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Diario YA


 

Los peligros de votar a un partido en plena decadencia

 El PSOE, un dinosaurio que supervive en España.

 

Miguel Massanet Bosch. El resultado electoral de los socialistas franceses ha puesto, al partido de Hamón, al pie de los caballos, provocando una diáspora, hacia otros partidos, de muchos de sus actuales votantes; convencidos de que, después de la derrota que los franceses les han infringido en las presidenciales, la supervivencia del partido está pendiente de un hilo, algo que deberá comprobarse en las generales de septiembre, donde es posible que vuelvan a sufrir un descalabro. En Inglaterra, es evidente que la señora May ha conseguido fortalecer, con su apoyo al “brexit”, al partido tory, que se perfila como nuevamente ganador en las elecciones, que convocó la primera ministra, para el próximo 8 de junio del corriente año. El líder de los wigs, el partido laborista inglés (miembro de la Internacional Socialista), el señor Jeremy Corbin, sabe que sus posibilidades de victoria, en el mes de junio, son mínimas; así como, a causa del brexit inglés, la presencia de su partido en el Parlamento Europeo Europa tiene ya fecha de caducidad.

En España, no obstante, la situación parece ser diferente, desde el momento en el que, la gran ventaja que había conseguido el PP sobre el PSOE, confirmada en las dos legislativas últimas, es muy posible que se haya reducido a causa, entre otras razones, de la avalancha de casos de corrupción que han venido azotando, especialmente durante los últimos meses, al partido Popular; que se ha visto arrinconado en el Congreso por sus adversarios políticos y, afrentado ante la población española, por el ataque combinado de la prensa y los tribunales, que han actuado, a modo de mordaza, para desprestigiar, a costa del comportamiento irregular de algunos de los mandos del PP, la labor efectiva en cuanto a la recuperación de la economía española, la reducción del desempleo, la gran tarea en cuanto a nuestras relaciones exteriores y los avances destacables en la competitividad de nuestras empresas respecto a las del resto de Europa. Los viajes de Rajoy, acompañado de grupos de empresarios, el último a China, para dar a conocer el potencial de nuestras industrias y, su proyección internacional, son una muestra evidente de que nuestras perspectivas de desarrollo son esperanzadoras.

Es evidente que el PP se encuentra en unos momentos en los que se la juega si no consigue que se aprueben los PGE; acosado por las izquierdas, convertido en el punto de mira de los separatistas y puesto en la picota por Ciudadanos, donde su líder, Albert Rivera, quiere aprovechar el momento para intentar ocupar el puesto que, hasta ahora, era exclusivo de los populares del señor Rajoy; no con la intención de acabar con la corrupción, algo que sólo le sirve de pantalla para erigirse en el presunto defensor de la limpieza democrática; sino para hacerse con el poder o, al menos, hacerse la ilusión de poder hacerlo. Seguramente, no tienen en cuenta que, a su izquierda, se está fraguando un pacto no escrito, pero que se ve venir, entre el señor Pablo Iglesias, reforzado después de haber conseguido apartar de su camino a Errejón, y ( si es que se confirman las posibilidades de que Pedro Sánchez se haga con la secretaría general del PSOE) el candidato que se ve con más posibilidades, si la señora Diaz no da la sorpresa de imponerse en las primarias, el señor P. Sánchez, aquel iluminado que fue capaz de llevar al PSOE a dos derrotas consecutivas en las que, el partido socialista, quedó reducido a los 80 escaños actuales. Es obvio que, dicho aspirante, lo único que pretende, y a lo que aspira, es a que se le permita llegar a ser el nuevo presidente del Gobierno, aunque sólo sea de forma aparente y cediendo, a los de Podemos, los ministerios más importantes que les permitan tener controlados a los españoles, para poder ir imponiendo sus aspiraciones totalitarias (educación, hacienda, fomento, interior y, con toda seguridad, defensa).

La batalla a cara de perro que se está llevando a cabo, entre los tres aspirantes de los socialistas, para la secretaría general, tiene todas las características de, a pesar de que los tres candidatos afirman que mantendrán la unión del partido cuando se decida quién será el nuevo líder; queda claro que, los abismos entre los proyectos presentados por cada uno de ellos, especialmente entre la señora Susana Díaz y el señor Sánchez, algo que ha quedado evidenciado en el cara a cara que ha tenido lugar hoy entre los tres candidatos; no van a ser fáciles de superar y son muchas las voces, dentro del partido, que auguran una ruptura dentro de la formación socialista que pudiera ser la puntilla para el partido de tipógrafo Pablo Iglesias.

