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Diario YA


 

Los inmovilistas: Rajoy y Rosa Diez

Miguel Massanet Bosch. Lo cierto es que, por mucho que algunos pudieran creer en milagros, en Andalucía no ha ocurrido nada que no se pudiera prever, salvo, quizá, la mediocridad que ha demostrado el partido de Podemos al que, quizá por exceso de auto estima, muchos de sus simpatizantes le auguraban un triunfo rotundo en la tierra donde,  las izquierdas, siempre han conseguido importantes resultados en los comicios, especialmente, en los autonómicos. No se puede decir que, para un partido que comienza, como ha sido el caso de Podemos, sacar 15 escaños y colocarse en el tercer puesto sea un resultado despreciable ni mucho menos; pero, si se tiene en cuenta que, al parecer, estaban convencido de llegar a superar los 23 escaños, no hay duda que ha constituido una cura de humildad el que su candidata sólo consiguiera un 15% de los votos.

Susana Díaz, por el contrario ha demostrado dos cosas: una que los criticaron la oportunidad de convocar elecciones anticipadas estuvieron equivocados y, otra, que ha sabido enfocar la campaña de forma inteligente de modo que ha cargado las tintas en contra del señor Rajoy en lugar de dedicarse a descalificar al candidato, Moreno; lo que, a la vista está, le ha permitido revalidar los 47 escaños de Griñán aunque, eso sí, ha perdido unos 100.000 votos que, con toda seguridad se han ido a Podemos y a Ciudadanos, uno de los grandes vencedores de estos comicios andaluces. Otro de los grandes perdedores aunque se puede decir que se trataba de una “muerte anunciada” ha sido la IU a la que Podemos le ha robado su espacio electoral, lo que le ha costado nada menos que siete escaños en el Parlamento Andaluz. Lo de Rosa Díez y su  UPyD ha sido de vergüenza y ha demostrado la falta de visión política de esta señora cuando, por simple fatuidad, rechazó juntarse a Ciutadans.

Pero los que, por segunda vez en poco tiempo, han experimentado descalabros de importancia, en las elecciones Europeas y en estas andaluzas, han sido los del PP y  su presidente, don Mariano Rajoy, que se tomo como trabajo personal el acudir a los mítines del señor Moreno para asumir un protagonismo que, con toda probabilidad, no sólo le ha perjudicado sino que ha permitido a sus rivales personificar sus ataques a su figura. Error tras error y ya van…. Hace ya muchos meses que este comentarista recomendaba un cambio de líder que supliese a este señor, evidentemente desgastado, de modo que el nuevo candidato aportara frescura al partido y estuviera limpio de todas las lacras que los años de gobierno y la necesidad de aplicar políticas impopulares por causa de la crisis, se le han ido adhiriendo a su currículum como gobernante. Y no olvidemos que una de las que más han pesado en el desprestigio del PP, ha sido la corrupción que han venido padeciendo entre las filas de sus dirigente, que han sido incapaces de justificar y que, como se podía esperar, han sido explotados hasta sus últimas consecuencias por la oposición de izquierdas.

El hecho de que, en el PSOE, los casos de corruptos incluso hayan superado a los del PP o que, en CIU de Catalunya, hayan motivado deserciones; sin embargo, ni en unos ni en otros, parece que hayan calado con tanta fuerza como lo han hecho en el partido del señor Rajoy. Siempre les hemos reprochado, a los del PP, su falta de una propaganda tanto para defenderse de los ataques que se traman contra él como para aprovechar las debilidades de los contrarios de modo que les permitiera nivelar la balanza de agravios entre unos y otros. El caso de Andalucía ha sido una muestra fehaciente de que, los numerosos casos de corrupción en el sindicato socialista UGT y en el mismo PSOE del Parlamento Andaluz y la cuantía de las subvenciones desviadas de los fines para las que se habían concedido (cursos de reciclaje de obreros en paro e indemnizaciones a obreros despedidos por los ERE), no han sido obstáculo para que una importante parte de los andaluces los votaran de nuevo.

