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Diario YA


 

Así lo reveló un ex agente del Mossad

Franco ayudó a 25.000 judios a escapar de Marruecos hacia Israel de 1957 a 1961

La entrevista en EL PAÍS es de enero de 1989, pero revela datos que pocos conocen acerca la salida de judíos con escasos medios económicos de Marruecos entre 1957 y 1961 hacia el Estado de Israel.

Víctor Cygielman - Tel Aviv - 02/01/1989

"La ayuda española en el rescate de judíos marroquíes, de paso hacia Israel, de 1957 a 1961, una ayuda discreta, constante y totalmente desinteresada, nos permitió hacer salir de Marruecos, clandestinamente, a cerca de 25.000 judíos, que tras una breve estancia en territorio español partían hacia Israel. Esta epopeya habría sido imposible sin la cooperación tácita de los españoles". Así lo manifestó a EL PAÍS Isser Harel, antiguo jefe del Shin Beth y del Mossad, los dos principales servicios secretos israelíes. Isser Harel, un joven de 76 años, dedica un capítulo a este éxodo en su libro Seguridad y democracia, de próxima aparición.

Isser Harel nació en Rusia en 1912 en Rusia en la ciudad de Witebsk. Se llamaba entonces Isser Halperin. En 1922, la familia Halperin parte para Letonia y se instala en Dvinsk. Ocho años más tarde los Halperin se embarcan para Israel, entonces la Palestina bajo jurisdicción británica. Durante 11 años Isser Halperin se dedica a la agricultura. En 1941 forma parte de la haganah, auto defensa armada clandestina. Posteriormente entra a formar parte del, servicio de información de esta organización, el Shay que jugará un papel crucial en la preparación de la independencia en 1948/1949 y será el precursor de los servicios secretos israelíes. Harel cuenta ahora como en 1955, agentes israelíes, enviados por él llegan ilegalmente a Marruecos con pasaportes falsos. Toman contacto con las comunidades judías residentes en este país, desde ciudades como Rabat, Marraquech o Fez hasta las montañas del Atlas. En aquel momento, el objetivo de aquellos agentes, preparados especialmente y conocedores, al menos, del árabe y el francés, es concreto: formar los cuadros y después los grupos de autodefensa entre la población judía local, una especie de haganah o ejército israelí en el exilio.

La independencia de Marruecos, que se produce en abril de 1956, está a las puertas y con la retirada de las autoridades francesas, podían esperarse explosiones antisionistas contra los judíos marroquíes.

El sueño de Sión

"Cuando Marruecos logra la independencia en 1956, viven en el país cerca de 200.000 judíos, y solamente las elites y una parte de la burguesía y de los intelectuales han podido abandonar el país o están a punto de hacerlo, habitualmente vía Francia. La gran masa del pueblo, los artesanos, comerciantes, vendedores ambulantes y agricultores judíos permanecen en el país. Se sienten desorientados, pero no tienen más que un solo sueño: partir hacia Sión, reunirse con los miles de judíos marroquíes que viven ya en Israel", dice Harel.

"Durante todo el tiempo que se mantuvo el poder francés, los judíos podían emigrar libremente hacía Israel. Con la independencia, se hacía difícil sino imposible lograrlo. Cada judío es sospechoso de querer partir para Israel. De golpe, nuestros agentes en Marruecos y los cuadros de la haganah marroquí (autodefensa judía) reciben una nueva misión: hacer salir, clandestinamente, el máximo número posible de judíos marroquíes. Estamos a fines de 1956. Nuestros hombres fabrican falsos pasaportes marroquíes y organizan la nueva diáspora. En medio de la noche era frecuente que se despertara a los habitantes judíos de todo un pueblo para decirles: 'Haz el petate, salimos para Israel'; y así lo hacían, emprendiendo un camino de varios centenares de kilómetros, a veces con un mínimo de subsistencias, llevando consigo bebés, ancianos..."

Pregunta. ¿Cómo? Marruecos no tiene frontera común con Israel.

Respuesta. Exacto, pero aquí interviene la conexión española. Los enclaves españoles en territorio marroquí, Ceuta y Melilla, eran las tierras no árabes más próximas. Fue hacia estos lugares hacia donde comenzamos a dirigir los primeros grupos de judíos.

P. ¿Habían entrado en contacto con las autoridades españolas para arreglar la acogida de esos viajeros ilegales?

R. En absoluto, no nos reunimos nunca con ningún funcionario español, un gobernador civil u otro representante del poder de Franco. Como no teníamos mucha elección, hicimos atravesar a los judíos la frontera marroquí-española y esperar que hubiera suerte, pero he aquí que para nuestro alivio, los policías y aduaneros españoles nos dejaron actuar sin problemas. La acogida era incluso calurosa. Habíamos preparado centros de alojamiento provisionales y desde allí, después de una noche en Ceuta o Melilla, estos judíos marroquíes tomaban el barco para dirigirse a Algeciras.

P. No puedo creer que una operación de esta envergadura, que duró varios años, no llegara a oídos del Gobierno de Franco.

R. Probablemente lo supieron muy arriba, pero las autoridades españolas no tomaron nunca medidas para detener o prohibir la flota de refugiados judíos que llegaban clandestinamente a su territorio.

