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"La Flauta Mágica", testamento espiritual de W.A. Mozart

Luís de Haro Serrano. Estrenada en Viena el 30 de septiembre de 1791 y presentada en el Real el 11 de enero de 2001, se ofrece en esta temporada con una producción de la komische Oper de Berlín con Iver Bolton como director musical, Barrie Kosky director de escena y un doble elenco en el que intervienen 16 cantantes españoles, elegidos solo por su calidad vocal.

A comienzos de 1791 Mozart vivía en Viena sumido en difíciles condiciones económicas y personales: muerto el viejo emperador José II, su sucesor Leopoldo II mostraba un escaso interés por su música. Estas circunstancias contribuyeron a que su situación económica fuera más precaria de la que normalmente vivía. Además, su salud empezaba peligrosamente a resquebrajarse y su esposa Constanza, embarazada, se había marchado a Baden para reponerse. Ante este difícil panorama, un viejo conocido suyo, Enmanuel Schikaneder, polifacético personaje (actor, cantante, escritor y empresario de teatro) le comentó que estaba trabajando un texto sobre una fábula oriental. Atraído por el tema, Mozart consideró la posibilidad de ponerle música. Schikaneder se instaló en Viena para llevar la responsabilidad del teatro "auf der Wieden" donde ofrecía tanto óperas como dramas de grandes autores ingleses. Esta es la razón por la que, en este pequeño teatro de suburbio viera la luz por primera vez "La Flauta Mágica", considerada como su última ópera, que comenzó a componer en mayo de 1791, concluyéndola el 28 de septiembre, junto con “La Clemencia de Tito" que, por motivos económicos preparó en solo tres semanas.

El estreno fue dirigido por Mozart y en lo escénico por Schikaneder, que interpretó el papel de Papageno; su cuñada, Josefa Hofer, acometió el de "La Reina de la Noche”. Después de su inmortal trilogía sobre libretos en lengua italiana preparados por Da Ponte; "Bodas de Fígaro","Don Juan" y "Cosí fan tutte", Mozart tenía interés por volver al género "singspiel" estilo en el que había preparado su primera obra maestra para la escena, "El rapto en el serrallo". La Flauta mágica” destaca por la singular armonía de su partitura, caracterizada por la variedad de contrastes musicales, mezclados con una auténtica heterogeneidad de estilos, entre los que cabe recordar los siguientes: Pamina pasa de su sencillo dúo con Papageno "Be¡ Männern" (n° 7) a su aria (n° 17), realizados con el formato de la ópera seria, a un tono decididamente popular, alemán o vienés. En las intervenciones de Papageno, Sarastro y La Dama de la Noche se encuentran arias del estilo italiano y de “bravura". La Obertura y el final del segundo acto recuerdan el esquema de la fuga, El dúo de Tamino y el Sacerdote – al final del primero-, están construidos con una melodía de sorprendente modernidad.

A lo largo de todo su recorrido, Mozart ha sabido combinar con atractivo lo cómico con lo serio, lo solemne con lo popular y lo fabuloso, lo cotidiano y lo esotérico con un dominio absoluto de la música, sin que se resienta su equilibrio escénico. Su genio se manifiesta a través de una música magistral desde la primera hasta la última nota, que unifica esa diversidad estilística, superando así las limitaciones del libreto. Igual que en la mencionada trilogía de Da Ponte, Mozart revela una capacidad ilimitada para expresarse musicalmente a través de todos sus personajes, sin dar primacía a unos sobre otros: hasta el apaleado Monostatos tiene un aria deliciosa y la música de los tres genios se eleva hasta lo sublime en su último trío. Gran parte del incomparable atractivo que la obra posee, se debe a la instrumentación tan ingeniosa y colorista con la que está construida, donde se unen el toque popular de la flauta de pan con el carillón de Papageno y la voz grave y solemne de los trombones.

