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jesuita que murió en Toledo el 16 de febrero de 1624

Los escritos del padre Mariana con la actualidad política española es mera coincidencia

Javier Paredes. El protagonista del día es el jesuita Juan de Mariana, que murió en Toledo, el 16 de febrero de 1624. Había nacido en Talavera de la Reina el año 1536. Fue hijo natural del dean de la colegiata de Talavera, lo que le supuso a lo largo de su vida no pocas humillaciones.

Estudió en la Universidad de Alcalá de Henares y fue profesor en distintas Universidades de Europa, en las que explicó Teología. El padre Mariana es uno de de las grandes lumbreras intelectuales de los jesuitas. Sin duda su obra más conocida es su monumental Historiae de rebus Hispaniae  o Historia general de España en 30 tomos, que detiene la narración en la muerte de Fernando el Católico. Por lo demás, mantuvo siempre en sus escritos una actitud de independencia, lo que le acarreó no pocos problemas.

Así por ejemplo en 1610, su libro titulado Del Rey y la institución real, fue quemado públicamente en la hoguera en París, porque en él se justificaba la licitud del tiranicidio. El libro se había publicado años antes, en 1599, pero en 1610 Enrique IV de Francia fue asesinado y las autoridades trataron de que el regida, Ravaignac, confesara que había sido la lectura del libro del padre Mariana, lo que le había inducido a cometer su crimen. A pesar de aplicarle tormento, Ravaignac no les dio esa satisfacción a las autoridades francesas, lo que sin duda le hubiera acarreado un serio disgusto al padre Mariana. Al final, la incomodidad de la doctrina expuesta en su libro, se saldó con la quema pública del libro en la hoguera.

En efecto, el padre Mariana fue un estudioso recluido en sus libros, y su personalidad no tiene nada que ver con la del intelectual orgánico al servicio del sistema, por eso también tuvo problemas en España. En 1609 publicó en Colonia el libro titulado Tratado y discurso de la moneda de vellón. Es una obra de economía, en la que denuncia la codicia recaudatoria de las autoridades, mediante el sistema de rebajar el valor de la moneda, al crear de ese modo inflación. Mariana fue acusado de lesa majestad y se solicitó el permiso del Papa para procesarle. Nuestro egregio jesuita era entonces un hombre mayor y de gran prestigio, y al final todo quedó en nada.

En este libro Mariana llegaba a firmar que “no son del rey los bienes de sus vasallos”. Y en cuanto a los ministros del rey sostiene: “Vemos a los ministros, salidos del polvo de la tierra, en un momento cargados de millaradas de ducados de renta”. Y no era menos crítico con los representantes del pueblo en las Cortes: “Los más de ellos son poco a propósito, como sacados por suertes, gentes de poco ajobo en todo y que van resueltos a costa del pueblo miserable a henchir sus bolsas”.

En conclusión, parafraseando aquello que se decía al principio de algunas películas ¿Podríamos escribir aquí: todo parecido entre los escritos del padre Mariana con la actualidad política española es mera coincidencia?
 

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