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Diario YA


 

La ministra de Justicia cree en milagros ¿Novata o inexperta?

Miguel Massanet Bosch. Tenemos la inquietante impresión de que, algunos de los ministros del nuevo gobierno que ha escogido el señor Pedro Sánchez, todavía no se ha enterado del problema catalán, de sus dimensiones y de en sentimiento de revanchismo que se ha instalado entre el soberanismo catalán y, en consecuencia, siguen creyéndose que lo que no han conseguido sus antecesores, aplicando la política de apaciguamiento que hemos venido criticando, lo van a lograr ellos por el mismo procedimiento,

Mucho nos tememos que este gobierno, que nació de una moción de censura perpetrada por el señor Pedro Sánchez y que ya ha tenido una baja nada más iniciar su andadura, nos reserva a los españoles sorpresas que pueden llegar a poner en cuestión lo que, para algunos, se consideraba un gobierno aceptable para mantener una línea parecida, con toques sociales más progresistas, a la que utilizaron los populares para sacar a España de la ruina económica en la que la dejaron los antecesores socialistas del señor Rodríguez Zapatero. A la vista de los últimos movimientos detectados en la cúpula del PSOE, nos quedan grandes dudas de cuáles son los verdaderos objetivos que se esconden bajo la idea básica de la moción, por la que la izquierda, apoyada indirectamente por Ciudadanos, consiguió sacar de la arena política al señor Mariano Rajoy. Es evidente que, como ya nos suponíamos, se trata de que, con sólo 84 parlamentarios, los nuevos gobernantes saben que no van a poder o les será extraordinariamente difícil sacar grandes leyes del Parlamento, debido a que la unanimidad que consiguieron por parte de los distintos partidos de izquierdas y nacionalistas para conseguir expulsar a la derecha del gobierno de la nación, no les va a ser tan fácil volverla a repetir cuando se trate de querer sacar leyes que, evidentemente, va a ser complicado que coincidan con los objetivos de todos los partidos que colaboraron en el éxito de la derogación del gobierno del PP.

Ello, como ya apuntamos en comentarios anteriores, les va a obligar, si quieren seguir gobernando lo que resta de legislatura, a limitarse a ensayar propuestas demagógicas capaces de ilusionar a aquellos ciudadanos a los que querrán convencer de que, si no consiguen sus propósitos de convertir a España en un paraíso socialista, no será por falta de intentarlo, sino por “la ausencia de colaboración” de los partidos de la oposición, especialmente del PP o lo que quede de él y de Ciudadanos. Han empezado por montar el gran espectáculo de la admisión de los migrantes del barco Aquarius, organizando una acogida en la que no ha faltado nada más que SS.MM los Reyes acudieran a rendirles pleitesía y, seguramente intentarán, o eso nos hace suponer las declaraciones aparecidas en La Vanguardia en portada y con gran lujo de detalles, incluida fotografía a gran tamaño de la nueva ministra de Justicia, luciendo palmito; hacer ver que van a conseguir negociar o, como suelen decir ellos “dialogar” con los separatistas catalanes  (seguramente para concretar con ellos lo que, con toda seguridad, les debió prometer el señor Sánchez para conseguir sus votos en el aquelarre contra el líder del PP), para “destensar la relación con Cataluña” con la cursilería añadida de “y evitar más dolor” ¿ a qué dolor se referirá doña Dolores Delgado? ¿Acaso querrá aludir a los presos preventivos que aguardan ser juzgados por delitos tan importantes como secesión, prevaricación o  malversación de caudales públicos? Porque, si es a esos, nadie podrá negar que se lo han estado buscando desde hace años, al menos desde que el señor Mas decidió declararle la guerra al resto de España, desafiando al Estado de derecho.

No parece que le importen mucho el 50% largo de ciudadanos que residimos en la comunidad catalana, que nos oponemos a que Cataluña deje de ser una parte del Estado español y que hace tiempo que estamos sujetos a la presión de considerarnos como extranjeros en lo que es un pedazo de España, sin que nos esté permitido el que nuestros hijos reciban educación en castellano, que tengamos que soportar que las escuelas catalanas, como las ikastolas del país vasco, se dediquen a adoctrinar a nuestros hijos en contra de España y a favor de una Cataluña, republicana e independiente del resto de la nación española. Tampoco podemos lucir los símbolos de la patria, como es la bandera, cuando en Cataluña sin que nadie se oponga a ello, ni la policía, la Guardia Civil o el mismo Ejército actúen para impedirlo, tenemos que soportar que por todas partes cuelguen las famosas “esteladas” el símbolo de la revolución con la que los separatistas amenazan y buscan, ellos si lo hacen, tensionar la convivencia dentro de la comunidad.

Y ahora, la señora ministra de Justicia, sale a la palestra para darles ánimos a los separatistas soberanistas catalanes, anticipándoles que lo que ella va a hacer es facilitarles las cosas para que, vayan ustedes a saber a base de qué clase de concesiones que estén dispuestos a hacerles, se produzca la “distensión” que durante tres legislaturas, no han conseguido obtener ninguno de los distintos gobiernos que han estado al mando. Con la particularidad de que, en una de ellas, dirigida por el señor Rodríguez Zapatero, se les prometió, en un rapto de estupidez incomprensible, aprobarles el Estatuto que ellos redactaran, poniéndoles “a huevo” el redactar uno a la medida de sus propósitos de dar el primer paso hacia una futura independencia. ¿Es así como el señor Sánchez, que ya está preparando, a través de las alcantarillas del Estado, y en reuniones secretas con el señor Pablo Iglesias, posibles pactos hacia el gran viraje a la izquierda, evitando acudir a las urnas, sabedor de que, en unas futuras elecciones lo iba a tener difícil de lograr; piensa solucionar el problema catalán, después de que ya impidió que se aplicara el 155 con todas las posibilidades que contenía para haber acabado, de un plumazo, con toda la cúpula de la opción separatistas que estaba envenenando la política catalana.

