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Diario YA


 

La corrupción del mensaje

Enrique De la Puente. Se habla mucho de la corrupción, por supuesto más de la corrupción relacionada  con unos partidos que de la referida a otros, pero, prácticamente siempre, de la corrupción que tiene que ver con la malversación de los recursos que, a través de los impuestos, ese pueblo pone en sus manos. En este tipo de corrupción, individuos sin escrúpulos se enriquecen a sí mismos o a amigos de los que esperan que, una vez terminada su vida política, les devuelvan los favores prestados; otros favorecen a sus partidos, con el fin de mantenerse más tiempo en el poder. De lo que no se habla casi nada, es de la corrupción que supone la manipulación de ese mismo pueblo a través de informaciones tergiversadas  o directamente falsas, con las que se va moldeando lo que el pueblo debe creer y que ahora, con los medios de divulgación existentes, ya sea medios afines o redes sociales, es tan fácil; para mí, esa corrupción es todavía peor que la otra.
Ya en tiempos de Alfonso X el Sabio, el rey que prefería recitar poemas en gallego, quizás se los había oído a alguna “galleguiña melosa, como la de la canción de la Tuna Compostelana, y decía que era mucho más melodioso el gallego que el brusco castellano, ya en aquellos tiempos, repito, había babosos intrigantes que medraban “haciendo la pelota” al rey, para así poder vivir a costa del pueblo; ahora algunos políticos “hacen la pelota al pueblo”, del que dicen que es el nuevo soberano, para ser elegidos y así, lo mismo que antes, poder seguir viviendo a costa del pueblo.
Pues bien, ya en aquellos tiempos había intrigantes que cambiaban frases para enmascarar violencias; lo mismo que entonces se cambió la palabra violación por “conocimiento carnal por la fuerza”, ahora se cambia, por ejemplo, aborto por interrupción voluntaria del embarazo. ¿No es esto una corrupción del mensaje? ¿De verdad creen que somos tan tontos? O lo que es peor ¿habrá tantos tontos ya, que valdrá la pena dirigirse a ellos en esos términos?
A lo largo de la Historia, hemos visto como en determinados periodos de la misma, se ha utilizado esa manipulación del pueblo para conseguir lo que sólo interesaba a unos pocos que siempre eran los que ostentaban o, hasta en algunos casos, detentaban el poder. Y esto se hacía a través de esa información tergiversada o falsa, que se le proporcionaba a ese sufrido pueblo, del que vivían los poderosos. ¿No es eso corrupción?
En un mundo en el que se habla tanto contra la violencia, pero en el que la mayor parte de los videojuegos, con los que se entretienen los niños, son violentos y se ensalza en ellos la violencia. En una España en la que algunos son tan valientes que se atreven a insultar no sólo nuestros símbolos nacionales, sino que también se meten e insultan gravemente a la religión cristiana, pero que no se atreven a meterse con otras religiones, porque saben que si lo hacen los fieles de esas religiones se lo iban a hacer pagar caro. Hasta esos que se llaman a sí mismos políticos, pero que no son mas que esos mismos intrigantes babosos, que han existido siempre, defienden las ofensas contra la religión cristiana o los símbolos patrióticos, diciendo que es libertad de expresión,  en vez de decir simplemente que es insulto y provocación ¿no es eso otra corrupción del mensaje? Si la ofensa o el insulto fuera contra otros colectivos u otras religiones, ya no lo llamarían libertad de expresión, ya si sería insulto, ofensa o cualquiera de las fobias que no se les caen de la boca.
Ah, y si alguien se siente ofendido o insultado por algo de lo que he escrito, que acepte que me he acogido a esa libertad de expresión, que tanto pregonan, o que ha sido un desahogo verbal, como también alegaba otro.