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Diario YA


 

TRAS 102 AÑOS AUSENTE DE SU ESCENARIO

El Teatro Real recupera “Norma”

Luis de Haro Serrano

Aún cuando resulte extraño, el Teatro Real lleva 102 años (1914) sin incluir en su programación habitual esta bellísima obra, auténtica referencia del bel canto italiano. Bienvenida sea su presencia, cualquiera que sea la razón que la haya motivado.

Estrenada en el Teatro a la Scala el 26 de diciembre de 1831, se presenta ahora con una nueva producción del Real realizada en coproducción con el Palau de les Arts de Valencia y la ABAO.

Bellini preparó su obra sobre el libreto de Felice Romani, basado en el título del escritor Alexandre Soumet, “Norma o el infanticidio” (1831)

Por diversas circunstancias el estreno de Milán fue un verdadero “fiasco”, como lo calificó el propio Bellini. Se debió, probablemente, a la intervención de una influyente princesa rusa ,fue una de las principales causas, que nada tenían que ver con la realidad porque a medida que la obra se representaba, conseguía mayor aceptación. En el Real se estrenó el 14 de noviembre de 1851.

La figura de Norma ocupa hoy un puesto prominente entre los personajes femeninos de la historia de la ópera. Soumet, como otros conocidos escritores, preferían basar sus obras en antiguas leyendas ambientadas en la Gallia y en otras prerromanas, concretamente las celtas en las que los druidas veneraban un árbol sagrado, el “Yddragsi”, del que Wagner hace alusión en su “anillo del Nibelungo”y del que Wotan sacó su poderosa lanza.

Otra de las particulares alusiones a las que Soumet hace referencia es la relativa a la mujer, al otorgarle un papel preponderante, con la diferencia de que su Norma es una sacerdotisa coherente con su vocación que termina asesinando a los hijos que tuvo con Pollione, mientras que en la de Romani es ella la que se ofrece como holocausto para purgar su culpa. Toda una interpretación sicológica y realista de este personaje que se debate entre sus sentimientos como mujer y los deberes como sacerdotisa, cualidades que requieren de la intérprete una fuerte expresividad lírico-dramática. Por sus fuertes dificultades técnicas y vocales este personaje es considerado como un auténtico prototipo del belcantismo. por lo que solo grandes figuras como Montserrat Caballé y María Callas se han atrevido a afrontarlo con asiduidad.

Bajo el punto de vista musical Norma goza de una cuidada instrumentación y riqueza melódica, realizada con suma delicadeza, sin duda para acallar las voces que consideraron que la música de Bellini era muy simple, cuando es precisamente todo lo contrario. Desde la obertura destaca por ser una de las partes más depuradas y elaboradas, el aspecto instrumental es casi lo mejor de ella que, en líneas generales, sigue los esquemas clásicos del primer romanticismo, con un gran coro de introducción que va dando paso a las cavatinas de las arias de los protagonistas.

Su acción se desarrolla en las Gallias, durante la época de ocupación romana (Siglo I a. de c.) siendo un episodio más de las guerras entre galos y romanos, elaborado como tragedia por el dramaturgo Soumet.

Si Wagner encontró en la música de Bellini , auténtica melodía y sentimiento, Verdi dijo de él que sus pasajes son largos y brillantes como hasta ahora nadie los había escrito. Basado en estas ideas, Romani preparó su libreto muy de acuerdo con los gustos de la cultura de la época. Un texto redondo que se desliza con interés hasta el dramático climax del final, sin fisuras donde todo es esencial, no falta ni sobra nada, centrándose más en la esencia del drama del amor y su sacrificio, que en los aspectos políticos, religiosos o ideológicos del conflicto propiamente dicho, donde la intervención del coro es siempre crucial.

La seducción que Norma ha ejercido siempre en el aficionado se debe a su gran tono melódico. Su música es luminosa, bellísima y ligera a la vez. Bellini acertó plenamente con la fuerza dramática de su partitura . Norma es producto de la madurez de su autor, que la abordó tras “La sonámbula” y antes de”Beatrice di Tenda”, que no se estrenó hasta 1833.

Pensando en la dramaturgia y profundidad de las melodías de autores como Wagner, se ha hablado mucho de su ligereza. Una discusión tan injusta como innecesaria, hay que situar a cada cual en su lugar. La fuerte orquestación de Wagner está bien para sus obras y las delicadas del compositor italiano son sumamente correctas para las suyas. Todo es cuestión de códigos. Cuando a Bizet se le solicitó que la reorquestara de nuevo, después de estudiarla profundamente respondió declinando el encargo: “La única orquestación correcta y válida para esta obra es la que Bellini ha realizado”.

Puesta en escena
Davide Livermore, para resaltar más la importancia de su dramaturgia, a pesar de las connotaciones mitológicas de la cultura celta en la que está enclavada su acción, ha preferido que esta se desarrolle en un universo atemporal e inocuo desprovisto de grandes elementos escenográficos, utilizando solo los que le permitan acentuar su gran teatralidad para lo cual toma como base una imaginativa alusión al árbol del “Yddragsi”, al que saca un llamativo partido por su originalidad, complementado por la efectista iluminación de Antonio Castro que, sin embargo, deja el resto de la escena en un fuerte tenebrismo, el vídeo de D-Work demasiado insistente y no siempre oportuno, los discretos figurines de Mariana Fracasso , no muy acertados, así como la situación de los intérpretes en la escena , especialmente la de los niños.

Solamente discreta la versión musical de Roberto Abbado, gran conocedor y amante de la obra, ha sabido transmitir a la orquesta el cuidado que requieren los grandes momentos belcantistas de la obra

Acertado el cuarteto de protagonistas María Agresta (Norma), Karine Deshayes (Adalgisa), Gregory Kunde (Pollione), más expresivo en los agudos y Michele Pertusi (Orovesco), así como el coro titular.