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Diario YA


 

periodista de la TV5, Beatriz Montañez

España entre la justicia partidista y la prensa arribista

“El navío de la democracia, después de haber capeado tantos temporales, puede irse al fondo en un motín de los que va a bordo” S.Grover Cleveland

Miguel Massanet Bosch. Este, señores, ha sido el caso, diría que vergonzoso y zafio, de esta periodista de la TV5, Beatriz Montañez.

Algunos, quizás equivocadamente, tenemos la impresión de que, en las TV, se ocupan más del aspecto físico de las presentadoras y, si es posible, de que su filiación sea de izquierdas, por encima de que su preparación sea la adecuada, su formación lo más completa posible y su inteligencia, objetividad y ecuanimidad sean las propias de una persona cuya misión es informar de las noticias que llegan a su conocimiento tal y como se han producido, para lo cual debe comportarse en todo momento con la imparcialidad que se le puede pedir a cualquier persona que pretenda dar una información a través de la pantalla de televisión con un mínimo de credibilidad. Es obvio que, no sólo en las cadenas privadas, sino en la pública, hay determinadas presentadoras y directoras de programas, cuya imparcialidad es más que discutible y su profesionalidad y cortesía, requeridas a cualquiera que debe tratar con personas de distintas ideologías, impecables.

Es evidente y salta a la vista que, la mayoría de cadenas televisivas que hoy existen en España, están en la onda izquierdista, si no en sus direcciones, que también, en la mayoría de los miembros de sus plantillas y, por tanto, en todo su equipo de presentadores y presentadoras. Basta hacer un repaso de muchos de los programas de tertulias políticas, de opinión o donde se producen informaciones relativas a las distintas formaciones políticas del país; para poder comprobar, tanto por el número de tertulianos o partícipes que acuden, como invitados o cobrando, a cada programa de los mencionados; adscritos a los distintos medios de tendencia de izquierdas, como por la propia filiación e ideas políticas filo progresistas de los políticos que aparecen en ellos. La gran descompensación que, en la mayoría de los casos, existe entre el número de los de derechas que son admitidos en los debates y el resto de los de izquierdas a los que tienen que enfrentarse, demuestra la falta de consideración hacia los primeros y la evidente intención de los organizadores y mediadores de darles ventajas a aquellos con los que comparten ideología y a los que quieren favorecer.

Lo que ocurre es que, estas nuevas generaciones de periodistas o presentadores, vienen demostrando, no sabemos por si por efectos de la formación que han recibido en las escuelas de periodismo o por un excesivo deseo de resaltar entre los demás o por un fanatismo heredado del entorno en el que se han criado o en las propias universidades; pero lo cierto es que suelen dar muestras de una falta de información sobre la realidad política en la que viven o, acaso, una excesiva tendencia a verlo todo a través de su propia óptica política, lo que implica que se dejen arrastrar hacia situaciones en las que su evidente ignorancia, su erróneo concepto de lo que debe ser una entrevista y su temeridad, les hacen cometer deslices, meteduras de para y sandeces que, lejos de conseguir el efecto que se proponen, los sitúa en el más absurdo de los ridículos.

