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Diario YA


 

Lo que nadie cuenta

Madres coraje

Carmina García-Valdés. Fundación RedMadre

Aunque muchos se empeñen en negarlo, aunque muchas traten de ocultarlo, de disimularlo o de relegarlo a un plano casi invisible, la mujer tiene dentro de su “esencia femenina”, como la llamaba Santa Edith Stein, la maternidad, la lucha por la vida y la seguridad de sus hijos.

Cada día estoy más convencida de que el aborto será una triste realidad de la que nos acordaremos con vergüenza, con tristeza, pero que lograremos superar entre todos.

Y en ese “todos” hemos de incluir, cada vez con más fuerza, a las mujeres que, ante embarazos imprevistos o con problemas, deciden seguir adelante, superar todas las dificultades y realizar lo que el fondo de su corazón les pide: ser madres.

Es el caso de tres mujeres a las que hemos atendido en la Fundación RedMadre en el último mes: Mónica, Natalia y Enika.

Mónica es chilena, 31 años, y está sola en España. Se quedó embarazada y en un hospital de Madrid le dijeron que su hijo tenía una malformación grave, el Síndrome de Edwuards, o trisomía 18. Este trastorno presenta una combinación de defectos congénitos que incluyen déficit mental, así como problemas de salud que pueden comprometer a varios de los sistemas orgánicos del cuerpo. Entre el 20 y el 30% de los bebés que nacen con trisomía 18 mueren durante el primer mes de vida, y el 90% muere al año. Por supuesto, el médico que diagnosticó esa malformación al bebé de Mónica le aconsejó que abortara lo antes posible.

Pero Mónica dijo que no, seguiría adelante con su embarazo a pesar del diagnóstico y consejo médico.
Al cabo de un mes, Mónica cambió de hospital y la nueva ginecóloga le dijo que las pruebas que le habían hecho anteriormente no eran concluyentes, así que le hizo pruebas nuevas. Los resultados fueron inmejorables: Mónica esperaba una niña perfectamente sana. Mónica es, como muchas otras mujeres, las madres valientes que hacen posible un rayo de esperanza para este mundo.

Natalia es una joven colombiana de 17 años, vive con sus padres, estudia en un Colegio de Madrid, y se ha quedado embarazada del chico con el que sale. Natalia sabe que, a pesar de su corta gestación (apenas está embarazada de 8 semanas), lo que lleva dentro es su hijo, y quiere tenerlo. Su madre la apoya, sabe lo duro que será ser madre tan joven, pero está a su lado. El novio de Natalia tampoco quiere que aborte, aunque sus padres sí han intentado convencerles de hacerlo.

Natalia nos va a necesitar cuando nazca su bebé, pero ella misma, con el apoyo de su familia y de su novio, ha decidido que la vida de su hijo merece la pena, y será madre, muy joven, pero madre ilusionada.
Enika es un caso parecido, es dominicana, tiene sólo 20 años, y está embarazada de gemelos. Su novio, el hombre en el que ella confiaba y al que amaba, con el que pensaba formar una gran familia, la quiso obligar a abortar, pero al no conseguirlo, ya no quiso saber nada de ella y de los bebés, y la abandonó. Enika perdió el trabajo que tenía en una peluquería en cuanto se le notó la gestación, y en el caso de ser gemelar, fue muy pronto.

Pero Enika no ha perdido la sonrisa, sabe que ya no está sola, ahora porque estamos a su lado, ofreciéndole nuestro apoyo y cariño, y sobre todo porque cuando nazcan sus bebés tendrá la mejor razón del mundo para salir adelante, sus hijos.

Madres coraje como Mónica, Natalia o Enika, nos hacen confiar en que un mundo mejor es posible, y nos hacen comprobar que ser madre, a pesar de las grandes dificultades por las que muchas mujeres atraviesan, es una gran bendición y un gran bien, para la propia mujer, y para la sociedad entera.