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Diario YA


 

Una retrospectiva a la historia muestra la recurrencia de hechos que alteran la normalidad o estabilidad de las cosas en períodos de tiempo

Los 80

Eugenio Rey Veiga. Vivimos días difíciles, en los que la incertidumbre sobre el futuro gravita sobre nuestras vidas pendientes de las decisiones de unos o de otros. Una retrospectiva a la historia muestra la recurrencia de hechos que alteran la normalidad o estabilidad de las cosas en períodos de tiempo. Desde un plano de observación estática, las alteraciones, en muchas ocasiones se originan de forma continua, aunque imperceptible al observador. Cuando éstas alcanzan una masa crítica lo suficientemente grande se origina una reacción en cadena de tal forma que se precipitan y aceleran a una velocidad insospechada y frecuentemente consiguen sobrepasar la capacidad de reacción. Pero esta percepción de rapidez en las cosas de los humanos, cuando se produce esa lógica reacción, -que en Física es el principio de la fusión (unión, integración) nuclear-, cuyas consecuencias prácticas, llevadas al extremo, son conocidas en la historia reciente.

En 1852, Frèderic Bastiat, en su opúsculo La Ley, señalaba: “La ley es la organización colectiva del derecho individual de legítima defensa”. Para el autor de este modesto trabajo, lego en Jurisprudencia, aunque se supone dotado de cierta capacidad analítica y modesto conocimiento de la historia, Bachiller del Plan de 1957, gallego y residente en Cataluña desde 1962, y a la vista de la situación actual de esta Comunidad Autónoma, en una breve retrospectiva ha llegado a una conclusión. Y no es otra que la que encabeza este artículo: 80.

Dándole vueltas al tema, la conclusión es la siguiente: 80 años es el período medio necesario para generar la masa crítica en Cataluña para dar la tabarra al resto de España. De la sublevación de 1640 a la guerra de Sucesión en 1714: 84 años. De 1714 a 1898, pérdida de Cuba, 84 años. De 1898 a 1934, proclamación de la República catalana, -de efímera existencia, 24 horas- y aquí surge la excepción, transcurren 36 años. Pero de 1934 a 2017, transcurren 83 años. Haciendo la media aritmética en el período de tiempo contemplado, se llega a concluir que el tiempo medio que necesita Cataluña para alcanzar la masa crítica y tratar de fisionar (romper, escindir) España es de 80 años.

80 años es el espacio temporal descrito por Kondratieff, conocido por economistas y demógrafos, entre otros, para explicar los ciclos recurrentes en el ámbito económico y tratar de anticipar escenarios. Se trata de unos ciclos, denominados largos, que están modulados, o superpuestos, por otros más cortos, que siguen un modelo sinusoidal y que se producen en aproximadamente ese período. El primer referente en la historia moderna es el derrumbe económico de Wall Street en la década de 1920, al que siguió el reciente de 2008, y del cual la economía –y la sociedad en la que se mueve- comienza a recuperarse.

Desde un plano político, con consecuencias en lo social, desde la Transición han transcurrido 39 años –la mitad de un ciclo de Kondratieff-, un período en el que la dejación del Estado en Cataluña, al no supervisar el área de Educación, entre otros aspectos, ha conducido a este estado de cosas; amenaza de secesión, previa conculcación de la Ley. Sus autores materiales son en su inmensa mayoría el fruto de una política de cesiones que han debilitado la estructura y el concepto de Estado. Los representantes políticos en el parlamento catalán son, en su inmensa mayoría, los primeros educandos en el fanatismo y en el odio; individuos de 30-35 años que, además, forman parte de los cuadros de decisión en los ámbitos empresariales, sociales, políticos y educativos. En paralelo, y en la Cataluña de nuestros pecados, la Iglesia Católica, en innumerables parroquias, fundamentalmente urbanas, el virus del separatismo fue inculcado a los jóvenes “scouts” de forma simultánea a estimular su espíritu de aventura, que los convirtió en “Minyons de Muntanya”, una forma de separatismo enmascarado bajo la impecable pátina de los auténticos “scouts de España” creados por Baden Powell.

Puesto que es un reflejo importante de la sociedad española de hoy, este déficit es también extrapolable a una gran parte del Congreso y el Senado, víctimas también, de un modelo educativo, al que Federico Jiménez Losantos, en su columna del Mundo de hoy ,25 de octubre del presente, retrata con una frase tan acertada como letal: “el Senado español está más poblado de iletrados y necios que de catones en cualquier edad”.

Además, muchos políticos estrechan el idioma y lo retuercen hasta lo inaudito; hasta el atropello, hasta vaciar de sentido sus exposiciones; cuando prometen o afirman lealtad mientras, negociando, traicionan. Estos sucesivos mediocres han conducido a la España actual. Han desdibujado el concepto de Nación, como marco supremo de convivencia material y espiritual y lo han vaciado de contenido.

En este sentido, y ante la ejecución del, para los “progres”, denostado 155, cabe apuntar la muy oportuna frase que recoge la sentencia del TC que anula la Ley del Referéndum: “Un poder que niega expresamente el derecho, se niega a sí mismo como autoridad merecedora de acatamiento”. Para el autor de este texto, lego en Derecho, se aplica la lógica. Se aplica lo que entiendo podría definirse como El principio de la Jerarquía normativa del derecho, que es un estadio superior al derecho de voto. Así pues, ante un panorama económico, que cuando se escribe este artículo, se registra la deslocalización de empresas que suponen un 30% del PIB de la región –y hay que recordar que estamos en un ciclo económico ascendente- sus consecuencias ante un próximo ciclo menos favorable, incidirá de forma muy negativa en la economía y bienestar de la región a muy corto plazo.

En consecuencia, urge la implantación inmediata del orden, sin tapujos ni cesiones. Los culpables políticos de lo ocurrido en Cataluña deben rendir cuentas y ser apartados de las instituciones, no como medida de gracia, sino como corolario lógico. Restablecido el orden, el Estado deberá dedicar horas extras para revertir 40 años de absentismo. Y perseverar en el empeño con la vigilancia debida otros 40. Europa también apoya.