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Diario YA


 

Vuelve Mel Gibson

Hasta el último hombre

Víctor Alvarado

¡Por fin! Ya era hora de que regresara uno de los mejores actores/directores del panorama internacional como Mel Gibson, autor de la impresionante La Pasión de Cristo (cargado de una profunda teología); la oscarizada Braveheart o la fiel a la historia de lo que supuso la llegada de los españoles, misioneros y conquistadores a América, en Apocalipto. Este cineasta nos cuenta la historia del médico Desmond Doss que fue el primer objetor de conciencia galardonado con la Medalla de Honor al Congreso de Los Estados Unidos que, aunque era favorable al conflicto bélico por el afán imperialista de Japón y Alemania, quiso ser coherente con su fe y no matar a nadie, salvando a 75 hombres sin llevar un arma. Hemos encontrado declaraciones de todas las ramas del cristianismo que viven en ese país, defendiendo los argumentos de esta producción.

El intérprete estrella es Andrew Garfield, recordado por La red social y Spiderman, muy bien encauzado por Gibson. El humorista Vince Vaughn que cambia de registro dando señales de su versatilidad junto a la actriz Teresa Palmer, que nos ofrece dos o tres momentos memorables. El actor Andrew Garfield definió a esta persona en declaraciones a Fotogramas como una criatura divina, un hombre que renegaba de toda glorificación, pero que hizo algo sobrehumano. Reconociendo que él no arrastraría ni siquiera un nombre por un campo de batalla y el salvó a 75. La primera parte nos cuenta la vida de Desmond Doss desde su infancia, para que entendamos por qué es tan fiel a sus convicciones religiosas de corte cristiano y sin utilizar ninguna arma, pero tampoco renunciando a su patriotismo. La segunda parte se centra fundamentalmente en la destructiva y sangrienta batalla de Okinawa.

Se trata de un cineasta que se toma su tiempo planificando la historia que quiere contar, ya que no puede cometer ningún fallo para evitar que sus detractores tengan argumentos a que agarrarse para hacerle el boicot. El resultado es que mejora las capacidades de los actores; la fotografía es impactante e insuperable; los diálogos nos parecen brillantes y los mensajes demoledores. Por otro lado, tiene la virtud de que en sus cintas el drama y el humor tenga su sentido y guarden cierto equilibrio. Hasta el último

hombre logra emocionarnos por la historia que cuenta. Uno tiene la sensación de que el autor de la película no te manipula para conseguirlo. Nos ha parecido muy interesante escuchar las declaraciones de esos militares a modo de documental al final del largometraje porque demuestran que el relato cinematográfico se ajusta a la realidad. Este realizador, como hacía John Ford, de un plumazo describe a todos los secundarios del batallón con una precisión milimétrica, lo que te proporciona elementos para comprender mejor cuáles son las razones por las que esas personas actúan como actúan.

Creo que no exagero cuando afirmo que es la mejor película que he visto en los últimos 4 años y probablemente esta obra maestra sea una de las mejores producciones bélicas de la historia junto a Senderos de gloria, Los cañones de Navarone, Salvar al soldado Ryan, Cuando éramos soldados o El francotirador, aunque seguro que me dejo alguna en el tintero, porque demuestra las luces y sombras del ejército como la dureza de la guerra con escenas fuertes, la férrea disciplina, la táctica o valores como la valentía, la camaradería y la capacidad de sacrificio por sus compañeros.

La película nos invita a reflexionar sobre la coherencia de un cristiano que quiere ser fiel a los mandamientos que Dios otorgó a Moisés. Cueste lo que cuesta, no por fanatismo, sino por convicción. El director no tiene reparos en mostrar al protagonista orando o meditando varios pasajes de la Biblia. Este médico de campaña demuestra que los ideales religiosos no están reñidos con el sentido del deber, pues el protagonista da la vida por sus amigos e, incluso, enemigos como lo haría el mismísimo Jesucristo. Estamos ante una persona que escucha lo que el Señor tiene que decirle para que su forma de actuar sea consecuente.

Finalmente, tanto con el corazón como con la cabeza pienso que esta película se merece algún que otro Óscar de importancia como mínimo.

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