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Diario YA


 

Es evidente que esta tan discutida y politizada por la izquierda española, Ley de la Memoria Histórica, se ha olvidado de importantes aspectos

Insania y sadismo en las “checas” republicanas de la Guerra Civil española

Insania y sadismo en las “checas” republicanas de la Guerra Civil española. “La perniciosa propaganda comunista se está inoculando en los jóvenes de la nación… Peor fue la sensación de que el gobierno español, débil y cargado de dudas, había dejado el poder en manos del proletariado” Henry Chilton (Embajador británico en Madrid, el 1 de mayo de 1.936)

Miguel Massanet Bosh. Es evidente que esta tan discutida y politizada por la izquierda española, Ley de la Memoria Histórica, se ha olvidado de importantes aspectos de lo sucedido en la Guerra Civil del 18 de Julio de 1.936. Su evidente descuido de hacer referencia a todos los puntos oscuros que caracterizaron a las izquierdas españolas en lo que fueron los antecedentes de la contienda y su tendenciosa, subjetiva, incompleta, sectaria e intolerante interpretación de lo que fueron las causas, las circunstancias, las responsabilidades del gobierno, las presiones de los actores políticos y de las mafias sindicales, el desgobierno y la falta de autoridad ( en ocasiones para disimular un apoyo evidente) ante hechos delictivos y desórdenes callejeros que, en su conjunto fueron la causa de que, España, explotase en contra de un estado de cosas que, de seguir tal y como estaba planteado, tenía todas las probabilidades de conducir al pueblo español a un tipo de gobierno del tipo Frente Popular, de los proyectados por la Internacional de Moscú; por cuyo encargo se ocupó el agitador Bela Kun el explorar las posibilidades que, un tipo de proyecto como aquel, tuviera éxito en España ( algo que se confirmó en las elecciones de febrero de 1936 en España).

Y algo que parece que no puede tolerarse, en unos presuntos historiadores que pretenden estudiar los factores que han influido en la Historia de un país es, precisamente, que se deje de mencionar y valorar la participación decisiva de la entonces Unión Soviética y sus representantes dentro de España, en el curso de aquella contienda. Y, entre lo que se pudiera considerar como la parte más tenebrosa, truculenta, despiadada y ominosa de lo que fue aquella intervención soviética en los destinos de España, cabe destacar la presencia de la NKVD, con sus propias “`prisiones especiales” con los “matarifes” y sicópatas que se encargaban de dirigirlas, llenando las mazmorras escondidas y ejecutando expediciones rápidas, asesinatos y secuestros; todo ello con independencia de los tribunales de Justicia y de la legalidad vigente.

En España, desde que se produjo el levantamiento militar del 18 de Julio de 1936, se hicieron cargo del gobierno de la república los vencedores del Frente Popular, un conjunto de partidos políticos de izquierdas extremistas y sindicatos obreros, junto a la Federación Anarquista Ibérica que, tanto en Madrid, como en Barcelona y Valencia, en edificios incautados, instalaron sus respectivos centros, comisiones represivas con facultades ilimitadas para realizar detenciones, requisas y asesinatos. Estos locales fueron conocidos con el nombre de “checas”, copiando la designación que, en la Rusia soviética, se les daba a aquellos centros de exterminio donde, la KGB, cometía toda clase de atrocidades con los considerados como “un peligro para el régimen”, entre los que tanto se encontraban los zaristas, los adictos a Bakunín, caído en desgracia, como los propios miembros del partido comunista que resultaban incómodos para los dirigentes del Kominform soviético y, en particular, todos aquellos que Josif Stalín pensaba que podrían constituir un obstáculo para sus proyectos dictatoriales.

Lo verdaderamente trágico fue la rapidez con la que semejantes centros de tortura y muerte su fueron extendiendo por ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia. En Madrid se llegaron a contabilizar 225 checas; en Barcelona 46 y en la comunidad valenciana 55 (repartidas entre las tres provincias). En manos de sujetos tan siniestros y despiadados como el anarquista Antonio Ariño Ramis; Elviro Ferret Obrador (checa Marqués de Cubas); Agapito García Atadell (checa García Atadell); Julio de Mora (Checa calle Fuencarral); Loreto Abellaniz (checas del SIM) etc. En Barcelona destacó el Teniente Coronel Uribarri del SIM; el polaco Alfonso Laurencic (checa Vallmajor ; Schaja Kindemann, ruso-polaco( checa Santa Úrsula); Walter ( checa Ganduxer) y otros muchos que por falta de espacio no podemos mencionar, sicóticos, crueles, insaciables torturadores, por cuyas manos pasaron miles de personas inocentes, la mayoría de ellas asesinadas después de haber sido torturadas. Uno de los responsables de aquellos centros del horror fue el ministro de Gobernación, Angel Galarza.

