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Diario YA


 

Estabilidad: esta palabra mágica

Miguel Massanet Bosch.

Europa está enfrentada a un proceso que, con toda seguridad, la mayoría de los países integrantes de la gran comunidad hubieran preferido evitar, especialmente después haber tenido que enfrentarse a una crisis de carácter mundial, que ha obligado a las naciones de la UE a esfuerzos económicos, sociales, inversores y financieros que han llevado a alguna de ellas a poner la bandera roja anunciadora del máximo peligro de desastre económico ( default), para solicitar ayudas al colectivo, rescates, que les han supuesto aceptar a cambio importantes recortes, dolorosos renuncios, costosas concesiones y difíciles medidas que han supuesto, en muchas ocasiones, un gran desgaste de aquellos gobiernos que no han tenido más remedio que ajustarse a las condiciones que les han sido impuestas. El brexit de la Gran Bretaña ha supuesto un duro aldabonazo de atención para la CE y la lentitud del proceso de preparación de la separación, de los pagos que deberán asumir los británicos, en función de los compromisos contraídos de antemano y el tema de lo que les va a suceder a los cientos de miles de ciudadanos de la UE que están trabajando en la isla; han creado una gran preocupación en las autoridades europeas que, últimamente, han tenido que enfrentarse a la cuestión alemana después de que, en las últimas legislativas celebradas en aquel país, la señora Ángela Merkel, CDU/CSU, haya tenido que rehacerse de unos resultados que no le permitían gobernar el país  sin el apoyo del partido del señor Martin Schulz,  la SPD, que contrariamente  a lo sucedido en la anterior legislatura, en esta ocasión se habían negado en redondo a continuar la coalición. La intervención del presidente de la república, señor Frank-Walter Steinmeier, para evitar el colapso ocasionado por estar obligados a celebrar unas nuevas elecciones y ante el peligro de que, los renacidos partidos de los antieuropeos, la AfD y los liberales de la FDP, pudieran confirmar su meteórico ascenso, después de celebradas unas complicadas y prolongadas negociaciones, parece que se  ha conseguido el consenso preciso para volver a constituir la sólida mayoría que estuvo gobernando Alemania hasta las pasadas elecciones federales.

Ha sido un gran alivio para Europa entera que, el motor alemán, haya solucionado sus conflictos internos para que con el nuevo gobierno, se pueda dedicar con más interés a tratar de los graves problemas que tiene pendientes. Hay que decir que el señor Macrón, de Francia ya se había anticipado en busca de una entente con Italia, seguramente con la intención de crear un nuevo eje sureño que, según como se hubiese decantado el Parlamento de la república alemana, tener preparado un contrapeso del que podrían formar parte los países sureños de la UE.  El presidente del Consejo de Ministro de la República Italiana, señor Paolo Gentiloni, hace unos días se entrevistó con Macrón para compartir opiniones y fortalecer sus relaciones algo que, según Gentiloni, ya se ha supuesto poner en manos de un grupo de expertos, que ya está trabajando para establecer una estructura aún más “sistemática y favorable” a la cooperación que ya mantienen en la actualidad.

Y es que, señores, Europa, más que nunca, necesita conseguir una estabilidad que le permita una reflexión profunda, pausada, sin estrépitos políticos y con un buen entendimiento entre todos sus componentes, que le permita seguir profundizando en esta unión que, si en algunos aspectos da la sensación de ir avanzando, en otros, especialmente en el tema básico de una Constitución común,  un ejército unificado y una actitud única y firme respecto al tema de la inmigración y el terrorismo, puede que, debido a la cantidad de naciones que se han ido incorporando a la Unión, parece que, cada vez que se intenta abordarlo, fracasan. No obstante, cuando Portugal, nuestra vecina, va dando claras muestras de haber entrado pisando firmemente en la senda de la recuperación, Italia se sitúa como un posible problema si  la izquierda del cómico y activista señor Grillo (Movimiento 5 Estrellas), como anuncian algunas encuestas consiguiera hacerse con el gobierno italiano. Instaurando el sistema populista que ha venido anunciando, es evidente que no va a ser bien aceptado en el resto de Europa. Los analistas parece que apuestan porque, el día de las elecciones en febrero del corriente año, no va a haber ninguno de los tres partidos favoritos: ni el Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi, ni Forza Italia de Silvio Berlusconi, ni el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo que lograra una cantidad de escaños suficientes para formar un gobierno sin tener que pactar alianzas. Lo que con seguridad satisfaría a Bruselas, Paris y Berlín, y posibilitaría que se consiguiese la reedición de una “grande coalizione”, una alianza parlamentaria entre las fuerzas políticas más moderadas: Partido Democrático, Forza Italia y los partidos de centro.