Este, señores, ha sido el caso, diría que vergonzoso y zafio, de esta periodista de la TV5, Beatriz Montañez, que, en su programa “ Hable con ellas”, pretendió poner en un brete al socarrón de Bertín Obsborne, un señor con más conchas que un galápago y de tendencias conservadoras; que la estuvo toreando todo el tiempo de la entrevista hasta que ella, en un momento de exasperación al ver que no conseguía las contestaciones que deseaba escuchar del cantante, y empeñada en defender al líder de Podemos, Pablo Iglesias ( quien por cierto ya tuvo su primer tropezón cuando pretendió lanzar una soflama comunista en el Parlamento Europeo y fue reprendido severamente por excederse de tiempo) un sujeto que tiene una gran afinidad con el señor Maduro de Venezuela; le propuso una apuesta a su interlocutor, afirmando que pagaría 1.000 euros si era capaz de encontrar una sola alusión de alabanzas de Iglesias hacia Maduro. ¡Gran equivocación!, porque la insensata periodista parece que ignora que todo lo que se dice en la TV es mirado con lupa y pronto fueron apareciendo videos en los que, el señor Iglesias, se deshacía en elogios hacia el gran sátrapa venezolano, que no dudamos que habrán hecho enrojecer a Beatriz Montañez y a los directivos de su cadena, por la metedura de pata de la niña progre. No sabemos si la periodista (si de verdad lo es) hará honor a su apuesta y le pagará a Bertín los 5.000 euros correspondientes a los 5 videos, que se le han encontrado en las redes, grabados al señor P.Iglesias, en los que se deshacía en elogios hacia el dictador venezolano.

Ya sabemos que la valoración que los españoles hacemos de la Administración de Justicia en nuestro país está bajo mínimos. No es que sólo se venga aplicando con una lentitud capaz de poner de los nervios al más templado; no se trata tampoco de que, en las primeras instancias de la aplicación de la justicia, se produzcan sentencias que levantan ampollas ni que la politización de jueces y fiscales sea tan evidente que ya nadie lo duda ni pone en cuestión; es que, señores, da la casualidad de que, en el propio TS, en la Audiencia Nacional tenemos a una serie de jueces que han decidido que quienes tienen la obligación de imponer las leyes según su propio criterio o pensamiento político son ellos y, por consiguiente, las leyes que se promulgan en el Congreso de Diputados se las toman a beneficio de inventario y deciden motu propio lo que debe de aplicarse de ellas, como debe hacerse y en qué momento y circunstancias les va a parecer bien hacerlo. Véase la Ley de la Justicia Universal.

Cada día se hace más evidente que el ramillete de jueces progresistas que, hoy en día, copan las distintas salas del TS se han erigido, sin que nadie les haya facultado para ello, en los mayores censores del Gobierno contra cuyas disposiciones y las que van saliendo del Legislativo, se oponen sistemáticamente por el procedimiento más directo y el camino más corto que es el de negarse a ejecutarlas tal y como sería su obligación. Ellos mejor que nadie saben el procedimiento que deben seguir en el caso de que una ley les parezca que es inconstitucional o que una parte de ella lo sea. El procedimiento, lo tienen marcado en las leyes que rigen la Administración de la Justicia y a ellas deben acudir antes de negarse a la aplicación de las leyes que, por supuesto, no están sujetas a su aprobación y que deben ser acatadas hasta que el TC decida, en su caso, sobre su constitucionalidad.

Hemos llegado a un momento en que cualquier español que lo desee pueda poner en cuestión nuestro ordenamiento jurídico, desde los separatistas vascos y catalanes, hasta los jueces que se extralimitan en sus funciones o los partido políticos, en especial los de izquierdas que, mientras en el Parlamento de la nación exigen la aplicación de las leyes, se valen de los medios que les proporciona la democracia para retardar la acción del Gobierno; mientras, en las calles, les van haciendo el juego a quienes piensan que lo que hay que hacer es conseguir el poder desde fuera de la legalidad y, por ello pretenden convertirlas en el foco de inestabilidad que, de contagiarse, podría conducir al desprecio de la ley y el orden. La cacareada regeneración de las instituciones, la reglamentación del derecho de huelga, la lucha sin paliativos en contra de la corrupción y el librar a las calles de terroristas y agitadores profesionales; debería ser una de las prioridades del Gobierno, olvidándose de si les parece bien o mal a todos aquellos empeñados en acabar con la derecha por todos los medios posibles, incluso con la violencia y la ilegalidad.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, vemos indignados como cada día crece la revolución solapada, a cargo de quienes buscan el cambio de régimen en nuestra nación.

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