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Diario YA


 

Es difícil encontrar en la historia de Europa setenta años de paz como los que hemos vivido desde el año 1945

Europa sí, gracias

José Rioseco. Para muchos, el concepto de Europa como una sola unidad político-social, es un concepto que viene del tiempo del imperio romano, hace ya 2.000 años. Otros piensan que los verdaderos orígenes de Unión Europea aparecen a finales del siglo VIII con Carlomagno, que llegó a dominar en lo que hoy es Francia, Suiza, Austria, Bélgica, Luxemburgo, Holanda y gran parte de Alemania, Italia y Hungría, Chequia, Eslovaquia y Croacia. España quedaba fuera de los dominios de Carlomagno, al ser vencidos sus ejércitos en Roncesvalles.

Este imperio Carlolingio se caracterizaba por un intento de unidad en lo político, administrativo y militar, cuya cabeza es el emperador; y una unidad religiosa bajo el mandato del Papa de Roma.

Pero si bien este concepto de una Europa unida en lo político, administrativo y militar y hasta en lo religioso ha persistido a lo largo de estos últimos doce siglos en la mente y en la utopía de muchos pensadores europeos, no fue hasta después de la segunda guerra mundial, cuando de verdad se dieron los primeros pasos para una Europa unida como la que ya tenemos y seguimos construyendo.

Pero ahora, al menos para los fundadores de la U.E., el fin principal no es una unidad político-administrativa que también lo es, y mucho menos una unidad religiosa. El fin principal para aquellos hombres que como De Gasperi, Monnet, Schuman o Spaak, europeos del siglo XX, que habían vivido la Gran Guerra y la IIª guerra mundial, a lo que aspiraban es a que Europa no volviese a vivir una guerra civil. Porque tanto la Iª como la IIª guerra mundial, fueron en esencia, al menos en un comienzo una guerra civil entre europeos.

Cuando leemos en los libros de historia o vemos en algunas películas y documentales las atrocidades que en el suelo de nuestro culta y educada Europa del siglo XX se llevaron a cabo, es fácil comprender que los hombres buenos y nobles de la postguerra quisieran y dedicasen sus mejores esfuerzos, a poner las bases para que la vieja Europa dejase de ser el campo de batalla casi perenne que siempre fue, desde el momento en que Europa entra en la historia.

Es difícil encontrar en la historia de Europa setenta años de paz como los que hemos vivido desde el año 1945. Porque si excluimos la guerra de Yugoslavia los europeos hemos convivido en paz desde entonces.

La terrible mediocridad de algunos políticos ha hecho que en estas pasadas elecciones europeas no se haya hecho ni la más mínima mención a este punto esencial que fue y es la razón principal de la U.E.

Nuestros constantes conflictos se han resuelto o por la vía diplomática o con negociaciones bilaterales o multilaterales, o no se han resuelto. Pero siempre dentro del ámbito de la U.E. Siempre entre socios de este gran club que es Europa.

Porque la vida del hombre y de las sociedades y por lo tanto de la naciones, está lleno de conflictos. De ahí la necesidad de la política y de los actos políticos que no son más que esos actos humanos que movilizan las voluntades ajenas con una amplitud e intensidad suficientes para que resulte afectado el sistema de convivencia. Y esa acción política en el marco de la U.E. nos ha llevado hasta ahora a disfrutar de una larga paz en Europa como no llegaron a disfrutar otras generaciones.

La unidad montería, la fiscal, el mercado común, el hecho de que tengamos intereses comunes en la política de inmigración, de defensa, de medio ambiente, puede y debe hacer que las naciones europeas se pongan de acuerdo en las distintas facetas del que hacer de los gobiernos. Pero nunca debemos olvidar el origen de esta U.E., que fue según el pensamiento de aquellos fundadores a los que tanto debemos, el preservar la paz.

Lo demás vendrá por añadidura.

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