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Diario YA


 

“Quien siembra vientos recoge tempestades” Refrán español.

Los separatistas se sorprenden de que el Estado contrataque

Miguel Massanet Bosch. Si alguno de ustedes tiene la humorada de poner alguna de las TV catalanas, seguramente se sorprenderá del generalizado victimismo que domina todos y cada uno de los numerosos programas que, los políticos catalanes, han montado para mayor loor y difusión de sus ideas separatistas. Si durante años vienen machacando, con una persistencia digna de mejor fin, cargando las tintas sobre las “maldades” de Madrid, de cómo “ el resto de España “les viene robando”, cómo el Estado les debe partidas que se “empeña” en no pagárselas o como, el ministerio de Fomento “se empeña en ir retrasando lo del Corredor mediterráneo con la ´mala idea` de vengarse del pueblo catalán”, entre otras lindezas parecidas; se apercibirán del claro objetivo de todos ellos de sensibilizar a los catalanes en contra del resto de españoles, sembrando la cizaña para que, no sólo en las escuelas y en los recintos universitarios se vengan desarrollando campañas de intoxicación y adoctrinamiento separatista, sino también, para que, las numerosas TV catalanas (demasiadas para corresponder a un sola autonomía),mediante sus contenidos tóxicos y sus programas de opinión, evidentemente radicalizados en favor del nacionalismo catalán –como es el caso del dirigido por el melifluo y engolado señor Cuní, uno de los más resabiados catalanistas, plenamente convencido de que, en Madrid, no hacen otra cosa que intentar fastidiar a los catalanes – mediante los cuales pretendan alcanzar, entre todos, el objetivo de crear un ambiente generalizado en contra de España y de los españoles.

Sin embargo, cuando la periodista, señora Rahola, habla de “misiles que caen en barrena sobre todos los flancos”, “descrédito y destrucción de la credibilidad de los protagonistas del proceso”, “inhabilitación de líderes”, “asalto judicial por tierra, mar y aire”, “imposición de un pensamiento único, allende el puente aéreo” o “uso de todos los mecanismos del Estado para impedir la voz internacional” etc.; no nos queda otro remedio que puntualizar algunos aspectos y contradicciones en los que esta señora, como gata panza arriba, va incurriendo en su evidente fanatismo y falta de una visión real y lógica de este tema, a todas luces, algo atrabiliario y desconcertante, en cuanto se intenta desmembrar de una nación un pedazo de su territorio que, por si fuera poco, siempre ha pertenecido, por su situación geográfica y por la naturaleza de sus habitantes, a este conjunto amalgamado de ciudadanos, mezcla de iberos, celtas, vándalos, alanos, visigodos, árabes, romanos, judíos, etc. que han formado este rico entramado de ADNs, que hoy constituye el rico acervo de sangres que riegan las venas y arterias de los españoles de las últimas generaciones. Al menos, señora Rahola, llevamos 600 años que, con la unión de Castilla y Aragón (Cataluña nunca ha sido más que un condado dentro del antiguo reino de Aragón) se creó esta nación que, en el mundo es conocida, como España; aunque, algunos descarriados hayan pretendido buscarle los tres pies al gato, inventándose pasadas grandezas que, aparte de lo que pudieran sostener algunos pocos ignorantes, nunca han tenido lugar fuera de las imaginaciones calenturientas de algunos nacionalismos. Yo no sé lo que esperaría usted que hiciera el Gobierno español ante un desafío tan inoportuno, carente de fundamento cuando estamos en plena democracia, absurdo y, evidentemente ilógico y desprovisto de cualquier apoyo externo; como se ha demostrado en los continuos fracasos obtenidos por todos aquellos enviados de la Generalitat que han intentado conseguir apoyos de otros países o incluso de personalidades importantes para su causa separatista.

Al contrario que muchos españoles, partidarios de una actitud más firme y contundente con los que intentan separar Cataluña de España, el Gobierno español ha utilizado, en todo momento, los medios más suaves, más proporcionados, menos violentos incluso menos agresivos de todos aquellos que, tanto el Código Penal como la propia Constitución ponía a su disposición para evitar que, cuatro revolucionarios, se atrevieran a desafiar la legalidad española intentando, por su cuenta, dividir a España en contra de lo taxativamente estaba establecido en nuestra Constitución de 1978. Los misiles a los que usted alude, han sido simples ramos de flores comparados con los que les hubieran caído si, en lugar de Rajoy, hubiéramos estado gobernados por el señor Erdogán. Insisten permanentemente en el “diálogo” con el Estado.

