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Diario YA


 

“Yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo y, si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras que es difícil reconocerla.” Maquiavelo.

Historia magistra vitae et testis temporum: España apesta a pasado

Miguel Massanet Bosch.
Una vez más hemos tenido ocasión de constatar que no anduvimos equivocados en las ocasiones en que las acciones de nuestros políticos, los comentarios de determinada prensa o de radios y TV politizadas; las explicaciones de tertulianos, imbuidos de las nuevas ideas esparcidas por estos que se han venido atribuyendo la capacidad de escribir una nueva historia de España, especialmente en cuanto a los acontecimientos de los años treinta del pasado siglo XX, sin querer admitir que, las condiciones en las que se encontraba nuestro país en aquella época, no tenían otro camino  en que desembocar que en un enfrentamiento entre españoles, si no se quería que el país cayera en un caos más grande que aquel que reinaba en toda España a raíz de las elecciones de febrero de 1.936. Estos, a los que se les ha encomendado que intenten convencer a los españoles que todo fue culpa de los militares o de que Franco ( un republicano convencido), estaba ansioso de levantarse en armas en contra del orden establecido, cuando precisamente fue él quien le envió una carta al ministro de la guerra, Manuel Azaña, avisando del descontento existente dentro de los cuarteles por la forma en la que eran tratados y por la manera en la que, los políticos, iban permitiendo que las calles de las ciudades españolas se convirtieran en dominio de los terroristas, asesinos, anarquistas y partidos políticos radicalizados, que hacían imposible la vida de las personas corrientes, especialmente en las grandes capitales españolas.
Fuere como fuere, hoy en día ya podemos leer a otros comentaristas que, ante la magnitud de los acontecimientos que estamos viviendo, la importancia que se le está dando al señor Pablo Iglesias, auto convencido de que le corresponde a él la función que le hubiera correspondido al Gobierno de ir buscando apoyos para la aprobación de los PGE del 2019, asumiendo un protagonismo desproporcionado, al representar a un partido en el que no existe orden ni concierto y en el que, por pura filosofía comunista soviética, todos se consideran con derecho para mandar, de modo que todas las resoluciones, por insignificantes que sean, deben ser tomadas de forma asamblearia. Lo que, no quita que, en este caso, no se sepa muy bien la clase de acuerdo que pueda existir entre ambos personajes, seguramente consistente en una argucia en la que cada uno de ellos está tratando de engañar al otro, algo que seguramente tendríamos ocasión de ver, en el caso, no deseable, de que esta entente, entre comunistas y socialistas, llegara a salir vencedora en las elecciones del año 2020.
Estos comentaristas ya han empezado a encontrar similitudes entre aquellas épocas en las que las calles de España se habían convertido en lugares de protestas, mítines, manifestaciones, tiroteos entre distintas facciones políticas, asesinatos de empresarios y representantes de trabajadores encargados por los sindicatos obreros y las patronales, desórdenes, amenazas y acusaciones en ambas cámaras de representación popular y, lo que no podía faltar, el separatismo, en los años 30 y, como sucede ahora, aquellos que están intentando sacar partido de la falta de orden público en la república de la democracia española, acabando con ella e instaurando un sistema totalitario inspirado en el comunismo internacional.
Puede que alguien pueda dudar de que los hechos pasados, los acontecimientos impactantes, las guerras, las disputas entre españoles, los odios, las venganzas o los rencores, fueran cosa solamente a aquellos tiempos pasados pero, harían mal las personas que intentan  estudiar los efectos de lo ocurrido en otros tiempos respecto a lo que tiene lugar en los acontecimientos del presente y, en especial, los que tuvimos curiosidad por averiguar lo que, en realidad, sucedió durante aquellos tristes años treinta en nuestro país, cuando algunos de nosotros, aunque de corta edad, tuvimos ocasión de presenciar, cuando existen pruebas de que desde el año 1931 en el que se estableció la II República en España, hasta el año 1.936 que, en el 18 de julio se produjo el levantamiento del Ejército nacional bajo el mando del general Mola; se puede decir que no hubo día en el que no se produjera un hecho criminal, un acto de terrorismo, la quema de una iglesia o una protesta callejera con toda clase de incidentes y heridos, pese a que ya no había monarquía, mandaban las izquierdas, y todo pronosticaba aun cambio absoluto en la nación española en manos de socialistas y, más tarde, de comunistas. Estamos viendo, como muchas de las cosas que dejamos escritas hace unos años, poco a poco, nos están dando la razón, a medida que el Gobierno de España flojea, tiene que inclinarse ante su soledad y su poca representación en la cámaras, que le obliga a hacer encaje de bolillos para satisfacer las exigencias de todos aquellos a los que viene mendigando su apoyo para aprobar los PGE, antes de que se vea obligado a renovar los vigentes en este año 2018.