Entre tanto, el Parlamento está consiguiendo, con sus repetidas votaciones adversas a las propuestas del PP, complicarle cada día más el trabajo al Gobierno que, cada vez que precisa sacar adelante un acuerdo o tiene que ceder en otras cuestiones o se encuentra con la votación adversa de la mayoría parlamentaria; en la que, contrariamente a lo que se hubiera podido esperar de Ciudadanos, parece ser que a los seguidores de Rivera, neófitos liberales, les importa más dejar en la estacada a sus teóricos aliados, permitiendo que vayan de tropiezo en tropiezo, mientras ellos consiguen mejorar sus perspectivas electorales sin tener que esforzarse más que aparentando erigirse en los censores intransigentes de la moral pública. Con ello les basta mientras tanto, como es posible que suceda algún día, no se encuentren con el “enemigo” en su propia casa, una posibilidad que tendrá más posibilidades de que ocurra, a medida que tengan más poder y que vayan asumiendo más funciones administrativas.

Mientras tanto, entre los que no están dispuestos a aceptar que los separatistas catalanes sigan empeñados en salirse con su empeño, ya se empiezan a buscar las causas de que se haya llegado a la situación actual. Para muchos, la culpa la tiene el Tribunal Constitucional por la lentitud, la extrema prudencia y la racanería en resolver sobre los recursos de inconstitucionalidad que se presentaron, ante dicho tribunal, con motivo de aquella metedura de pata de Rodríguez Zapatero cuando, inconscientemente y en una muestra de imprudencia impropia de un presidente de un Estado, se comprometió a aprobar el Estatuto que el Parlamento catalán redactase. Como es natural, los catalanistas no desaprovecharon la ocasión y se confeccionaron un Estatuto hecho a su medida, blindando una serie de cuestiones; la enseñanza, por ejemplo, que ellos sabían que les eran imprescindibles para ir llevando al pueblo catalán hacia la senda de la independencia; como ha ocurrido en realidad. El gran error del gobierno de Rajoy ha sido el que, teniendo mayoría absoluta, no fuera capaz de cortar sin contemplaciones los primeros intentos de chantaje por parte de los separatistas de Cataluña.

En realidad, no se puede decir que, ante la situación crítica en la que se encuentra Cataluña, pendiente de la amenaza de que el Parlament decida declarar unilateralmente la independencia de la comunidad catalana, de España; el TC parezca estar muy dispuesto a asumir la función que todos los españoles esperábamos de él, consistente en ordenar a los fiscales que tomen las medidas oportunas para iniciar los correspondiente expedientes, denunciando a todo el Parlamento catalán por su actuación colectiva en pro de leyes y actuaciones inconstitucionales; encaminadas a conseguir crear y organizar los medios, las instituciones, los organismos y los impuestos, para tenerlos a punto en el momento en el que, los señores de la Generalitat y del Parlament, decidan dar por rotas sus relaciones con España.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estamos viendo como el país, a través de sus instituciones, amenaza con ir permitiendo que, poco a poco, por falta de decisión, por excesiva prudencia, por miedo a no poder controlar la situación o por falta de seguridad en la fuerza del Estado de Derecho, se está cediendo en cuanto a la aplicación de las leyes; se permiten alteraciones de orden público por el temor a ser tachados de demasiado contundentes; se hace la vista gorda cuando se producen ataques, ofensas, actos sacrílegos o humillaciones hacia los católicos y su iglesia; se permite las violaciones de las leyes hipotecarias y de la propiedad privada, dándoles manga ancha a los okupas o a quienes invaden los dominios protegidos por el derecho de propiedad; se autorizan manifestaciones impúdicas y ofensivas por parte de colectivos que se burlan del resto de ciudadanos o se protege, por los encargados de hacer respetar las leyes, a quienes violan los derechos de los ciudadanos, cuando quienes lo hacen forman parte del partido en el gobierno. Un camino cierto hacia el caos público.