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Diario YA


 

“La derrota suele ser pasajera, es la claudicación la que la vuelve permanente” Marilyn vos Savant.

Llegó el caos ciudadano y el Gobierno claudicó

Miguel Massanet Bosch.

Cuando un gobierno está sustentado en la nada, muy difícilmente podrá cumplir con su función de gobernar un país, de defender los derechos de sus ciudadanos, de hacer que las leyes se cumplan y que la justicia sobresalga contra aquellos que utilizan la presión y el chantaje para intentar conseguir sus objetivos pese a lo injustos, descabellados o irrazonables que sean. Este Gobierno, presidido por el señor Pedro Sánchez es, desde sus comienzos, un inmenso bluff creado a base de engaños, oportunismo, descalificaciones del adversario y promesas irrealizables; construido sobre una apuesta política en la que el tiempo tiene mucho que ver y, la capacidad de resistencia de este personaje, sin duda alguna, va a resultar determinante. No tienen programa de gobierno, no disponen de recursos para llevar a cabo todos los cambios que han venido anunciando, no cuentan con los apoyos precisos en las Cortes y, por si fuera poco, van a tener que hacer juegos malabares si quieren hacer creer a la UE que son capaces de hacer sus cambios sociales sin incumplir con los límites impuestos para el déficit público  y la Deuda nacional.

Los ministros, al menos la mayoría de ellos, se han convertido en meros voceros de las
“supuestas virtudes del socialismo” en lugar de hábiles gestores de sus respectivos ministerios. Apenas hace un mes que se hicieron cargo de la gobernanza del  país cuando ya se encuentran enfrentados a gravísimos problemas con los que lidiar sin que, hasta estos momentos, hayan sido capaces de solucionarlos de una manera satisfactoria, antes bien, lo único que se les ocurre para justificar su evidente incapacidad, es la habitual cantinela de toda la izquierda que, cuando consigue el poder, se aferra a él con uñas y dientes, utilizando como medio de exculpar sus errores el sistema de atribuir al gobierno anterior la responsabilidad de aquellos temas que se ven incapaces de solucionar.

Hoy se ha confirmado lo que ya se venía temiendo. Ante el desafío abierto, intolerable, chulesco y violento del gremio del taxi, que comenzó por colapsar Barcelona y, gracias a la evidente pasividad de las autoridades autonómicas y nacionales, se ha ido extendiendo hasta adquirir proporciones verdaderamente preocupantes. En dos reuniones que se podrían haber ahorrado, dado el talante, evidentemente propicio a las teorías de los taxistas, esgrimido por los representantes del ministerio de Fomento que, por lo visto, no quieren coger el toro por los cuernos y se aferran a la postura de transferir (una más de las pocas que le quedan al Estado) a la Comunidades autónomas y a los municipios las competencias sobre este tema. La táctica del señor Sánchez: de esquivar los problemas, conseguir aplazarlos y evitar compromisos que le pudieran perjudicar a la hora de convocar las elecciones en las que tiene puestas todas sus esperanzas sigue siendo lo que viene marcando su política actual.

Es obvio que las formas, la impunidad, la agresividad, el desprecio por la ciudadanía y por las resoluciones judiciales de estos taxistas que, así y todo, intentan decir que lo que quieren que se cumpla la ley, cuando lo que es cierto es que sus actuaciones durante estos cinco días, en los que han tenido en vilo a la mayoría de las ciudades importantes de España, no ha sido más que una demostración de cómo un puñado de salvajes han atentado contra los derechos de millones de ciudadanos españoles, a los que los ha impedido ir al trabajo, acudir a sus citas, iniciar sus vacaciones y, por si fuera poco, poner a parir a los turistas que nos visitan masivamente cada año por estas fechas, sin que ninguna autoridad, salvo los ejemplares guardias municipales de Bilbao que han sancionado con multas de 500 euros a los taxistas por su lentitud conduciendo.
Nunca habíamos tomado partido en esta batalla entre los taxistas y las empresas de alquiler de coches con conductor. Sin embargo, la publicidad que se le ha dado a este contencioso, la evidencia de que el servicio de taxis se ha convertido en uno de los pocos monopolios que siguen vigentes en este país, en perjuicio de los legítimos derechos de los ciudadanos a beneficiarse de la sana competencia, que abarataría los precios, excesivamente elevados, de los viajes en taxis, y el escándalo de la impunidad de la que gozan gracias a una falta de toma clara de posiciones de las autoridades municipales; nos han hecho interesarnos en un asunto en el que, evidentemente se trasluce el caos en el que se ha convertido la vida en estos municipios, que han caído en manos de comunistas o socialistas, en los que la tolerancia, la inacción, la falta de autoridad y las concesiones al grupo de okupas y antisistema van convirtiendo la vida de las personas de orden en un calvario difícil de soportar.