Y es que, señores, por mucho que se niegue por los directivos del partido y por muchos que sean los méritos del señor Rajoy, en cuanto a la gestión de la crisis y sus indudables éxitos en materia económica; lo cierto es que, en parte por los continuos ataques  (en la mayoría de casos injustificados) de los partidos de la oposición, empeñados en hacerle fracasar y, en parte, por los evidentes incumplimientos de la mayor parte de las promesas que les hizo a sus votantes, cuando se promocionó para gobernar España; el carisma, si es que en alguna ocasión lo tuvo; ha sido sustituido por una antipatía generalizada hacia su figura, en la que se han hecho converger la mayoría de las críticas de los españoles disgustados por su postura un poco altanera, por las pocas explicaciones que ha dado a los ciudadanos de sus decisiones y por la evidente apatía con la que ha tratado asuntos de tanta enjundia como ha sido la amenaza separatista por parte de las instituciones catalanas, a las que se les ha permitido que incumplieran  las leyes, las sentencias de los tribunales y que se hayan puesto la Constitución española como montera, para hacer lo que les ha parecido en sus intentos de separarse de España.

Cuando un  líder de un partido empieza a constituir una carga para el mismo; a sufrir fracasos electorales; en las filas del partido se escuchan las primeras voces críticas; los dirigentes buscan posicionarse para lo que pueda venir y las bases decepcionadas piensan en huir en busca de otros partidos que se ajusten más a su modo de pensar y les garanticen una seguridad que ya no les puede ofrecer su actual partido; entonces, señores, debe empezar a pensarse en encontrarle un relevo, alguien que sea capaz de devolver la ilusión a los simpatizantes y afiliados y que sea idóneo para recuperar los valores que, a través de lo que ha transcurrido de la legislatura, parece que se han ido difuminando a medida que, los gobernantes, han preferido amilanarse y achantarse ante la presión de la oposición, en lugar de utilizar su mayoría en ambas cámaras para llevar a cabo la política de centro derecha, a la que se habían comprometido con sus electores.

No sabemos si, el señor Rajoy, por lo dicho en sus últimas declaraciones después de la derrota en Andalucía, está dispuesto a renunciar a su puesto en el partido, para dejar que una nueva figura se prepare para sustituirle como candidato en la próximas elecciones nacionales ni cuáles van a ser las medidas que, el PP, ponga en marcha para contrarrestar el pésimo efecto y mal precedente de sus últimos fracasos electorales. El aviso está dado y el panorama para las autonómicas y municipales del mes de mayo tiene toda la pinta de ser, quizá no con los mismos protagonistas que en Andalucía, pero si con parecidos adversarios, bastante negro. Un Podemos que puede que, en otras regiones de España, consiga sacar mejores resultados, si es que no se consideran como buenos los andaluces, sin descartar a un señor Pedro Sánchez que, si en principio parecía no contar en la lucha por las generales por el desbarajuste de su partido y los casos de corrupción; no hay duda de que ha salido reforzado después de los resultados en Andalucía. Todo ello sin descartar la magnífica campaña de Ciudadanos que los consolida en sus expectativas de voto en todo lo que resta de España.

Una situación enrevesada, nada optimista y muy peligrosa para las aspiraciones del PP, que va a tener que bajarse del pedestal, tomar en cuenta lo que desde la calle le pide su electorado y desprenderse del pesado lastre de personas cuyo pasado ha sido puesto en entredicho.

Apenas si queda tiempo para rectificaciones y todavía menos para convencer a los que han abandonado el partido para que retornen a él. O así es, señores, como desde la óptica de un ciudadanos de a pie, mucho nos tememos que lo que queda de esta legislatura va a resultar muy corto para algunos y muy largo para otros pero, en todo caso, muy importante para el futuro de España.
 

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