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Diario YA


 

El protagonista del día es el rey de España Felipe III

La formación de una cabeza católica

Javier Paredes. El protagonista del día es el rey de España Felipe III, que nació el 14 de abril de 1578, y era el cuarto hijo de la cuarta consorte de Felipe II, doña Ana de Austria (1459-1580), pues anteriormente Felipe II había enviudado de María Manuela de Portugal (1527-1545) sin tener hijos, de María I de Inglaterra (1516-1558) con la que tampoco los tuvo y de Isabel de Valois, con la que engendró dos hijas.

De su aspecto físico y su carácter, Ríos Mazcarelle cita el siguiente retrato: “Es delgado y débil, de complexión delicada. Podía ser más fuerte y robusto, si se alimentase con más moderación. Es tan sumiso a su padre que nunca le desobedece, no hace nada sin su permiso. El rey le lleva a todas partes que va, pero nunca le informa de los asuntos de Estado. En todas sus acciones da muestras de una extrema gravedad”.

 

Y en efecto, Felipe III siempre estuvo a la sombra de su padre hasta el último momento, en que le transmitió su postrera enseñanza. Había enfermado tan gravemente Felipe II, que en la noche del 1 de septiembre de 1598, el arzobispo de Toledo, García de Loaysa, le administró los últimos sacramentos en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. En ese acto además del príncipe heredero estuvieron presentes altos personajes del clero y de la nobleza. Y cuenta Cervera de la Torre, que “acabado este acto y salidos todos, se quedó Su Majestad a solas con su hijo el Príncipe, Rey y Señor nuestro y le dixo, como él mismo ha referido: ‘He querido que os halléis presente a este acto, para que veáis en qué para todo`”.

 Desde que conocí este hecho histórico en el que queda patente el concepto cristiano de la vida de Felipe II, el Rey Prudente, y el hombre más poderoso del planeta en ese momento, me ha parecido infatiloide el afán que ponemos en la cosas de esta tierra, porque  a diferencia de los dominios de Felipe II, en los que no se ponía el sol; los nuestros –o al menos los míos- caben todos en el cerco formado por el foco de un linterna de mano, y todavía me sobra sitio.

La formación de una cabeza católica –algo bien diferente a una cabeza clerical-, que sabe ver las cosas de esta tierra con sentido trascendente, no se puede improvisar en un momento, ni aunque ese momento sea el de la muerte. Ciertamente que el rey Felipe II tendría como humano una colección de defectos, pero tan cierto como esto es que, según transmite fray Antonio Cervera de la Torre, Felipe II siempre llevaba consigo una caja en la que guardaba su propia disciplina junto con un crucifijo. Y así desde luego que se explican muchas cosas y sus contrarias. Y mejor no seguir haciendo derivadas, que uno es de letras y podemos acabar enredándonos con quien no nos guste y mucho nos perjudique, porque cualquier parecido de la religiosidad de Felipe II con los gobernantes actuales de España es inimaginable, que ya me van llegando noticias que los de la derecha pagana del PP lo que quieren  es que me coma el tigre y hasta me están soltando tigres de Bengala por mi bario… y no están los tiempos para perder este oficio de escribano en el diario Ya, que está tan bien pagado con la libertad con que escribo y el cariño de tantos lectores. Un millón de gracias a todos.

 

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