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Diario YA


 

se nos dijo que dentro de la nación española era posible que hubiese otras naciones

LO QUE LAS COSAS SON

Rafael Nieto, director de Sencillamente Radio, en Radio Inter La mentira, la manipulación y la hipocresía están haciendo de España un lugar irrespirable, casi irreconocible. El laboratorio principal del mátrix progre que ha transformado el mundo en un manicomio gigante. Mira uno las noticias de cada día, y cuesta trabajo creerlas, tal es el nivel de desquiciamiento, de pérdida de papeles y de contacto con la realidad de nuestros políticos, y por extensión, de millones de personas que son incapaces ya de distinguir entre sus deseos y la realidad, entre lo que a uno le gustaría y lo que las cosas son.

Desde la muerte de Franco hasta nuestros días, el Sistema ha ido desvirtuando la realidad hasta hacerla oscurecer, construyendo una realidad paralela del gusto de quienes mandan y de sus adeptos. Así, por ejemplo, se nos dijo que dentro de la nación española era posible que hubiese otras naciones, como la catalana y la vasca, y no solamente eso, sino que las ideas independentistas eran válidas y respetables, siempre que no fuesen más allá de los límites que marca la Constitución. Pero, ¿cómo ser independentista si uno no puede optar a la independencia?, ¿cómo pueden ser legítimas las ideas independentistas y prohibir la independencia con varios artículos constitucionales? Estaríamos ante la eterna frustración no ya de unos cuantos políticos, sino lo que es más peligroso, de millones de personas a las que se ha convencido de que sus ideas son tan respetables como otras cualesquiera.

En otras naciones donde aún rige algo de cordura general, las ideas independentistas están naturalmente prohibidas. Y no porque sus democracias sean peores, o porque sus dirigentes sean unos fascistas, en absoluto, de hecho esto ocurre en lugares donde tradicionalmente ha gobernado la izquierda, como Francia. Simplemente, entienden que las ideas independentistas son el germen, el embrión que conduce directamente a una declaración de independencia, que si no se logra vía negociación (cosa difícil, obviamente), terminará siendo vía declaración unilateral. Es decir, contra la Constitución del país, y lo que es aún más importante, contra la sagrada unidad de la nación, que siempre está por encima de papelujos y mamotretos legales.

Aquí, no. Aquí, como somos los más demócratas del mundo, como a demócratas no nos gana nadie, le hemos dicho a nuestros enemigos internos que podían perfectamente ser independentistas, pero sin declarar la independencia. Y aún hoy, una semana después del golpe de Estado en el Parlamento de Cataluña, hay varias decenas de memos en los medios de comunicación que siguen repitiendo la sandez como un mantra indiscutible, como si fuese una verdad de bulto que ningún demócrata que se precie podría negar.

Pues nosotros lo negamos, simplemente porque es falso. Permitir las ideas independentistas conduce a la ruptura, a la ilegalidad y al golpismo, como acabamos de ver, y este lamentable episodio que hemos sufrido en el mes de octubre debería ser, si quedase algo de sensatez en España, motivo más que sobrado para ilegalizar a todos los partidos separatistas, además de poner fin al estado de las autonomías.

En esta ocasión, gracias a la juez Carmen Lamela, hemos visto entrar en prisión provisional a los golpistas que se han quedado en España y que no han hecho como la gallina asustada de Puigdemont, que ha huído dejando a sus huestes con el marrón. Pocos creían que la Justicia se atrevería a tanto, teniendo en cuenta los privilegios que han disfrutado los enemigos internos de la Patria desde 1975 hasta hoy. Pero por fortuna, todavía hay jueces con sentido de la vergüenza y de la dignidad, capaces de aplicar las leyes al margen de lo que interese a los políticos. Si van a entrar en prisión los patriotas de Blanquerna por no hacer nada, con mucha más razón deben estar entre rejas los traidores golpistas que han intentado romper la nación más antigua de Europa.