Una auténtica novedad en la formación orquestal de la época, que Mozart ya había utilizado en la preparación de su Idomeneo y en el acompañamiento de la escena final de Don Giovanni. Destaca la presencia de otros instrumentos como los "corni di bassetto" -pertenecientes a la familia del clarinete- tan preferidos por Mozart El libreto, como sucede en otras de sus óperas, encierra una amplia simbología masónica, tiene un valor literario muy discutible, pero sí está dotado de una estructura musical suficientemente coherente en relación con el rico juego escénico que la obra requiere, que engrandece su resultado. Sus numerosos efectos y contrastes cautivaron al público vienés desde el principio. Interés que continúa actualmente. Como muchos artistas y políticos de la Viena de entonces, Schikaneder y Mozart eran masones, circunstancia que favoreció que el compositor se entusiasmara por una historia que le permitiera ofrecer a sus compañeros de logia una ópera que exaltara los valores de fraternidad y espiritualidad.

El bien y el mal están representados por Sarastro y la Reina de la Noche. Los binomios de la sabiduría y la ignorancia, lo serio y lo bufo los encarnan Tamino y Papageno.

La trama.

Dividida en dos actos y doce cuadros, la ópera desarrolla un enrevesado y ambiguo conjunto de situaciones que, en el fondo, encierran una sencilla idea: la gente normal lucha por conseguir el amor de manera pura y verdadera es evidente. En este contexto Schikaneder y Mozart realizan una bondadosa y moralizante apología del bien, inventando unos personajes infantiles de gran calado ideológico y musical.

Puesta en escena:

La “flauta mágica “, dentro del mundo de la ópera, ha sido una de las obras que, gracias al ingenio del libreto y al de su singular partitura, más versiones escenográficas se han realizado. Acertadas unas y otras no tanto.

La versión de Berlín estrenada en 2012, para su presentación en el Real ha sufrido una fuerte remodelación según Tobías Ribitzki, encargado del montaje de Madrid. Al convertir a los cantantes en actores que interactivan su actuación con las contínuas proyecciones han tenido que realizar un duro y repetitivo trabajo de acomodación, proporcionándole más agilidad a la escena y quitado peso a los largos recitativos propios del singspiel con que Mozart la realizó. Una genialidad más que favorece la comprensión del espectador primerizo sobre esa aparente dureza. Muy arriesgada y discutible, en cambio, la idea de trasladar la maldad que representa la “reina de la noche” a la simbología de un insecto tan repulsivo como la araña,

La clara conexión con las connotaciones del cine mudo y personajes concretos como Buster Keaton (Papageno) Tamino ( Rodolfo Valentino) o Pamina como la Louise Brooks de la Lulú de Alban Bert o al también malvado Monostatos con Nosferatu, es otro de sus alicientes. Todo bastante chocante y llamativo, puesto al servicio de ese diálogo con la pantalla que suaviza felizmente los espesos momentos que, para algunos, la obra pueda tener. El trabajo conjunto realizado por el grupo teatral británico 1927 y el director de escena australiano Barrie Kosky ha hecho posible esta insólita versión, acogida con un justo entusiasmo por la prensa alemana que la definió como una “absurda y deliciosa mezcla de cine mudo y dibujos”. Una conjunción de esfuerzos muy sugerente, a la que se une el haber elegido para esta ocasión un doble elenco de auténtico lujo en el que resulta difícil distinguir entre primer y segundo reparto, dada la uniformidad, fuerza y belleza de todos sus componentes y en lo que al denominado como segundo cabe destacar la expresividad de voces tan destacadas como las del bajo profundo Rafal Siwek (Sarastro) y la de la soprano de coloratura Katthryn Lewek (reina de la noche) La sombra del conocimiento y experiencia de Ivor Bolton sobre la música de Mozart se proyectaron con eficacia en esta gran versión que, como siempre, ha contado con la excelente actuación del Coro y la orquesta titulares del Teatro. Ha desarrollado un meritorio trabajo al haber tenido que realizar también la sincronización de todos con la proyección de los expresivos dibujos. El resultado final ha sido un deslumbrante espectáculo del que han disfrutado sobradamente los espectadores que han tenido la suerte de adquirir una localidad. Buen comienzo, pues, de la celebración de los actos conmemorativos del 2º centenario del Real.

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