P. ¿Cómo explica esta actitud?

R. Hay, sin duda, varias razones. Los españoles no tenían demasiadas simpatías por un Marruecos que les disputaba lo que quedaba de las posesiones españolas en África del Norte. Además, al régimen de Franco, aunque aliado de Hitler, no le complacían las violentas persecuciones antijudías. España dio refugio a numerosas familias judías, que huían del infierno nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

España había ido incluso más lejos: Madrid había autorizado a los cónsules españoles en Europa oriental y central a conceder pasaportes españoles a los judíos cuyos apellidos tuviesen una identidad histórica española, como Toledano, Bejarano, Castro, ... lo que salvó a cientos de judíos, sobre todo en Rumanía, de la deportación hacia los campos de muerte hitlerianos.

Creo también que el recuerdo, los sentimientos de malestar y vergüenza, ligados a la expulsión de los judíos españoles en 1492, bajo la Inquisición, estuvo presente en la actitud de los españoles ante los judíos que huían de Marruecos. Los responsables locales tanto en Ceuta y Melilla, como en Algeciras, sabían perfectamente que los judíos que les enviábamos estaban allí de paso, por una o dos noches, y salían seguidamente para Marsella y de allí a Haifa. Evidentemente, les podrían haber detenido y haberles devuelto a territorio marroquí, como hicieron a menudo los suizos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando expulsaban sin piedad a los judíos que huían de los nazis. El hecho es que los españoles acogieron a los refugiados judíos, espontáneamente sin problemas, sin consultar previamente a sus jefes jerárquicos en Madrid. Fue impresionante, emocionante.

P. ¿Sabían las autoridades marroquíes que los españoles les ayudaban a hacer salir a sus judíos?

R. Por supuesto. Todos esos judíos no desaparecían en la naturaleza. La Liga Árabe, aguijoneada por Nasser, protestaba regularmente ante Marruecos y las autoridades marroquíes protestaban ante España. En Marruecos, la policía daba caza a nuestros hombres, a los jóvenes judíos marroquíes miembros de nuestra red. Muchos de estos jóvenes fueron detenidos, torturados, encarcelados durante largos años. Sabían que lo arriesgaban todo, incluso su vida, pero continuaban su misión. Sin su espíritu de sacrificio no habríamos tenido éxito.

P. En 1958, Isser Harel realiza un "viaje de inspección" a Marruecos. Por supuesto, bajo una falsa identidad. Visita las distintas comunidades judías, se entrevista con los responsables locales de la haganah. ¿Por qué?

R. "Quería comprobar dos cosas: en primer lugar, los judíos ¿tenían algún porvenir en Marruecos?, segundo, ¿querían real mente emigrar a Israel? Volví a Israel convencido de que era preciso ampliar y acelerar el movimiento de partida de los judíos marroquíes. Mi posición fue examinada por un comité de dirigentes como Ben Gurion, Golda Meir y el doctor Nahum Goldmann, éste último entonces presidente de la Organización Sionista Mundial. Ben Gurion y Golda Meir me apoyaron en contra de Goldmann".

Era preciso entonces elaborar una estrategia para conseguir que las autoridades marroquíes no entorpecieran la salida de los judíos. De un lado, intensificamos la propaganda antimarroquí en el mundo, denunciando todo acto de tortura. Nuestra red distribuía panfletos y, a pesar de las olas de detenciones, hacíamos la vida difícil a las autoridades de Rabat. Por otra parte, propusimos rescatar a los judíos marroquíes. Tomamos contacto con personalidades locales, próximas al rey y pagamos por adelantado medio millón de dólares (mucho dinero para la época) para mostrar que hablábamos en serio cuando decíamos que estábamos dispuestos a comprar la emigración de los judíos marroquíes".

P. ¿Cuánto pagaron en total para comprar la libre salida de los judíos?

R. No puedo decirlo. No sabemos siquiera a estas alturas si el dinero llegó a manos de los destinatarios: las autoridades marroquíes, porque debíamos hacer llegar el dinero a los intermediarios. Entre tanto, un pequeño barco, pilotado por un capitán español se hundió en una tempestad, en el estrecho de Gibraltar. 42 personas, entre ellas varios bebés, perecieron ahogadas. La opinión mundial se conmovió ante el suceso.

A continuación pudimos prometer, a través de intermediarios, a las autoridades marroquíes que si dejaban salir a los judíos Israel no se mezclaría en el asunto. Una organización caritativa norteamericana abrió una oficina en Marruecos. Las listas de emigrantes potenciales nos eran transmitidas discretamente a través de esta vía. Los judíos partían legalmente hacia Gibraltar, Algeciras o incluso directamente a Marsella y de allí viajaban a Israel.

P. ¿Y Marruecos dejaba actuar?

R. No era fácil para el rey Mohamed V y sus hombres. El partido marroquí Istiqlal, pro Nasser, se comportaba de manera amenazante. Los agentes de Egipto planeaban derrocar el régimen de Rabat. La Liga Árabe protestaba, pero los judíos marroquíes llegaban a Israel. Desde finales de 1961 a marzo de 1963, pudimos encaminar hacia Israel unos 76.000 judíos que con los 25.000 llegados entre 1957 y 1961 hace un total de alrededor de 100.000.

La operación que había recibido el nombre codificado Yakhin fue coronada por el éxito. En gran parte, gracias a la buena voluntad, los sentimientos humanitarios de los españoles de Ceuta, de Melilla, pese a que Israel no tenía relaciones diplomáticas con España, pero los españoles tenían corazón".

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