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fesser, en su película, juega con la biografía de alexia y con el título de la obra más famosa de escrivá de balaguer, fundador del opus dei

El verdadero Camino

San Josemaría Escrivá de Balaguer

Redacción Madrid. 25 de Octubre.

Hasta ahora, se ha analizado la parte de la película "Camino" que está en relación con la vida de Alexia y su forma de vivir la experiencia religiosa. Pero Javier Fesser, el director del film, hace también una alusión directa a la obra más popular de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, movimiento eclesial al que pertenecían los padres de la niña. Diario YA resume hoy a sus lectores algunas de las mejores sentencias que recoge el libro del santo.

San Josemaría Escrivá nació en Barbastro el 9 de Enero de 1902. Fue ordenado sacerdote en Zaragoza el 28 de marzo de 1925. El 2 de Octubre de 1928 fundó, por inspiración divina, el Opus Dei. El 26 de Junio de 1975 falleció repentinamente en Roma, después de haber mirado con inmenso cariño por última vez una imagen de la Virgen que presidía el cuarto de trabajo.

En la obra "Camino", sin duda su obra literaria más leída en todo el mundo, Escrivá de Balaguer (a quien la progresía y el socialismo han dedicado siempre fortísimas descalificaciones, insultos y ofensas) ofrece una serie de consejos para el buen cristiano. Diario YA, en su continua labor divulgativa sobre asuntos que pueden interesar a un lector católico de prensa, ofrece sólo algunas de ellas:

Cuando hayas terminado tu trabajo, haz el de tu hermano, ayudándole, por Cristo, con tal delicadeza y naturalidad que ni el favorecido se dé cuenta de que estás haciendo más de lo que en justicia debes. ¡Esto sí que es fina virtud de hijo de Dios!

Nunca hables mal de tu hermano aunque tengas sobrados motivos. Ve primero al Sagrario, y luego ve al Sacerdote, tu padre, y desahoga también tu pena con él. Y con nadie más.
 
Queda tranquilo si asentaste una opinión ortodoxa, aunque la malicia del que te escuche le lleve a escandalizarse. Porque su escándalo es farisaico.
 
Nada hay mejor en el mundo que estar en gracia de Dios.
 
Paradoja: es más asequible ser santo que sabio, pero es más fácil ser sabio que santo.
 
El silencio es como el portero de la vida interior.
 
No tomes una decisión sin detenerte a consultar el asunto delante de Dios.
 
“¡Mañana!”, alguna vez es prudencia; muchas veces es el adverbio de los vencidos.
 
¿Lloras?, no te dé vergüenza. Llora: que sí, que los hombres también lloran, como tú, en la soledad y ante Dios. “Por la noche -dice el Rey David- regaré con mis lágrimas mi lecho". Con esas lágrimas, ardientes y viriles, puedes purificar tu pasado y sobrenaturalizar tu vida actual.
 
Di a tu cuerpo: prefiero tener un esclavo que serlo tuyo.
 
Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a la hora fija, sin conceder un minuto a la pereza. Si, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada.
 
Todo lo que no te lleve a Dios es un estorbo: arráncalo y tíralo lejos.
 
No desaproveches la ocasión de rendir tu propio juicio; cuesta…, pero ¡qué agradable es a los ojos de Dios!
 
Te acogota el dolor porque lo recibes con cobardía. Recíbelo, valiente, con espíritu cristiano: y lo estimarás como un tesoro.
 
No quieres sujetarte a la Voluntad de Dios…, y te acomodas, en cambio, a la voluntad de cualquier criaturilla.
 
La gula es la vanguardia de la impureza.
 
¿Qué no sabes orar? Ponte en la presencia de Dios, y en cuanto comiences a decir: “Señor, ¡que no sé hacer oración…!”, está seguro de que has empezado a hacerla.
 
No tengas miedo a la verdad, aunque la verdad te acarree la muerte.
 
No discutáis. De la discusión no suele salir la luz; porque la apaga el apasionamiento.
 
No pierdas tus energías y tu tiempo, que son de Dios, apedreando los perros que te ladren por el camino. Desprécialos.
 
Crécete ante los obstáculos. La gracia del Señor no te ha de faltar: ¡pasarás a través de los montes!
 
Vas a conseguir más con una palabra afectuosa que con tres horas de pelea. Modera tu genio.
 
Voluntad, energía, ejemplo…Lo que hay que hacer se hace, sin vacilar, sin miramientos. ¡Dios y audacia!

 

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