Principal

Diario YA


 

“Para quienes no la han experimentado es buena la guerra” Erasmo.

Lockheed Martin F-35 Lightning II, el caza polivalente más costoso del mundo

Miguel Massanet Bosch. Se dice que, para expertos en armamento norteamericanos, las armas de las que actualmente disponen en los EE.UU empiezan a estar obsoletas y muchos expertos en el Pentágono empiezan a temer que países emergentes, como China o la misma Rusia del señor Putín, están empezando a desarrollar armamento de nueva generación que, si no se anda con cuidado, podría llegar a poner en entredicho el poderío disuasorio militar de la nación americana. Seguramente estén pensando lo mismo los actuales dirigentes de la nación más poderosa del mundo, si es que queremos dar pábulo a los programas de actualización y sofisticación de las armas del ejército norteamericano, que parece que están en trámite de estudio, aprobación, ejecución y sometidas a pruebas exhaustivas, antes de ser incorporados definitivamente al servicio activo en las respectivas unidades de combate norteamericanas. Miles de millones de dólares están comprometidos en ello.

Uno de estos proyectos, posiblemente el más caro de todos los que están en estudio o en fase de realización es, sin duda,  el del caza polivalente F 35, una aeronave dotada de todos los adelantos técnicos imaginables y que, al menos en teoría, estará destinada a sustituir a los viejos F16 y a mejorar notablemente las prestaciones del fallido proyecto de los F22 de los que se construyeron unos 500 antes de que se dieran cuenta de sus múltiples defectos. Ni es el sitio ni el cronista tiene los suficientes conocimientos sobre la materia para entrar en un análisis en profundidad de la nueva arma aérea de la marina norteamericana. Baste decir que, durante su fabricación, han sido múltiples las incidencias que se ha producido, muchos los errores que han aparecido y ha sido preciso efectuar costosas rectificaciones técnicas y solventar problemas de software, por otra parte, no extraños en una aeronave que dispone de tantos dispositivos de suma complicación y que, en teoría, la convierten en prácticamente indetectable.

Lo cierto es que, dentro de la Administración norteamericana existe una pugna entre los que no están convencidos de que valga la pena gastar tanto dinero en un proyecto con tantas pegas y otros, entre ellos el fabricante, que sostienen que mientras se construyen las primeras unidades se van perfeccionando sus prestaciones que sirven, a la vez, de modelo para la construcción de las futuras unidades con lo que el proyecto, dentro de unos años, habrá conseguido sus objetivos venciendo todas sus imperfecciones. No obstante, a los que no somos experto en armamento, los que desconocemos las necesidades para la defensa de una nación y nos quedamos atónitos ante las cifras que se barajan para llevar a término todos estos proyectos en armamento, lo que nos llama poderosamente la atención es que, por ejemplo, ya se hayan construido, del modelo
F 35, 115 unidades a un coste que oscila de los 150 a los 200 millones de dólares cada unidad. Si añadimos que la empresa Lockheed Martin, su fabricante, estimo en 83.400millones de dólares el presupuesto del diseño, las pruebas y la fabricación de 459 cazas de este modelo para el Pentágono, vemos la inmensidad gastadas que podrían destinarse a fines más útiles y convenientes. No obstante, la oficina Gubernamental de Contabilidad, ha descubierto que lo presupuestado no va a bastar y los gastos van a superar, ampliamente, lo previsto.

Un artículo del rotativo Fiscal Times, parece que les encuentra un destino mucho más útil a los fondos destinados a este exorbitante proyecto. Señala, por ejemplo, el extinguir los focos del ébola; prevenir guerras por acceso al agua; o poner en práctica innovadoras tecnologías de generación eléctrica. A nosotros, sin embargo, se nos ocurren aplicaciones que, en lugar de servir para repeler ataques o luchar contra enemigos poderosos, con los que medirse a cara de perro, probando las innovaciones tecnológicas conseguidas por cada una de las partes contendientes; es posible que, viendo lo que está sucediendo en el continente africano o los luctuosos sucesos que las guerras en Irak o Siria y la invasión dantesca de los fanáticos del ejército de ADES o el EI, que tanto da; sería una idea inteligente que, una parte de estos miles de millones que parece que es necesario invertir en la fabricación de esta poderosa máquina de guerra, fuera destinada a acabar con los duros enfrentamientos de Oriente Medio, a crear lugares donde se pudieran instalar y organizar los cientos de miles de refugiados que vienen huyendo de la miseria y la guerra,  como ocurrió con los judíos en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, que quedaron sin lugares donde ubicarse, desposeídos de sus bienes y convertidos en un problema para las naciones vencedoras, que no veían el lugar donde poderlos colocar. En este caso fue que la ONU encontró la solución para canalizar a los cientos de miles de judíos esparcidos por toda Europa, así que, en la célebre reunión del 19 de noviembre de 1947, decidieron la partición de Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío, quedando Jerusalén bajo la administración de las Naciones Unidas.

Allí acabó el protectorado ingles sobre aquel territorio y empezó, bajo la dirección de Ben Gurión, lo que sería el nuevo estado de Israel (no exento de problemas ante la intransigencia de los palestinos que no aceptaron ser privados de parte del territorio que tradicionalmente venían ocupando). Europa se encuentra en estos momentos ante una situación similar que la pone ante un dilema provocado por una avalancha de inmigrantes de distintas nacionalidades y culturas procedentes de África y Medio Oriente, que supera sus posibilidades de acogida, que le crea importantes problemas de orden y que se va a encontrar, por mucho que intenten poner remedio a este problema, que hay muchas naciones que no quieren, no pueden o son incapaces de absorber importantes cantidades de inmigrantes, por tener dentro de ellas importante e insolubles problemas de desempleo derivado de la crisis económica.

Existen lugares en la misma Rusia y en otros lugares de Asia o África, en los que apenas existen habitantes, que reúnen mejores condiciones para ser habitados que las que reunía lo que, ahora, es el estado de Israel; a los que la ONU podría enviar a todas estas personas apátridas para que se constituyeran en un nuevo estado al que se podría ayudar, tanto por parte de la Unión Europea como por los EE.UU, con aportaciones y envíos de ayudas en alimentos, maquinaria, elementos de construcción, técnicos y aportaciones económicas, con el objetivo de convertirse en una nueva democracia capaz de valerse por si misma y reunir, dentro de una misma colectividad, a aquellas familias que se tuvieron que deslocalizar, en contra de su voluntad, de sus orígenes para que pudieran emprender una nueva etapa vital, en una nación libre y sin peligro de ser atacada por agentes externos empeñados en esclavizarla. Puede que sea una idea extraña y con muchas dificultades, pero el espectáculo de cientos de miles de personas, familias enteras, desperdigadas por toda Europa sin garantía alguna de ser bien recibidos, de encontrar trabajo y de no formar parte de la marginación y la pobreza, debería aguzar el ingenio y la imaginación de los responsables de poner remedio a tanto dolor y angustia.

O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con espanto como la industria de las armas se ha convertido en la preferencia de muchas naciones, mientras, con lo que se invierte en ella o con una pequeña parte de sus presupuestos de defensa se podrían atender a las necesidades de muchas personas y, al mismo tiempo, se evitarían conflictos y guerras que sólo dependen de que se encuentre una solución a la miseria que asedia a una serie de países, muchos de ellos gobernados por dictadores o mafias, que se hacen ricos a costa de la pobreza de sus ciudadanos. Es de justicia que se luche contra ello.

 

Etiquetas:Miguel Massanet Bosch