Y como esta tétrica crónica no quedaría completa, nos referiremos a algunas, no todas, de las torturas que se llevaban a cabo en tales centros de ignominia. Abad de Santillana, en su obra “Por qué perdimos la guerra”, el escritor del Frente Popular deja escrito: “Las torturas, los asesinatos, irresponsables, las cárceles clandestinas, la ferocidad con las víctimas, inocentes o culpables, estaban a la orden del día…”, “Lo ocurrido en las checas comunistas de la España republicana cuesta trabajo creerlo. En el Hotel Colón, el Casal de Carlos Marx, en la Puerta del Angel 24, en el Castillo de Castelldefels se perpetraban crímenes que no tienen antecedentes en la Historia de la Inquisición.”, “De este modo se ha deshonrado la revolución española empleando los procedimientos ilegales desde la Dirección de Seguridad hasta el Servicio de Investigación Militar”. “Un espacio anegado de agua en el que, en una de sus paredes estaba situada un celda de pequeñísimas proporciones, con anillas para pies y manos, con las que se sujetaba al desgraciado obligado a permanecer dentro del agua y en una postura insoportable”; “Unas celdas pequeñas en las que se obligaba a permanecer hacinados a los sometidos a tortura, donde la luz no se apagaba ni de día ni de noche”, “Un reducto, sin ventana, donde había una pieza de cemento construida por dobles tabiques separados por 5 cm.; sin ventilación y con puertas de hierro; en el techo un depósito de agua desde el cual, por el sistema de vasos comunicantes, se infiltraba, a presión, en las celdas, impregnándolas de una humedad continua. Eran conocidas como neveras”; por supuesto no faltaban las palizas, las quemaduras con hierros candentes, las descargas eléctricas u otros procedimientos sofisticados, como aquel consistente en una celda de forma esférica, de unos 4 metros 50 centímetros de modo que, el detenido, cuando era introducido en ella, quedaba completamente desorientado. Una escalerilla de hierro empotrado daba acceso a una compuerta circular que se cerraba herméticamente. Dentro, una oscuridad absoluta., además de la molesta desorientación, el padecimiento quedaba crecido a causa de un ensordecedor estruendo, un ruido chirriante y continuado de un rodillo mecánico, colocado sobre el techo de la celda.

Sólo una pequeña muestra, a modo de ejemplo, de aquellas espantosas muestras de la barbarie humana, producto de un odio salvaje convenientemente cultivado por los miembros del gobierno, como Galarza y, en Cataluña, por el señor Companys y sus secuaces.

Conviene, en estos tiempos, en los que parece que vuelve a producirse una tendencia hacia el comunismo, entre una parte de los españoles ( la mayoría de los cuales son perfectamente desconocedores de lo que sucedió en la Guerra Civil del1936), un sentimiento de rechazo hacia la democracia, un disgusto respecto a los gobernantes que han tenido que bregar con la herencia socialista de la crisis y una influencia nefasta de estos nuevos políticos, llegados de Venezuela, impregnados del comunismo bolivariano patrocinado por el presidente Maduro y que han encontrado terreno abonado entre todos los antisistema, okupas, extrema izquierda y revolucionarios anarquistas; recordar a nuestros conciudadanos lo que nos estamos jugando todos haciéndoles el juego a estos grupos que, aparentando, como hicieron los comunistas de tiempos de Negrín y del Frente Popular, ser los defensores de las clases bajas, los verdugos de los ricos y los que disponen de la piedra filosofal que permite, sin esfuerzo, sin otra cosa que quedarse en la silla sentado, que llegue el maná del cielo que vaya a servir para que todos los españoles dispongan de un bienestar proporcionado por el Estado mediante las subvenciones que se van a nutrir de los impuestos que van a poner a las empresas, a los ricos y a los interese y amortizaciones de nuestra Deuda Pública que, según ellos, van a dejar de pagar a nuestros acreedores europeos y a los bancos que nos han ido financiando para que pudiéramos salir de la crisis; que los milagros ya no existen y, ninguno de estos utópicos proyectos, ha conseguido su objetivo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que, en España, hemos caído en la misma equivocación que cometieron los griegos y, hete aquí, los resultados de su rebelión. Han quedado sin plumas y cacareando, como el gallo de Morón; obligados a aumentar los recortes, a bajar un 30% las pensiones y a seguir sujetos a la vigilancia de quienes les permiten seguir subsistiendo, los bancos y la UE.

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