Yo le recomendaría a esta señora ministra que dedicase parte de su tiempo a leer periódicos como La Vanguardia, o escuchar las radios catalanas o a ver alguno de los programas que se emiten a través de la TV3 y que, luego, nos explique por qué motivos cree ella que va a ser capaz de contentar a personajes como la señora Rahola, el señor Torra o al mismo señor Torrents, presidente del Parlamento catalán. O ¿acaso está dispuesta a cambiar la Constitución como ellos pretenden para que se permita la independencia de Cataluña para así “distensionar” la tirantez entre ambas partes? Los soberanistas ya han venido rechazando, en varias ocasiones, la inaceptable propuesta del señor Sánchez de convertir a la nación española en un estado federal para que, de esta manera, poder otorgarles la categoría de nación; lo que él se empeña en denominar como “nación de naciones”, un concepto que la mayoría de españoles rechazamos de plano ya que no es esta la concepción que tenemos de la patria española. El concepto que se trasmite a través de la mayoría de medios de comunicación catalanes, casi todos a las órdenes de los independentistas, es el de un rechazo absoluto hacia el resto de España; una actitud burlesca, despreciativa y de superioridad hacia los ciudadanos españoles a los que consideran inferiores a ellos y unos vagos redomados. ¿Y es a todos estos imitadores de Rufián, a los que quiere satisfacer la señora ministra, reírles las gracias y negociar con ellos? O es que ¿no le ha bastado con el sonado fracaso de los intentos de llegar a acuerdos llevados a cabo, por encargo de Rajoy, por la vicepresidenta del anterior gobierno, señora Sáez de Santamaría?

Puede que estos nuevos ministros que han entrado como elefante en cacharrería en los despachos ministeriales, con la pretensión de darle la vuelta a todo lo que ha conseguido el PP; les conviniera frenar algo su excesivo optimismo o, al menos, su pretensión de aparentarlo, para reducir sus objetivos a lo que razonablemente pudieran hacer que, en realidad, no podría diferir mucho de lo que han venido haciendo sus predecesores, que se ha limitado a adaptarse a la realidad que ha supuesto ir de la mano de la UE, reducir el déficit público, mantener el difícil equilibro entre el endeudamiento estrictamente necesario y nuestra deuda exterior que, como es sabido ronda el 97% del PIB sin salirse que se nos han fijado; luchar contra el desempleo con resultados satisfactorios; mantener excelente relaciones con Alemania y Francia y ser capaces de establecer una buena relación con el señor Trump, sin que ello haya supuesto dejar de cumplir con los compromisos con la CE.

No deben dejar de preocuparse por algo que, hasta ahora, han conseguido, con la complicidad de los medios de comunicación, que tienen pendientes una serie de citas judiciales que sí, hasta este momento, no han cristalizado en sentencias que los pudieran perjudicar, nadie puede asegurar que el caso de los EREs ( pese a que consiguieron apartar de él a la jueza que lo llevaba,  la señora Ayala) no ponga en evidencia a alguno de los miembros de su partido, lo mismo que puede sucederles a los otros 70 casos que están desperdigados en otros juzgados de toda España. La pretendida autoridad moral de la que ha hecho gala el líder socialista, P.Sánchez, puede que se vuelva contra el mismo, si la Justicia resulta que halle culpables a algunos de los dirigentes del PSOE andaluz en aquella gran estafa a los trabajadores que debían ser indemnizados por cesar en sus empresas.

La más mínima prudencia debería recomendar, a los miembros de este recién estrenado gobierno socialista, mantener un tono más discreto, evitar llamar demasiado la atención o pretender, a falta de mejores bazas con las que defenderse durante el tiempo que les queda de legislatura, extender sobre la opinión pública española una especie de neblina propagandística con la que intentar vender unos éxitos que, en la realidad, no se van a producir debido a que, todo lo que han estado prometiendo para conseguir desalojar a los populares del gobierno, requiere miles de millones y, por si fuera poco, la aprobación de la Comisión europea que, mucho nos tememos, no va a estar muy dispuesta a tolerarlo si, como es evidente que será lo que se va a proponer, las modificaciones en nuestra política social, requiere salirse de los límites de gasto que se nos han venido imponiendo desde la CE.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mucho nos tememos que esta campaña que, cada día, están empeñados en llevar a cabo los socialistas, con la evidente intención de que los ciudadanos caigan en las redes de su propaganda de cara a preparase las elecciones legislativa de finales de legislatura, si bien, en un plazo corto puede llegar a favorecerles, debido al deseo de que las izquierdas consigan éxitos que los puedan consolidar en el gobierno; en la práctica, como ha venido sucediendo en todas las ocasiones en las que han gobernado, sus despilfarros los van a llevar, inevitablemente, a la misma situación que hicieron que en el 2011 tuvieran que rendirse, convocar elecciones y entregar, sin condiciones, su gran fracaso económico en manos de la derecha para que ésta tuviera que apechugar con el marrón. Y lo hizo, con éxito.