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Diario YA


 

“La política es la historia que se está haciendo o deshaciendo” H.Bordeaux.

La UE amenaza involución: España encharcada en el caos político

Miguel Massanet Bosch. Seguramente hace tiempo, años inclusive, en que la situación internacional no se había mostrado tan complicada. Si echamos un vistazo sobre lo que está sucediendo en la Europa comunitaria, deberemos reconocer que, desde hace unos meses, se están produciendo escenarios que están poniendo a prueba la solidez de esta unión político-económica que, por mucho que se ha intentado, no ha conseguido conformarse como el proyecto de nación de naciones que se había previsto por los padres de esta coalición.

Seguramente, el no haberse aprobado la Constitución europea marcó un antes y un después a aquella esperanzadora supresión de fronteras, libre mercado e intercambio de personas que apuntaba logros mayores, de los que se podía esperar la creación de una entidad capaz de hacerle la competencia a los EE.UU y a todas estas naciones emergentes, que han ido surgiendo en Asia, disputando la hegemonía económica y militar a Occidente.

Francia, una nación imprescindible, por su situación geopolítica y su fortaleza económica, para mantener a Europa unida, está pendiente de unas elecciones en las cuales parece, según las últimas encuestas que todo está por decidir, sin que se vea un candidato claramente vencedor y, aún menos, si se tiene en cuenta que, en una segunda vuelta, sólo van a pasar dos de ellos. El señor Fillón, el candidato de la derecha, aunque últimamente ha conseguido mejorar sus posibilidades no es claramente favorito; el señor Macrón, el candidato que parece haber reunido más partidarios, tampoco ha conseguido destacar de sus competidores; Mèlenchon, el filocomunista extremistas sigue con grandes posibilidades y, finalmente, Marine Le Pen, de la ultraderecha francesa, sigue al frente en las encuestas aunque no se la ve clara vencedora y no parece que tenga posibilidades de gobernar, si precisa aliarse con alguno de sus competidores. Sin embargo, Europa deberá contener la respiración el día de los comicios, porque si se diera la circunstancia de que los dos finalistas fueran Mèlenchon y Le Pen, ambos partidarios de abandonar la UE, los problemas que tendría la UE podrían ser tan graves que llegaran a acabar con ella.

El otro problema importante que tiene Europa es el del terrorismo, si se quiere el mini-terrorismo esporádico pero imprevisible y lo que es peor, imposible de controlar dado que cualquier yihadista que se lo proponga es capaz de cometer un acto de terrorismo en cualquier lugar de Europa, como se ha demostrado en los últimos actos con los que la barbarie extremista ha golpeado a nuestros vecinos franceses y a los ingleses en sus propias capitales París y Londres. En España, gracias a la eficacia de nuestros servicios secretos y la acción de nuestras fuerzas del orden, hemos conseguido anticiparnos a aquellos que se proponían cometer salvajadas en nuestras ciudades, aunque nadie puede asegurar que, algún día, no tengamos que hacer frente a una situación como las que han padecido el resto de naciones europeas y algunas del norte de África. El Brexit inglés, todavía en sus primeras etapas y a falta de la negociación que se deberá celebrar entre los representantes del RU y Europa, no deja de ser una mala noticia ya que, por una parte, Europa no puede consentir que los ingleses se salgan con la suya, como pretende la señora May, cuando pretenden evitar contribuir a los gastos de la CE, renunciar a hacerse cargo a su cuota de inmigrantes y, a cambio, salirse de rositas conservando sus privilegios como la libertad de mercado, el no pago de aranceles, y otras bicocas de orden económico de las que disponen el resto de países de la UE. Italia sigue sin un gobierno lo suficientemente estable desde que Renzi abandonó el Quirinal. Sin embargo, sigue siendo una potencia económica importante y una de las naciones que mantienen su influencia en el UE.