No es de recibo que los enviados del ministerio de Fomento a negociar con los taxistas  (ya es una demostración de debilidad que los que han organizado el pitote en todas las grandes capitales de España hayan sido los que hayan obligado al Gobierno a ceder) se hayan mostrado antes las dos partes con las que se han reunido, abiertamente favorables a los responsables del desaguisado, de modo que los que han acudido en representación de Uber y Cabify hayan salido con la impresión de que no se habían escuchado sus argumentaciones ya que, al parecer, la decisión del ministerio ya estaba tomada de antemano y no precisamente de un modo favorable a unos señores a los que se les han concedido licencias, que han invertido mucho dinero en sus coches y que, para más INRI, a los que no se les permite circular sin ser objeto de graves agresiones con daños materiales muy importantes en un centenar de sus vehículos.

Lo que sí es cierto es que, estos taxistas que se han saltado todas las normas convirtiendo su huelga en un medio de poner a las ciudades en estado de sitio, impidiendo la libertad de los ciudadanos a desplazarse por ellas para atender a sus necesidades, han abierto la veda para que, cualquier otro gremio que se vea con fuerza de invadir las calles, amenazar a los viandantes y utilizar la violencia sin importarle los daños que causen a quienes les estorben, utilice la misma estrategia para conseguir aquello que quiera obtener. Todo tiene su lógica y, si unas autoridades comunitarias, como ha sido el caso de la Autonomía catalana, pueden levantarse en contra del Estado, imponer sus normas, incumplir las leyes, incluso la Constitución, huir al extranjero para, desde allí dirigir la revolución en Cataluña e, incluso, tener una casona en Waterloo (Bélgica) con un rótulo a la puerta donde se puede leer “ República catalana”, sin que el gobierno de aquella nación ponga ningún impedimento, cuando es obvio que se trata de un intento de perjudicar en su integridad soberana a la nación española y sin que, el Gobierno socialista haya hecho la menor referencia a semejante incongruencia.

No sabemos hasta dónde llegará esta farsa contra la unidad de España, ni tampoco hacia qué clase de fracaso nos van a llevar los actuales gobernantes inermes ante la inmigración y el problema catalán; pero de algo si vamos a estar seguros, de que vamos a conservar nuestro voto como oro en paño y no vamos a dárselo más que a aquel partido que nos haya demostrado hasta la hartura que va a luchar con todos su medios contra semejantes depredadores de la prosperidad del país y de la democracia en España.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no somos capaces de llegar a entender cómo, en unos pocos años ( sí es cierto que con una crisis de por medio) nuestra nación puede haber dado semejante cambio, hayamos perdido todos aquellos valores familiares y éticos que durante tantos siglos se fueron manteniendo y, por añadidura, todas las personas que mantienen sus principios morales, que no creen en filosofías relativistas y que son capaces de sentir en su interior un amor a su patria España, hemos sido tan tolerantes e incapaces de mostrar de una forma pública, nuestro desagrado y rechazo a todos estos nuevos métodos de entender la gobernación de una nación, prescindiendo de instituciones de tanta solera como son la familia, la convivencia pacífica, el respeto mutuo y la hermandad entre todos los españoles. Faltará ver si todo esto no acaba como sucedió en otras ocasiones en las que se produjeron situaciones similares a éstas por las que estamos pasando. Dios dirá.