede muy bien ser el representante general de la clase obrera, que tiene conciencia de clase asumiendo también un sentimiento del honor, que lo diferencia del siglo XVII, por lo que muy bien puede considerársele como el “Wozzeck” español. De ahí que los interesados en este título no deben esperar unas líneas clásicas de composición propias de las meritorias zarzuelas populares existentes hasta la fecha. La imaginación y el interés del compositor por ella le llevó a realizar algunos cambios en el texto del libreto, dulcificando incluso la muerte de Rosa, haciendo que sea accidental y no asesinada por Juan José.

Puesta en escena:
José Carlos Plaza ha realizado un buen trabajo escénico para presentar con el máximo realismo las miserias del ser humano que tan bien describe el deficiente libreto de esta poco representativa obra literaria, con diferentes lunares como el del movimiento escénico de los personajes masculinos que, a diferencia de los femeninos, resultan estáticos y poco naturales, lo mismo que la iluminación de Paco Leal, más perceptible en las escenas de la taberna y en el recinto de la lujosa estancia de Paco. Las pinturas de Enrique Marty como el vestuario de Pedro Moreno, contribuyeron en su medida al éxito general de la producción.
Excelente la producción musical de Miguel Ángel Gómez Martínez, muy bien acompañado por las excelentes voces de Angel Ódena (Juan José), magnífico, Carmen Solís (Rosa), Rubén Amoretti (Andrés) y Lorenzo Moncloa (presidiario), a los que, una vez más, se unió el buen hacer de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, que ha sabido sacar adelante con éxito esta difícil y dura pero extremadamente atractiva partitura de Sorozábal, que bien merece el esfuerzo general que se ha hecho para que por fin, 48 años más tarde, se haya podido completar el medio estreno iniciado en 2009.

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