La situación de Europa, no obstante, también está condicionada por la pretensión de los países del Norte, los que se consideran más avanzados, los que miran a las naciones del Sur con desprecio y pretenden establecer la llamada Europa a dos velocidades, dejando a los países del sur a su aire, permitiéndoles un endeudamiento mayor, un menor control de su déficit, etc. para que ellos pudieran avanzar a un mayor ritmo, en lo que sería una unión de países privilegiados respecto a la de “los más atrasados” del sur de Europa. Claro que resulta contradictorio que, España, por ejemplo, sea la que exporta hacia los países del norte la mayoría de frutas y hortalizas que allí se consumen y se viene consolidando con la 12 economía mundial con un PIB de 1.241.4 miles de millones de euros cuando Holanda apenas llega a los 794.2 y Turquía los 791.2. En la UE España ocupa el quinto lugar como potencia económica y, si bien es cierto que nuestra tasa de desempleo es la mayor de Europa, también lo es que, en los últimos años, se va consiguiendo mejorarla y, en estos momentos, somos el país de Europa que más crecemos, por encima de países como Francia o Inglaterra, según confirma el FMI. Pero, junto a estos buenos datos económicos, que nos permitirían ver nuestro futuro con optimismo y esperanza de recuperar el bienestar, al menos en una parte importante, al que la crisis nos obligó a renunciar; nos encontramos que, en el aspecto político, en lo que hace referencia a los problemas políticos que debe afrontar, debido a la inestable situación de nuestro gobierno, obligado a pactar cada una de sus acciones por encontrarse en minoría parlamentaria; el aislamiento en el que se encuentra ante una oposición, incluidos Ciudadanos, decidida a aprovecharse de su debilidad para obligarle a ceder en cada ocasión en la que pretende sacar adelante un proyecto de ley; afectado gravemente por los numerosos casos de corrupción que, incomprensiblemente, le van surgiendo como hongos de entre sus directivos, sin que parezca que, esta epidemia, lleve trazas de desaparecer; su incapacidad para acabar de una vez con el desafío separatista catalán y la forma con la que las izquierdas, especialmente los de Podemos e IU, se valen de la prensa, de las TV y de las calles para poner en aprietos al ejecutivo que, no sabemos si por estar agobiados por lo que les está cayendo encima o porque algunos ya están pensando en el lugar que ocuparían en una nueva dirección si cayera de su puesto don Mariano Rajoy, no reacciona convenientemente al desafío que se le plantea.

Y como colofón de todas estas situaciones que afectan a Europa y a España, no nos olvidemos que seguimos en el punto de mira de los señores del Isis, que siguen empeñados en recuperar aquellas tierras que sus antepasados dominaron durante siglos en España, algo que, a menudo, nos recuerdan los de la Guardia Civil o la policía, cuando descubren a infiltrados que se dedican a reclutar españoles para que vayan a luchar con el EI y, una vez instruidos debidamente, devueltos a España para intentar actos terroristas con los que acabar desestabilizando al país. Si algo podemos asegurar es que no estamos en los momentos más tranquilizadores respecto a nuestro futuro.

La posibilidad de que estos persistentes ataques de la oposición de izquierdas, utilizando todos los medios que tienen a su alcance, que no son pocos, lleguen a minar la confianza de la ciudadanía en el partido en el Gobierno, el PP, y la perspectiva ( de ninguna manera descartable) de que en el PSOE pudiera acabar recuperando, en el puesto de secretario general, al señor Pedro Sánchez, un sujeto tan peligroso como el señor Pablo Iglesias y, evidentemente, dispuesto a aliarse hasta con el Diablo, si fuera necesario, para borrar del mapa a Rajoy y a su partido; dan pie a que las especulaciones más perjudiciales para nuestra nación lleguen a tener visos de verosimilitud de modo que, todo lo que en tantos años de paz y orden se consiguió en beneficio de la ciudadanía, no haya servido para nada más que para permitir a unos advenedizos, comunistas bolivarianos y un grupo de separatistas catalanes, intenten, como ocurrió en el año 1936 con la II República frente populista, acabar con nuestra nación por medio de los conocidos métodos revolucionarios. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, contemplamos como la situación del país, por las imprudencias, errores y falta de vigilancia de unos y por las malas artes, egoísmos e temeridad de otros, amenaza con llegar a un punto de caos que acabemos por volver a la situación de prequiebra en la que nos encontrábamos en noviembre del año 2011. Sólo que, en esta ocasión, pudiera ser que en manos de quienes nos quieren llevar a una dictadura a imagen y semejanza de la de Venezuela.