Principal

Diario YA


 

A mí me impresiona que un hombre de 70 años se pegue un tiro en el pecho ante un horizonte de cárcel y humillación donde pasar la última vejez

LOS NUEVOS DIOSES

Rafael Nieto, director de Sencillamente Radio, en Radio Inter. Me aterra comprobar con qué indiferencia deglute la sociedad de hoy las noticias trágicas, y concretamente las muertes humanas. No cabe duda de que, en parte, esto se debe a la sobre-información en el mundo actual, estamos tan acostumbrados a recibir dramas en forma de noticia, todos los días, que hemos aprendido a vivir con ellas, a aceptarlas como algo normal. Pero hay otra causa que me preocupa más, y que en realidad es la causa de casi todos los males del mundo moderno. Me refiero a la indiferencia que nos produce el prójimo.

Lo único que le importaba a los españoles de Miguel Blesa antes de que éste decidiera, el pasado miércoles, quitarse la vida, era su culpabilidad en la gestión de Caja Madrid, determinada por la prensa mucho antes que por los tribunales, que aún no lo habían terminado de juzgar. En España, los presuntos son ya culpables de hecho, porque los telediarios y los titulares de portada se han convertido en la verdadera pena del reo, peor y más cruel que los barrotes de una celda. La guillotina de hace un par de siglos es hoy cruzarse por la calle con cualquier grupo de energúmenos que te pueden insultar, escupir o agredir, seas culpable o inocente, porque la prensa canalla ya te ha convertido en un guiñapo. Para cuando llega la sentencia judicial, seas culpable o inocente, ya lo que no eres es persona. Te han convertido entre todos en un cadáver andante.

La infalibilidad, que antaño era cosa exclusiva de Dios y eventual en algunos papas (y sólo en algunos momentos), pertenece hoy a los jueces y a ciertos periodistas, dispensadores de los únicos títulos que merecen el respeto del personal: a saber: para la prensa, tienes que ser demócrata, liberal, ateo, homosexual o partidario de, abortista y a ser posible progre o podemita. Para los jueces, sólo los delitos fiscales o monetarios tienen la suficiente gravedad como para que seas carne de presidio; la economía lo es todo, Mariano Rajoy dixit, ¿recuerdan? Los asesinos terroristas, los que practican abortos, los violadores, secuestradores, en fin, los que siempre han sido criminales peligrosos de la máxima gravedad, en nuestro tiempo son blanqueados, perdonados y muchas veces absueltos, porque lo importante no son las personas, sino el dinero.

El problema del mundo moderno es (me lo han escuchado cientos de veces) que hemos cambiado a Dios por el primer soplagaitas que se nos ha cruzado por el camino. Y en el cambio, como pueden ustedes suponer, hemos salido perdiendo. Nuestros dioses de hoy son los jueces, entes superiores e intocables en los que reside la verdad y la bondad absolutas, y los líderes de opinión, ya sean éstos politiquillos de verbo fácil y cerebro huero, tertulianos de Telecinco, periodistas democratistas que creen saberlo todo o fulanos que tienen 2 millones de seguidores en Twitter. En esta fauna confiamos y delegamos, a esta fauna creemos y seguimos, por no seguir a nuestro padre celestial, único en el que reside la Verdad.

A mí me impresiona que un hombre de 70 años se pegue un tiro en el pecho ante un horizonte de cárcel y humillación donde pasar la última vejez. A Miguel Blesa lo insultaron y golpearon con violencia hace unas semanas cuando estaba cenando en un restaurante madrileño..., con 70 años. Y daba igual que fuese culpable o inocente, porque su agresor ya había dictado su propia sentencia. Me aterra también que una chica de 27 años, Melania Capitán, haya hecho lo mismo, quitarse la vida, después de años enfrentándose al lobby animalista, que la perseguía por ser aficionada a la caza..., como Blesa. Pero el mundo de hoy es experto en juzgar, y en declarar culpables e inocentes, probablemente porque lo que no sabemos hacer es mirar a nuestro interior y ver en qué estado tenemos nosotros el alma.

Si Blesa fue culpable (que no lo dudo) de la ruina de cientos de personas afectadas por las preferentes, o del despilfarro de las tarjetas black, probablemente haya tenido ya parte de su purgatorio en la Tierra, y a partir de ahora donde Dios quiera. Como no soy juez, sino sólo un periodista, me limito a contar lo que sé, no a imaginar lo que pudo ser. A otros periodistas, en cambio, les encantaría ser además jueces y verdugos. Allá ellos. Pero aquí no estamos hablando de hipótesis de culpabilidad o inocencia, sino de una sociedad acostumbrada a levantar patíbulos y a que haya chivos expiatorios en los que poder descargar la ira por nuestra propia desorientación vital, por nuestro vacío interior. Pero de esto no apetece hablar, ¿verdad?

Etiquetas:rafael nieto