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La Santa Sede acaba de publicar un elenco de criterios para discernir éticamente las cuestiones planteadas por la economía y las finanzas de nuestro tiempo

La ética del sistema económico y financiero

Enric Barrull Casals. La Santa Sede acaba de publicar un elenco de criterios para discernir éticamente las cuestiones planteadas por la economía y las finanzas de nuestro tiempo. En unas veinte apretadas páginas, llama a las cosas por su nombre, y por eso usa profusamente términos ingleses, aunque el documento se titule en latín Oeconomicae et pecuniariae quaestiones. Es fruto de la colaboración entre la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

Este último departamento vaticano, creado en 2016, refunde organismos precedentes, con el objetivo de contribuir al bien común y al bienestar de la humanidad. Sin perjuicio de su apertura a las diversas inspiraciones, también no católicas, actúa a la luz del Evangelio. Esta orientación se reafirma de modo especial en este documento, también por la intervención de Doctrina de la Fe. Enlaza, en definitiva, con el criterio de Juan Pablo II, que residenció la doctrina social de la Iglesia en el marco de la teología moral.

En el centro, como es sabido, la persona humana, con la dignidad radical derivada de su creación a imagen y semejanza de Dios, de acuerdo con el relato del Génesis. La libertad en el diseño y elección de soluciones prácticas refleja la legítima autonomía del orden temporal, consagrada por la constitución Gaudio et Spas del Concilio Vaticano II. Pero requiere el debido discernimiento ético. La gran aportación de la modernidad es quizá el énfasis en la libertad, con el riesgo de manifestaciones excesivamente teñidas de individualismo: se oscurece la búsqueda del bien común y se exalta el crecimiento económico en detrimento de un desarrollo auténtico, integral.