El tercer punto, que sigue amenazando la estabilidad de la CE, en este caso lo tenemos aquí mismo, en España, un país con un espíritu auto destructivo que espanta y que, milagrosamente, no se sabe gracias a que tipo de brujerías o sortilegios, cuando parece que todo está perdido y ya no tenemos solución que sea capaz de sacarnos del lodazal en el que nos empeñamos en meternos, surge de la nada alguien, un hecho fortuito o un cambio súbito de situación que permite que reflotemos y salgamos del trance. Claro que no siempre esta solución providencial se lleva a cabo de una forma pacífica, concertada o civilizada ya que, han habido ocasiones que ha tenido que acabar a mamporrazos, debido a la ceguera de unos gobernantes que dejaron que el gobierno del país se les fuera de las manos y entonces, señores, corrieron ríos de sangre por las dos partes que se enfrentaron con las armas. Ahora les debemos a los catalanes, a estos catalanes que se han dejado obnubilar por leyendas seudo-históricas, por libros de caballería producto de mentes calenturientas y por un sentido muy particular de lo que es, significa, representa y obliga una verdadera democracia que nunca, por mucho que se empeñen en buscarle tres pies al gato estos iluminados que intentan la división de los españoles, puede fundarse en unos argumentos que se apoyen en lo que necesariamente lleva a la destrucción de otra democracia, ya legalmente constituida, arraigada y aceptada por quienes, en su momento, supieron sacrificar sus ideales, sus objetivos partidistas, y sus propios cargos representativos para que, España, pasara de la dictadura a la democracia, sin que ello provocara la muerte de un solo ciudadano español.

El fracaso de un análisis poco acertado acerca de los catalanes, su carácter, su tozudez, sus particulares forma de pensar y sus reacciones, en ocasiones difíciles de prever, todo ello unido a una cierta dosis de autosuficiencia por parte de los gobernantes españoles que han pretendido conocer, desde Madrid, mejor que los que vivimos en esta comunidad catalana, las causas, las argucias, la idiosincrasia y los métodos de adoctrinamiento que, a la vista de todos, se han llevado a cabo a través de las escuelas y universidades sin que el Gobierno de Madrid se diere cuenta de lo que se le estaba preparando, algo que ha tenido lugar a través de varias generaciones y que, ni Rajoy, ni Aznar, ni la señora Sáez de Santamaría ni el mismo San Apapucio ( que según la tradición le cortaron el miembro de la raíz al prepucio y dicen que se conserva en la Catedral de Castilla la Mancha), supieron descubrir y, si  es que lo hicieron y lo ocultaron, todavía peor. En fin, el mal ya está hecho y cuando ha llegado el momento de repáralo ha resultado que el PP está en uno de los peores momentos de su Historia respecto a perspectiva de voto y gobernando con una exigua minoría pendiente de que, cualquier día en el Parlamento se arme el pitote y se vean obligados a convocar unas elecciones que, con toda probabilidad, los arrastraría de nuevo a la oposición.

En la situación en la que nos encontramos, pendientes de lo que va a ocurrir con el nuevo Parlamento catalán que se vaya a constituir el día 17 y con la incógnita de quienes van a formar el “gobern” de la Generalitat, en especial su nuevo presidente, deberemos reconocer que nada de todo lo que ha sucedido en los últimos meses del año 2017, ha sido capaz de clarificar la situación de la autonomía catalana, de dar tranquilidad a los ciudadanos españoles que residimos en esta tierra, de dar seguridad de que los nuevos encargados de gobernar Cataluña no van a reincidir en sus intentos de emanciparse de España o no van a seguir si manejan, como hasta ahora, la competencia de la enseñanza; adoctrinando a todos los chavales de las nuevas generaciones como lo han hecho, con gran efectividad con sus propios padres. ¿Cómo esperamos que desde Europa, que se nos sigue vigilando atentamente, vayan entendiendo que, cuando han apoyado al gobierno español durante todo el tiempo en el que los sediciosos han intentado involucrar a toda la UE, sin conseguirlo, se siga tolerando que, quizá con otros métodos, pero siempre sin transigir un pelo en la cuestión de “una Catalunya lliure”; vayan a seguir aceptando que toda España siga pendiente, durante el resto de legislatura, de lo que pueda suceder en una nación en la que cualquier cambio de gobierno, pueda producir un cambio en la consideración de los nuevos gobernante que les permita a los catalanes imponer sus criterios?

Como ciudadano de a pie, como español y como persona partidaria del máximo respeto al Estado de Derecho y a nuestra Constitución que, como ya han indicado tres de sus redactores, contrariamente a la opinión de las izquierdas, no precisa ninguna modificación y si ser aplicada en toda su amplitud y respetando todos sus artículos. El único tema en el que se debieran hacer algunas precisiones y quizá retoques, es en el Título VIII, el que trata de la Organización Territorial del Estado, para limitar las competencias (Justicia, Enseñanza y Orden Público) que por su importancia debieran quedar bajo la autoridad estatal, dejando el resto de cuestiones, siguieran tal y como fueron legisladas por aquellos llamados “Padres de la Patria”, la mayoría de los cuales, al menos los que quedan, ya son abuelos.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no sólo estamos preocupados por la deriva que, desde hace un tiempo, ha adquirido el tema separatista catalán que, como es sabido, aparte de afectar a Cataluña y sus ciudadanos, afecta y mucho al resto de la economía estatal y de una manera determinante a la unidad y convivencia de toda la nación española; también y, quizá, con más intensidad e inquietud, por la posibilidad de que un regreso a política que pudieran salirse de las directrices de la Europa Comunitaria, o dejar de cumplir alguno de nuestros compromisos económicos o fiscales, nos viéramos relegados a una postura que nos condenara a permanecer fuera de la UE o, en su caso, se volviera a hablar de una Europa a dos velocidades, que a los efectos a los que nos referimos nos conduciría a las mismas consecuencia: el desastre social y económico de nuestra nación. Es imprescindible que entre todos: Europa y España, sean capaces de entenderse para que acabemos consiguiendo los grandes objetivos que el destino tiene preparado para todas ellas si, en lugar de pelearnos, optamos por una colaboración más intensa.