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Diario YA


 

No hace mucho tiempo, el patriarca, Jordi Pujol, era recibido por presidentes de gobierno y por Jefes de Estad

La familia Pujol S.A.

Javier García Isac. No me gusta la familia Pujol, ni me gustaba antes  ni me gusta ahora. Siempre con ese aire de suficiencia, ese halo de estar muy por encima del resto de los mortales.
No hace mucho tiempo, el patriarca, Jordi Pujol, era recibido por presidentes de gobierno y por Jefes de Estado con gran pomposidad. Era considerado un gran estadista, era calificado como el Honorable Pujol. Su mujer, Marta Ferrusola, tenía la patente de corso a la hora de colocar el césped del campo del Barsa o las flores de la Ciudad Condal, sus hijos, todos muy listos y muy bien colocados en organismos públicos, gozaban de inmunidad absoluta. Nada se escapaba al gran clan de los Pujol, nada se dejaba al azar. Hasta las ITV eran patrimonio de los Pujol. En su afán imperialista, colonizaron hasta los bancos Andorranos, pues en Andorra de poco más te puedes apropiar.
Pujol el grande, el patriarca, gobernaba Cataluña como su finca, como algo de su propiedad. Era su cortijo, nada se movía sin su conocimiento y consentimiento. Como buen reyezuelo, siempre rodeado de un sequito de mediocres y pelotas que crecían y pululaban bajo su sombra y la de sus hijos. Instauro un régimen que pervive hasta nuestros días, y donde el control de los medios de comunicación, oficiales o no, son baza fundamental a la hora de silenciar y ocultar sus fechorías y desmanes, y todo atisbo de voz discordante que se salga de lo estrictamente marcado por el régimen. Han tratado a los catalanes como a imbéciles, mientras les enfrentaban al resto de los españoles, bajo el lema “España nos roba”, los Pujol les robaban a ellos, a sus queridos compatriotas. “El España nos roba”, era la cortina de humo, el señuelo necesario, la artimaña de distracción, para que esta banda de forajidos, estos cuatreros del siglo XXI, se lo llevasen muerto.
Los políticos de la transición, esos que los cursis han denominado como los padres de la Constitución, son también culpables del expolio que los Pujol han cometido sobre el pueblo Catalán. Estos políticos mediocres, pero con ínsulas de haber traído la democracia a España, son los primeros que taparon los escándalos de Banca Catalana, donde todos sabían y conocían como el gran, pero enano Pujol, manejaba las finanzas. Se nos vendió una transición modélica, impecable, poco importaban las matanzas de ETA y GRAPO, poco importaban la corrupción generalizada, los “sobres”, los tejemanejes de unos y otros, la palabra democracia lo tapaba todo, hasta los gobiernos autonómicos como el catalán, sustentados en mentiras, engaños y enfrentamientos.
Resulta curioso ver, como este “gran estadista”, nos sigue tomando a todos por imbéciles, como en la época en la que “reinaba” sobre su cortijo, pues nunca gobernó, más bien era el Rey con poderes absolutos, a los que todos rendían pleitesía. Ahora pide traductor del español al catalán.  En un último gesto de dignidad, desea que los delitos de los que se le acusa a él y a su banda, sean recitados en el idioma con el que se cometieron.
Utilizo el catalán, no como medio de acercamiento, no como grandeza cultural y de hermanamiento entre españoles de distintas comunidades, utilizo el catalán como herramienta de enfrentamiento, de odio, utilizo el catalán, para robar a los catalanes, utilizo el catalán, para engañar y mentir, utilizo el catalán para manipular. Es lógico pues, que ahora desee fervientemente que todas sus fechorías le sean recitadas en catalán, y el Juez en un acto de generosidad sin límites se lo conceda.
Este pequeño tirano está  acabado, pero no su herencia, la cual debe ser erradicada de inmediato. No basta solo con condenarle a él y a su clan, deben ser juzgados todos los colaboradores necesarios, todos los encubridores que a lo largo de todo este tiempo, han permitido, consentido y sean beneficiado de las andanzas de esta banda de forajidos. No solo han sido delitos económicos, lo han sido también morales y sociales. Alguien debe pagar por el daño causado, no basta con meter a un anciano en la cárcel. ¿Dónde estaban los Arturo Mas, Duran y Lérida, los Felipe González y todos aquellos que aun sabiendo de las golfadas no hicieron nada?

Javier García Isac
Una Hora en Libertad.
 

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