¿Qué clase de dialogo exigen ustedes cuando ponen una serie de líneas rojas de las que dicen que no van a renunciar? En realidad, no les importa un bledo el famoso referéndum por el llamado derecho a decidir. Probablemente lo perderían porque, a pesar de lo que dicen los extremistas, una parte muy importante de los catalanes no están dispuestos a pedir la separación de España. Yo no sé cómo hubiera actuado la Generalitat si la provincia de Lleida argumentara razones para pedir la independencia de Cataluña; posiblemente dirían que no es lo mismo, que Lleida, antes Lérida, siempre ha pertenecido a Cataluña ¿Y Cataluña a España, no? Uno no puede pedir diálogo para solucionar una cuestión si lo que se pone en juego es la unidad de un país y lo único de lo que se quiere tratar es sobre las condiciones en las que el nuevo estado podría seguir relacionándose con aquel al que había pertenecido.

Señores, no hay diálogo alguno a mantener con quienes se enfrentan al Estado de Derecho y todavía siguen manteniendo que esto es actuar de forma democrática. Se han quejado de que la Justicia haya intervenido, hablando de la “judicialización de la política”, cuando en todo país democrático, en el que existe separación de poderes, este es el método adecuado para solucionar las diferencias de criterio entre dos poderes, entre el poder central y los poderes periféricos. Lo que pasa, señora Rahola, es que ustedes, cuando la Justicia falla en su contra, resulta que es que está compinchada con el Gobierno; cuando uno de los suyos comete un acto tan delictivo como es desobedecer al TC, pretenden que la Justicia les dé la razón porque, en realidad, es tal el grado de fanatismo que llegan a demostrar, que no aceptan que nadie les enmiende la plana, sea cual fuere el organismo del que salga la resolución.

Lo peor que les pasa es que se han metido en un berenjenal del que no saben salir, carecen de argumentos sólidos y pretenden que lo que ustedes califican como “mandato democrático del pueblo catalán”, esté por encima de la Constitución y del mandato democrático del resto del pueblo español, que está claramente en contra de la minoría revolucionaria que son ustedes. ¡Y lo peor de todo es que lo saben, pero se niegan a admitirlo! Y hablando de “pensamiento único”, se tiene que tener cara dura mencionarlo cuando es, precisamente en Cataluña donde, saltándose por alto el mandamiento Constitucional, han impedido que se imparta libremente la lengua oficial del Estado, el castellano que ha sido alevosamente apartado de la enseñanza.

¿No es imponer el pensamiento único la prohibición a los comercios de rotular en castellano cuando se permite en cualquier otro idioma, incluso en chino, si se tercia? O, no es pensamiento único el prohibir a los guardias que contesten a los ciudadanos en castellano, cuando todos los españoles tenemos la obligación de conocerlo y hablarlo. Habla usted de “imposición” de pensamiento único y, mientras tanto, usted tiene la posibilidad de escribir en las páginas de La Vanguardia, todos los panfletos que se le ocurra, abogando por la independencia de Cataluña, criticando al Estado español por defenderse de un intento de escisión del país y, pretendiendo que se allane a lo que, unos cuantos de miles o un par de millones de catalanes, en contra del sentir de los 40 millones restantes, pretenden imponerle.

Usted debiera trasladarse a Venezuela, a Irán o a los dominios del EI, para conocer de primera mano lo que es, de verdad, la imposición del pensamiento único, señora Rahola. La “voz internacional” a la que usted se refiere, no ha sido amordazada, dirigida o comprada por el Estado español. En primer lugar, porque no tiene la suficiente influencia para impedir que cada gobierno de la CE pueda expresar libremente su opinión sobre un asunto como es el catalán; en segundo lugar, porque usted, creyéndose en posesión de la verdad absoluta, se niega a reconocer que la petición de algunos catalanes (no todos ni mucho menos) de constituirse en un estado independiente, es algo que muchas naciones de Europa no admiten de ninguna manera.

Algunas, debido a que tienen problemas similares dentro de ellas mismas; otras porque lo que intentan es que Europa se vaya uniendo y no convirtiéndose en una especie de reinos de Taifas y otras, y esto es lo que les ha sucedido, cuando han querido involucrar en el “proces” a los EE.UU, porque no les interesa darles apoyo a unos independentistas que, como es sabido, son mayoritariamente de pensamiento de extrema izquierda, una tendencia que ya ha tenido su expresión en gran parte de la América latina y que, dentro de España, ya han conseguido cinco millones de votantes. Es evidente que una nación capitalista, como es la norteamericana, no va a favorecer a unos grupos que, en definitiva, acabarían por estar gobernados por el comunismo bolivariano.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que, estos infelices que todavía quedan de este nuevo partido, reedición de CDC, el PDEcat, todavía sueñan con viejas glorias sin darse cuenta de que están dando sus últimas boqueadas cuando el rio ya se está secando, precisamente, en el momento en el que los animales de secano, los de Podemos, la CUP y los anfibios, los de ERC, parecen dispuestos a repartirse sus despojos. Despierte, señora Rahola, porque está usted navegando a contracorriente.