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en 1827 en los voluntarios realistas, que era el sector duro de los absolutistas

Mariano José Larra: ¿Chaquetero político y golfo?

Javier Paredes. El protagonista del día es Mariano José Larra que nació el 24 de marzo de 1809. Es de sobra conocido y reconocido el mérito literario de Larra y su aportación al Romanticismo español. Ahora bien que Larra tuviera buena pluma, no quiere decir que en todo lo demás fuera un modelo a imitar.

Más que como buen marido y buen padre cabe calificarle de golfo, si bien es cierto que no tuvo el mejor ejemplo en su familia: uno de sus varios líos de faldas lo tuvo con la amante de su padre. A este lío le sucedieron otros varios y se separó de su mujer, por lo que él no fue tampoco el mejor ejemplo para sus hijas, una de ellas acabó como amante del rey Amadeo de Saboya y la otra fue una famosa estafadora, por el método de la pirámide. Y fueron precisamente sus desvaríos amorosos los que le empujaron al suicidio.

Larra fue un chaquetero político. Su padre fue médico y por su condición de afrancesado tuvo que emigrar a Francia. De regreso a España, Larra ingresó en 1827 en los voluntarios realistas, que era el sector duro de los absolutistas, para acabar militando en el liberalismo poco tiempo después. Y como ahora la moda en la derecha pagana pepera es la de quedarse con los ojos en blanco ante el liberalismo decimonónico y proclamarse ellos mismos liberales, convine recordar que Larra además de liberal era un clasista de muchísimo cuidado. Esto es lo que escribía en uno de sus famosos artículos, titulado “¿Entre gente estamos?”: 

“Sea usted grande de España; lleve usted un cigarro encendido. No habrá aguador ni carbonero que no le pida la lumbre, y le detenga en la calle, y le manosee y empuerque su tabaco, y se lo vuelva apagado. ¿Tiene usted criados? Haga usted cuenta que mantiene unos cuantos amigos, ellos llaman por su apellido seco y desnudo a todos los que lo sean de usted, hablan cuando habla usted, y hablan ellos... ¡Señor! ¡Señor! ¿Entre qué gentes estamos? ¿Qué orgullo es el que impide a las clases ínfimas de nuestra sociedad acabar de reconocer el puesto que en el trato han de ocupar? ¿Qué trueque es éste de ideas y de costumbre?”.

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