No sabemos si lo que nos espera en manos de estas izquierdas, dirigidas por comunistas bolivarianos cuyo único propósito es conseguir el poder cosa que, para ellos, pasa por infiltrarse en el gobierno de Sánchez, irle restando protagonismo y, en el momento que consideren oportuno, dar un nuevo golpe de estado como el que dio P.Sánchez con su moción de censura, para descabalgarlo del poder y ocupar su lugar al frente del gobierno de la nación. O sea, España, por primera vez desde la Guerra Civil, gobernada por el comunismo e igualados a las naciones de Hispanoamérica, que siguen bajo el yugo de estados totalitarios que tienen a sus ciudadanos bajo la férrea disciplina de un régimen del tipo soviético.
Y entre la colección de desatinos que venimos contabilizando y cuando parece que en el Congreso quieren descalificar como delito el insultar al Rey, el cantar apología del terrorismo, el despotricar contra cualquier autoridad por cualquier artista que quiera hacerse notar. Vean el extraño comportamiento del señor ministro de Interior, juez Marlasca, cuando ha cesado fulminantemente a un jefe de la policía por haberse “atrevido” a criticar a quienes quieren acabar con España, a los separatistas, a los comunistas y a toda esta relea de personajes que, sin preparación, solamente con su bagaje de activistas, antisistema y progres, todos ellos culpables de que esta nación se haya convertido en un verdadero basurero y nuestras cámaras en verdaderos lugares infectos, donde a matones como los de Podemos o los de ERC, nada más les falta vestirse de vaqueros del oeste americanos para recrear a aquellos bandidos pistoleros. Y su líder, Pablo Iglesias, no desmerece en absoluto de su gente, con sus andares de fanfarrón al que, con su barba rala y su rostro achinado, nada más le faltan un par de revólveres del 45 para poder pasar por Billy el Niño, Jesse James o el no menos peligroso  Emer Dalton, de la famosa banda de los Hermanos Dalton.
Lo que antes se pudieran considerar como meras elucubraciones, basadas solamente en la comparación de lo que ha ido sucediendo en la España democrática desde que el señor Rajoy dio la espantada, sus cesiones ante las continuas peticiones, exigencias, demandas, amenazas, o imposiciones por parte del separatismo catalán, poco a poco ha ido adquiriendo fuerza y se ha ido extendido hacia el exterior, como está sucediendo en Waterloo (Bélgica) donde uso cuantos prófugos de la Justicia, sin que nadie se oponga a ello, están constituyendo la sede de un gobierno republicano catalán en el exilio. Un corre, ve y dile, como Pablo Iglesias, habla de crear un grupo de combate o plataforma con la que intenta hacerse fuerte en el Congreso intentando llegar a acuerdos ( en el caso vasco parece que ya está conseguido, con la cesión de 37 transferencias que, al parecer, no se les habían dado) para mantener a esta coalición socialista-comunista con la intención, como ya hicieron con el pacto del Tinell, de aislar a la derecha y a Ciudadanos durante todo lo que queda de esta legislatura y, muy probablemente, también durante la próxima, si los españoles no reaccionamos enérgicamente, demostrando en las urnas que, en nuestra nación, todavía siguen siendo mayoría los que queremos mantener nuestras costumbres, la democracia, la unidad de la nación y el mantenimiento de la moral y la ética que siempre han sido patrimonio del pueblo español y el buen entendimiento y convivencia con todo el resto de españoles, sean de las autonomías que sean, porque todos tenemos las mismas raíces y la misma ascendencia judeo-cristiana.
Ha llegado el momento, sin duda, de que todos formemos piña con este nuevo PP dirigido por esta joven animoso, Pablo Casado, evitando cometer torpezas inoportunas o iniciar batallas para conseguir algún puesto de responsabilidad. Se han de escoger los mejores, los más preparados, los más inteligentes y aquellos que sepan sacrificarse por su país y no, como ha sucedido en el caso del gobierno anterior, que sólo buscaran su enriquecimiento personal por encima de su deber como políticos españoles.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con gran preocupación cómo, poco a poco, nuestras instituciones se van descomponiendo, cayendo en manos de quienes no tienen otro propósito que dividir la nación española y, por si no bastara, están intentando destruir todo el trabajo de la transición, nuestra Constitución de 1.978, todo lo logrado con el sacrificio de todos los españoles en cuanto a la recuperación de la crisis del 2008 y, volver a poner en práctica todas aquellas fórmulas que llevaron a la II República a un callejón sin salida y a la pérdida de autoridad, con sujetos tan peligrosos como fue el líder socialista Largo Caballero, un sujeto al estilo de P.Iglesias, que quiso acabar con lo poco que quedaba de España. No creemos que quede lugar para muchos retrasos, prórrogas o pérdidas de tiempo, si los partidos llamados estatutarios o contrarios a la conversión del país en una república como la venezolana; para dejarse de tonterías, unificar fuerzas y presentar un frente común en su batalla sin cuartel para evitar que, los del complot comunista, consigan salirse con la suya. Vox, un partido en alza, no puede pretender seguir aumentando sus fuerzas si con ello deteriora al PP porque, la realidad es que no ha lugar a cuitas entre amigos y lo preciso, sin duda, sería de desear que se materializara en un acuerdo entre líderes, el señor Casado y el señor Abascal, si es que ambos tienen sentido común, amor a la patria y deseos de impedir que la nación española acabe en manos del comunismo internacional, algo que estuvo a punto de suceder en España en 1936, si el general Franco no hubiera impedido que ocurriera.